Vigilia republicana
CiU est¨¢ en vela a la espera de que Pujol decida cu¨¢ndo y c¨®mo se acercar¨¢ a ERC sin romper con el PP
Jordi Pujol ya ha tomado una decisi¨®n, pero tardar¨¢ en hacerla efectiva. No es momento de tropiezos. La jubilaci¨®n est¨¢ en puertas y el horizonte no es azul, sino maragallianamente amenazante. Su envidiable olfato pol¨ªtico, aderezado con una doctrina nacionalista capaz de convertir el tacticismo en estrategia, ha constituido el pilar sobre el que el presidente ha levantado su gran edificio: 21 a?os de gobierno. Y ahora, su instinto le aconseja distanciarse del Partido Popular (PP) de Catalu?a, su aliado en esta legislatura y al que debe la presidencia. No encontrar¨¢ mejor ocasi¨®n, aseguran desde su entorno. Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) est¨¢ en vigilia republicana. Esquerra (ERC) sigue con la mano tendida, sabedora de que su pacto nacional cuatripartito (CiU, PSC, IC-V y ella misma) significa en rom¨¢n paladino un acuerdo bilateral. Y Converg¨¨ncia i Uni¨®, tras el acuerdo de financiaci¨®n auton¨®mica, es consciente de que no puede arrancar nada m¨¢s a un Gobierno central reacio a cualquier concesi¨®n de competencias para Catalu?a.
La pasada semana, en el debate de pol¨ªtica general, Jordi Pujol escuch¨® de labios del l¨ªder de ERC, Josep Llu¨ªs Carod Rovira, una oferta que conoc¨ªa de antemano. Un pacto de Gobierno cuatripartito con las fuerzas de tradici¨®n catalanista. Una contradicci¨®n en t¨¦rminos, porque tanto los republicanos como el resto de los mortales saben que Pujol no gobernar¨¢ con socialistas e Iniciativa per Catalunya-Verds y jam¨¢s correr¨¢ el riesgo de forjar frentes para aislar a un PP que le mantiene en el poder desde 1996 y que, adem¨¢s, facilita liquidez econ¨®mica al Gobierno catal¨¢n.
Sin embargo, arrepentido por las cajas destempladas con que despach¨® a Carod y su oferta de pacto bilateral en el debate de pol¨ªtica general de 2000, Pujol opt¨® esta vez por emplear su seductora ca¨ªda de ojos. Se mostr¨® conmovido por la propuesta de ERC y su llamamiento al patriotismo. Pasar a la historia como un presidente nacionalista que pacta con el PP no es seguramente el papel que m¨¢s le gusta. Pero el gui¨®n le ha obligado a coprotagonizar episodios tan escasamente edificantes como la aprobaci¨®n del Plan Hidrol¨®gico Nacional. Con estos precedentes, los soberanistas de Converg¨¨ncia, all¨ª donde hubo un 'hum... veremos' de Pujol a Carod, entendieron alborozados un n¨ªtido 's¨ª quiero'. Maestro en tempus pol¨ªticos, el presidente ha decidido no hacer p¨²blica su decisi¨®n hasta despu¨¦s de la moci¨®n de censura. Todo est¨¢ congelado, a la espera de ese desenlace que en CiU -bromean los propios dirigentes- s¨®lo conocen tres personas pol¨ªticamente infalibles: Jordi, Pujol y Soley.
Los dirigentes de CiU consultados ven en su fr¨¢gil bola de cristal meses de arrumacos a Esquerra, con la promesa de un noviazgo formal al final de la legislatura. Sin despertar, sin embargo, excesivos celos en el PP. La ley de la Corporaci¨®n Catalana de Radio y Televisi¨®n y la Ley de Urbanismo ser¨¢n la primera prueba de fuego. La aprobaci¨®n de los presupuestos de 2002 con los independentistas se da como imposible.
'Lo ideal', comenta un dirigente de la coalici¨®n, 'ser¨ªa aprobar los presupuestos con el PP y obtener la abstenci¨®n de Esquerra. Repetir¨ªamos el esquema de la investidura, que no nos ha funcionado tan mal'. Esa es la s¨ªntesis del pragmatismo pujolista, convertir un olfato pol¨ªtico que no traiciona en estrategia.
