'Acoso moral' privado y p¨²blico
El ministro franc¨¦s de Cultura, Jack Lang, acaba de empezar una campa?a en las escuelas de Francia para que los ni?os conozcan qu¨¦ es el respeto a los dem¨¢s. Y ha habido un gran problema inicial: ?c¨®mo se explica lo que es el respeto? ?C¨®mo hacer que los cr¨ªos entiendan algo que no ven por ninguna parte y que mucha gente no sabe lo que es?
La an¨¦cdota me la cuenta la psiquiatra francesa Marie France Hirigoyen, autora del muy famoso libro El acoso moral (Paid¨®s, 10 ediciones vendidas en Espa?a), que me da esta definici¨®n de lo que es el respeto: 'Aceptar al otro en su diferencia'. Se dice pronto. Hirigoyen, que ha sido pieza clave en la nueva ley francesa sobre acoso moral en el trabajo, ha presentado en Barcelona su nuevo libro (El acoso moral en el trabajo), en el que pone la lupa en los sufrimientos que ocasionan las relaciones laborales y anda educando a los directores generales de las empresas europeas para conseguir unas relaciones satisfactorias, basadas en el respeto mutuo entre trabajadores y directivos, m¨¢s que en las relaciones de poder.
Experta en sufrimiento humano -un sufrimiento muchas veces gratuito, producido por la falta de respeto entre las personas y los grupos-, la psiquiatra afina su an¨¢lisis: 'Vivimos en un mundo en el que lo que se valora es la homogeneidad del pensamiento y de las costumbres; ah¨ª hay una causa de la falta de respeto hacia la gente diferente. S¨®lo se acepta lo correcto; en el mundo del trabajo es absolutamente evidente. Veo a la gente desmotivada, ap¨¢tica, sin capacidad para reaccionar porque creen que es in¨²til. Veo que las personas cada vez se comunican menos. Y eso sucede tambi¨¦n entre las parejas y en las familias. En vez de buscar el respeto y la comprensi¨®n, se encierran en la soledad y el miedo a los dem¨¢s'. Es el diagn¨®stico de una enfermedad social.
Los estudios de esta mujer, que vive en Par¨ªs, pero que se form¨® en Estados Unidos, han tocado una de las fibras sensibles de nuestra sociedad: la hegemon¨ªa de la desconfianza, la perpetua rivalidad entre personas, la inseguridad, la falta de autoestima y todos los excesos a los que conducen estas situaciones que ella ha visto plasmadas en su consulta. A estas alturas, y tras la banalizaci¨®n que despu¨¦s del ¨¦xito de sus escritos se hace de la idea de 'acoso moral' -aquella actitud que consiste en hacer la vida imposible a un compa?ero de trabajo o a un compa?ero sentimental-, ella es tan dura con los perversos dominadores como con las falsas v¨ªctimas, que act¨²an muchas veces como ni?os mimados. 'Unos, los perversos dominadores, y otros, las falsas v¨ªctimas, se complementan a favor de la lucha por el poder y no dejan sitio a unas relaciones humanas normales en las que los conflictos se verbalicen. De hecho, se verbalizan muy pocas cosas ya. La gente no se comunica, no hay tiempo y s¨®lo parece interesarse en dominar a los dem¨¢s'. De ah¨ª la vigencia de la tortura psicol¨®gica, por ejemplo, y de la irresponsablilidad.
Su diagn¨®stico de las guerras privadas, efectuado en plena ¨¦poca de guerra global, adquiere la condici¨®n de met¨¢fora cuando le pregunto si cree que puede definirse la guerra de hoy como acoso moral global. 'Desde luego', afirma, 'los dos bandos son tal para cual; se trata de una lucha por el poder y no se piensa en qu¨¦ sucede con las personas. El acoso moral es eso. En esa lucha por el poder, muchos dirigentes, con un cinismo absoluto, muestran que piensan que s¨®lo ellos saben lo que conviene a los seres humanos y se disponen a imponerlo. Cuando vi lo que sucedi¨® con las Torres Gemelas no lo pod¨ªa creer, pens¨¦ que era un gag'. Pues no; era la guerra. Una guerra que no sabemos bien qu¨¦ significar¨¢ ni c¨®mo acabar¨¢, pero que se erige como modelo social de lo correcto. Es decir, lo contrario del respeto.
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