Valent¨ª Puig en busca de abrigo
Valent¨ª Puig (Palma de Mallorca, 1949) es un escritor polivalente. Para empezar es un escritor biling¨¹e catal¨¢n-castellano, que utiliza ambos idiomas y hasta se autotraduce del uno al otro, aunque muestre su preferencia por el primero para su obra de creaci¨®n (narrativa y poes¨ªa) y por el segundo en la period¨ªstica, pues es de quienes deliberadamente alternan su inicial vocaci¨®n literaria (que es la esencial) con la de periodista, de quienes, como suele suceder entre los escritores catalanes -y m¨¢s todav¨ªa entre los mallorquines- se ven obligados a vivir de la escritura utiliz¨¢ndola como medio de vida claro est¨¢. Al mismo tiempo, es un escritor al que ning¨²n g¨¦nero le es ajeno, pues alterna como ya he dicho la poes¨ªa (en catal¨¢n), la prosa narrativa larga o corta (tambi¨¦n en catal¨¢n) y el ensayo, en catal¨¢n si es ¨ªntimo, como en buena parte de sus dietarios, y en castellano si nace en el periodismo. Y por ¨²ltimo, aunque surgi¨® de manera m¨¢s bien lenta y parsimoniosa (creo que su primer libro data de 1982, el excelente dietario juvenil Bosc endins, que en su d¨ªa le¨ª con placer y todav¨ªa conservo) ha acelerado progresivamente el ritmo de sus publicaciones en los ¨²ltimos a?os, pues ya cuenta con una quincena de t¨ªtulos, que al aparecer muchas veces en sus dos lenguas natales multiplica esa sensaci¨®n de progresivo aceleramiento que le va rodeando. Y de todos sus libros, prefiero esas dos parejas interrumpidas que configuran sus dietarios y poemas, sus dos dietarios catalanes (el segundo es Materia oscura de 1991) y sus dos delicados libros de poemas, L'estiu madur (1985) y Blanc de blancs (2000).
CIEN D?AS DEL MILENIO
Valent¨ª Puig Pen¨ªnsula. Barcelona, 2001 256 p¨¢ginas. 2.400 pesetas
De todas formas, es un escritor m¨¢s intelectual que creador propiamente dicho, con cierta tendencia hacia el artificio y el discurso, hacia el juicio m¨¢s que hacia la acci¨®n, con una prosa un pel¨ªn pedante, que en catal¨¢n 'pasa' mejor que en castellano, donde suena m¨¢s inerme. De ah¨ª que sus novelas largas -Complot (1986) y Somni Delta (1987, Premio Ramon Llull)- sean inferiores a sus recopilaciones de relatos cortos -Dones que fumen (1983) y Maniobres privades (1999)- y a su novela corta Primera fuga (1997), un relato de formaci¨®n adolescente que es una peque?a joya, en una trayectoria que va de su admiraci¨®n por Evelyn Waugh al peso final de su idolatrado Josep Pla. A quien por otra parte dedic¨® su mejor ensayo, El hombre del abrigo (Premio Josep Pla, 1998) y un Diccionari Pla de Literatura (Antolog¨ªa, 2000), que ser¨ªan admirables del todo si no 'derechizaran' a su modelo en exceso. Pues Valent¨ª Puig es un conservador temprano, que conforme pasa el tiempo y el viento de la historia se le va colocando de popa, se oculta menos de serlo, se enorgullece de su anglofilia, y decreta con una desenvoltura rayana en la provocaci¨®n que su conservadurismo nada tiene que ver con el 'reaccionarismo' que se le atribuye, pues sus ra¨ªces profundas le llevan a equilibrar 'la Europa de la Ilustraci¨®n con la Europa de las Catedrales'.
Naturalmente, en Cien d¨ªas del milenio plantea un programa inteligente y falso a la vez, cuyas trampas se desvelan en su admiraci¨®n por Ronald Reagan y Bush padre, su odio por el colectivismo y el igualitarismo, su admiraci¨®n pueblerina por llevar esmoquin -'una defensa contra la barbarie'-, su visi¨®n lejana, exterior y machista de las mujeres, su aversi¨®n al subcomandante Marcos, a Sartre, a Gide y su pleites¨ªa por Aznar y el PP en general, al que s¨®lo le ve tres problemas, la Ley de Extranjer¨ªa (pobres inmigrantes manipulados), el Plan Hidrol¨®gico Nacional (Pujol se va porque le huele la cabeza a p¨®lvora) y la Reforma de la Educaci¨®n (donde nada dice de la propuesta por Pilar del Castillo, con todo el mundo de espaldas sin que Sainz Rodr¨ªguez levante la cabeza). Aunque a fin de cuentas, al PP le falta su necesario 'imaginario ficcional' y Aznar sea demasiado t¨ªmido en su opini¨®n, floja caracterizaci¨®n para quien como ¨¦l quisiera ser un buen retratista de verdad. Ah¨ª los franceses (La Rochefoucauld, La Bruy¨¨re, Saint-Simon, Chamfort, Joubert o Sainte-Beuve, como dec¨ªa el propio Pla) no tienen rivales, a pesar del doctor Johnson, y a ¨¦l le sobra angloman¨ªa mallorquina para aceptarlo. Pues adem¨¢s, residente en Barcelona, admite el nacionalismo catal¨¢n a duras penas, y s¨®lo si se al¨ªa con quien debe, como el lector podr¨¢ deducir sin problemas.
Para que todo quede paladinamente claro, al final dice que es partidario 'de la continuidad social' y uno cree no haber o¨ªdo bien. ?Qu¨¦ quiere decir eso de la continuidad social? ?La pobreza, la hambruna, la explotaci¨®n y la injusticia de las cinco sextas partes del mundo por un pu?ado de privilegiados que dicen operar en nombre de la libertad y una peque?a quinta parte de comprados? Toda isla es como un mundo peque?ito, como una met¨¢fora del mundo de verdad, pero la de Mallorca no pues vive del turismo, el Mediterr¨¢neo ya no es el centro del mundo y adem¨¢s el trobador se fue a vivir a Barcelona. Y emocionado por haber cruzado el siglo y el milenio se dispuso a dar testimonio de sus 'cien d¨ªas' -?de gracia?- y al final vinieron los terroristas suicidas de las Torres Gemelas de Nueva York y decretaron que no eran los cien d¨ªas iniciales de nada, sino los finales de casi todo. Aunque a Valent¨ª Puig, cat¨®lico ferviente y hedonista (as¨ª cualquiera) siempre le quedar¨¢ rezar un padrenuestro (eso es lo que no entendi¨® jam¨¢s de su admirado Pla, su materialismo a ultranza), la buena comida, la buena bebida, un buen puro habano y hacer 'clik' en el ordenador para volver a empezar, a ver si la pr¨®xima acierta y la realidad no se le escapa de las manos otra vez.
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