Hodler en toda su intensidad
El pintor suizo Ferdinand Hodler fueuna de las grandes figuras del simbolismo europeo de fines del siglo XIX. La primera retrospectiva que se le dedica en Espa?a, en Madrid, agrupa 130 obras del artista, que representan todas las etapas de su desarrollo pict¨®rico.
La muestra dedicada al pintor simbolista suizo Ferdinand Hodler, que ha contado con un experto comisario, Jura Br¨¹schweiler, y una adjunta igualmente reputada especialista, Caroline Kesser, re¨²ne la espectacular cantidad de 130 obras del artista, un centenar de las cuales son ¨®leos y el resto dibujos, a trav¨¦s de los cuales se puede recorrer las etapas m¨¢s caracter¨ªsticas de este interesant¨ªsimo pintor, nacido el a?o 1853 en Berna y fallecido en Ginebra en 1918. Hodler residi¨® y estuvo trabajando durante ocho meses, en 1878, en Espa?a, fijando su domicilio principalmente en Madrid y Villalba, lo que, por s¨ª mismo, revela que el objetivo b¨¢sico de su viaje fue el Museo del Prado. No obstante, sin desmerecer la importancia de este prolongado contacto con Espa?a para un entonces joven artista de 25 a?os, ser¨ªa muy limitado fijar en ello el alcance de nuestro inter¨¦s, ya que Hodler no s¨®lo se lleg¨® a convertir en una de las figuras capitales del simbolismo europeo de fines del siglo XIX, sino tambi¨¦n en elemento crucial de enlace entre, por una parte, la cultura art¨ªstica del norte y el sur de nuestro continente, y, por otra, entre el naturalismo del XIX y el expresionismo del XX. De esta manera, para comprender la ambici¨®n de su trayectoria art¨ªstica, hay que se?alar su presencia activa tambi¨¦n en dos capitales claves en el ag¨®nico fin del siglo XIX, como lo fueron Par¨ªs y M¨²nich.
Con una vida marcada por el sig
no de la desgracia, que le dej¨® pronto hu¨¦rfano y con la responsabilidad de velar por sus hermanos, Hodler despleg¨® la energ¨ªa formidable de los supervivientes en todo, pero, en especial, en el mundo del arte, donde se inici¨®, casi por casualidad, a trav¨¦s de la pintura artesano-industrial, y donde, con la voluntad de hierro de los autodidactas, logr¨® obtener una formaci¨®n acad¨¦mica y, sobre todo, un alto nivel cultural. Todas estas dificultades, as¨ª como los esfuerzos que tuvo que hacer para costearse con su trabajo los estudios, fortalecieron su capacidad creativa y nutrieron con una honda verdad sus cuadros simbolistas, en los que la representaci¨®n de ideas nunca es una abstracci¨®n descarnada. Incluso su inicial trabajo a destajo aplicado a una pintura decorativa banal le acab¨® sirviendo para convertirse en uno de los mejores y m¨¢s innovadores muralistas de la ¨¦poca.
Inconformista de raza, Hodler siempre apost¨® coherentemente por la l¨ªnea m¨¢s rompedora: primero, en la estela naturalista de los sucesores de Manet; luego, la del emergente idealismo simbolista, que ¨¦l interpret¨® sin perder su fuerte instinto realista y dotando a las l¨ªneas de los contornos figurativos con una dureza de expresiva rotundidad, de ra¨ªz muy germ¨¢nica. Supo combinar, adem¨¢s, figuras y paisajes sin que se mezclaran anul¨¢ndose mutuamente, y, asimismo, capt¨® la importancia de la gran composici¨®n cl¨¢sica, siempre serena, a trav¨¦s de la lecci¨®n de Puvis de Chavannes, aunque aportando tambi¨¦n la sensaci¨®n de infinito muy n¨®rdica.
La exposici¨®n que ahora nos visita se ha dividido en cinco apartados para as¨ª mejor resaltar los principales episodios y temas de su rica trayectoria art¨ªstica, dedic¨¢ndose el primero a su etapa de aprendizaje con el pintor ginebrino Barth¨¦lemy Menn; el segundo, a una selecci¨®n de su obra realizada en Espa?a; el tercero, a sus paisajes; el cuarto, a sus cuadros espec¨ªficamente simbol¨ªstas, y el quinto, a sus retratos. Como vemos, este repaso ordenado y sistem¨¢tico, as¨ª como el muy notable n¨²mero de obras que lo ilustran, convierten este recorrido retrospectivo por la obra de Hodler en una inestimable introducci¨®n para conocerla a fondo y en directo.
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