Una po¨¦tica de la violencia

Lees tres o cuatro p¨¢ginas de Ojos Azules y te das cuenta de que has atravesado el espejo, est¨¢s al otro lado, en un mundo de locura fascinante e imprevisible, donde pasa todo y no pasa nada. Un mundo en el que no hay reglas ni normas, en el que los polic¨ªas son diferentes a cualquier otro de ficci¨®n que imaginemos, no se gu¨ªan por criterios profesionales, s¨®lo por fidelidad; un mundo donde los criminales m¨¢s duros son encantadores. Un mundo sin patrones ni referencias.

Jerome Charyn (Nueva York, 1937) aplica esquemas de novela experimental al g¨¦nero negro, aunque ser¨ªa mejor decir que escribe novela experimental con situaciones y personajes negros. Sin linealidad ni progresi¨®n argumental, sin preocupaci¨®n por la intriga o el suspense, logra que todo estalle en cada p¨¢gina.

Ojos Azules es la primera novela de la serie dedicada al polic¨ªa jud¨ªo neoyorquino Isaac Sidel, aunque el verdadero protagonista de este libro es Manfred Coen, Ojos Azules. Es un tipo maravilloso y at¨ªpico, que lleva la pistola en una bolsa y que lo que mejor hace es jugar al pimp¨®n. Ojos Azules se ve envuelto en una guerra a muerte entre Sidel, su protector, una especie de ¨¢ngel exterminador, y los Guzmann, marranos (jud¨ªos conversos), procedentes de Per¨², carteristas, timadores, atracadores, que se meten en el negocio de la trata de blancas, grandes amigos suyos, su familia casi. En esta batalla sin cuartel, Sidel propicia que maten a Ojos Azules. ?Por qu¨¦ lo permite? La experimentaci¨®n de Charyn llega al punto de que en la segunda novela, Marilyn la ind¨®mita, recupera a Ojos Azules en una etapa anterior y que dar¨¢ la clave de las extra?as relaciones entre Sidel y Coen. Si esta novela es muy recomendable, tambi¨¦n lo son las otras de la serie. RBA ha anunciado que editar¨¢ las tres siguientes. Ojal¨¢ funcionen y publique las seis restantes, en las que podremos ver c¨®mo Sidel llega a presidente de Estados Unidos.

Ojos Azules da las claves de la obra de Charyn. Personajes desclasados, desarraigados. Por ejemplo, Arnold el Hispano, un puertorrique?o negro con una pierna de madera; Chino Reyes, un chino cubano negro que se oculta tras un peluc¨®n rojo; Vander Child, un mecenas de Broadway que se gana la vida con la pornograf¨ªa; su hija Caroline, secuestrada por los Guzmann; su sobrina que enamora tanto a hombres como a mujeres, y los Guzmann, que no tienen desperdicio. El polic¨ªa es el mejor de todos, un hombre que utiliza los m¨¢s disparatados disfraces capaz de ser polic¨ªa y mat¨®n a sueldo al mismo tiempo...

Con ellos crea Charyn una s¨®lida po¨¦tica de la violencia. La trata como rasgo esencial de nuestra cultura y lo hace con lirismo, con profunda ternura, con un humor negro agridulce, con escepticismo. Charyn utiliza las palabras justas como disparos, domina el argot del Bronx y lo mezcla con el de todas las etnias que desfilan por el libro, con muchas dosis de espa?ol.

Charyn se inclina por el lado oscuro de la vida y considera la literatura como un medio para cambiar el orden natural de las cosas. En esta novela lo ha conseguido y las que vendr¨¢n ser¨¢n a¨²n mejores.