CiU no puede presentarse a las elecciones auton¨®micas de 2003 del brazo del Partido Popular, coinciden en se?alar todos los dirigentes de la coalici¨®n; pero entre la convivencia y la conllevancia hay un gran trecho. La coalici¨®n, con el PP, sangra por sus bases nacionalistas. Pero tampoco puede apartarse del centro pol¨ªtico porque el electorado moderado que siempre le ha dado la victoria ve con recelo el t¨¢ndem CiU-ERC, se apunta desde el sector nacionalista moderado de CDC.
El acercamiento paulatino a Esquerra aparece como la opci¨®n m¨¢s factible. En palabras del propio Artur Mas, delf¨ªn de Pujol: 'Nos tenemos que desenganchar del PP, pero no para engancharnos a Esquerra, sino para volar solos'.
Jordi Pujol no mover¨¢ un ¨¢pice hasta despu¨¦s de la moci¨®n de censura. Dicen los convergentes que la actitud de Carod Rovira en este debate ser¨¢ decisiva. Los nacionalistas de CiU y tambi¨¦n los socialistas dan como buena una abstenci¨®n porque -aseguran en argumento que comparten los antagonistas- a Esquerra le conviene distanciarse de Maragall.
En CiU no parece factible un cambio radical de alianzas. Los nacionalistas de Pujol aseguran que ven con desconfianza a ERC, sobre todo a su grupo parlamentario, en el que habitan -opinan- demasiadas sensibilidades. 'En este escenario', manifiesta un miembro del comit¨¦ de enlace de la coalici¨®n, 'un pacto con Esquerra significar¨ªa que ellos tendr¨ªan la llave de la convocatoria de las elecciones catalanas. Y la llave la debemos tener nosotros, no ellos'.
A todo esto, el PP catal¨¢n sufre en silencio los desamores de Pujol. Los populares saben que desde la direcci¨®n nacional de la madrile?a calle de G¨¦nova no les permitir¨¢n romper con CiU. El remedio -Maragall- ser¨ªa peor que la enfermedad -Pujol- y abrir¨ªa una peligrosa cabeza de puente para las pr¨®ximas elecciones generales. En esta situaci¨®n no faltan elementos de desconcierto.
El PP hace sus pataletas controladas, mientras ve como CiU juega a marear la perdiz e incluso se permite peque?os actos libertinos. La ley de d¨¦ficit cero estaba pr¨¢cticamente pactada entre CiU y el PP, hasta que el presidente de la Generalitat -el ¨²nico que tiene el puzzle completo en la cabeza- dijo: 'Ni hablar'. El desespero reinaba entre los negociadores convergentes madrile?os, y ante tanta desorientaci¨®n no falta en CiU quien ingenuamente pida un imposible: que Pujol, el rey de la t¨¢ctica, le d¨¦ la carta de navegaci¨®n.
Diferencias en el Executiu
Si al final triunfa la tesis del pacto con Esquerra, Jordi Pujol tendr¨¢ que batallar en diversos frentes, aunque al final todos acaben por acatar su decisi¨®n. Su conseller en cap, Artur Mas, tambi¨¦n ve con recelo un pacto con los independentistas, una especie de abrazo del oso que le hipoteca el futuro y le coloca al lado a un bragado competidor: Josep Llu¨ªs Carod. Mayor oposici¨®n encontrar¨¢ Pujol en los consejeros Francesc Homs, de Econom¨ªa; Antoni Subir¨¤, de Industria, y en los tres de Uni¨® Democr¨¤tica (Justicia, Trabajo y Gobernaci¨®n). Otros, en cambio, hace tiempo que preconizan un acercamiento a los independentistas. Entre ellos, Felip Puig, de Medio Ambiente, o Carme Laura Gil, de Ense?anza, por no citar al ex secretario general de Converg¨¨ncia, Pere Esteve, quien ha defendido en solitario y desde el inicio de la legislatura -ahora le empiezan a salir p¨²blicamente compa?eros de viaje- el pacto con Esquerra como opci¨®n estrat¨¦gica.
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