Elogio y refutaci¨®n del plagio
Si empez¨¢ramos a tratar el tema comprobando lo bien que se han llevado el plagio y la literatura a lo largo de los siglos, nos evitar¨ªamos toda esa serie de tormentas en vasos de agua que van desgranando todas las acusaciones de plagio que los medios de comunicaci¨®n acumulamos en estos tiempos a velocidad progresivamente acelerada. En efecto, el plagio es un concepto que naci¨® en el interior de la literatura desde sus or¨ªgenes y hasta cierto punto esto es lo m¨¢s l¨®gico, ya que la primera consecuencia que provoca la belleza es la necesidad de copiarla. Si echamos un vistazo al mundo de las artes pl¨¢sticas, el tema se aclara bastante m¨¢s, las copias se han multiplicado y se multiplican sin parar, la copia no es un delito y hasta existe un mercado de copias perfectamente leg¨ªtimo donde todo se compra y se vende sin esc¨¢ndalo alguno. Lo ¨²nico que sucede es que los precios son muy inferiores a los del mercado de originales y que lo ¨²nico que no se puede copiar es la firma. Pues una cosa es el plagio -la copia- como concepci¨®n est¨¦tica y otra el plagio como delito, que es algo muy reciente, tan reciente que apenas tiene poco m¨¢s de un siglo de existencia.
Lo importante es que aqu¨ª s¨®lo es delito lo que afecta a la cartera, la literatura es lo de menos
El concepto de plagio nos llega del griego cl¨¢sico y m¨¢s que una acusaci¨®n significaba una descripci¨®n, hasta cierto punto peyorativa, pues significaba una falsificaci¨®n, que restaba m¨¦rito a la obra original, pero eso era todo y tampoco hab¨ªa que echar las campanas al vuelo. Al fin y al cabo, en las ¨¦pocas cl¨¢sicas la mayor¨ªa de los autores se copiaban unos a otros y no pasaba nada, y hasta el concepto de autor no estaba muy bien establecido: lo importante era que ganase el mejor y ya est¨¢: el plagio era l¨ªcito si iba seguido de asesinato, esto es, si el plagiario lo hac¨ªa mejor que el plagiado, y el ¨²nico tribunal que dictaba sentencia era esa colaboraci¨®n entre el tiempo y los lectores que ha terminado por erigirse en eso que llamamos historia universal de la literatura.
A nuestro Clar¨ªn no le gustaban nada estas premisas, quiz¨¢ porque era cr¨ªtico y los cr¨ªticos son muy suyos para ir contra viento y marea, esto es, contra las modas y las listas de libros m¨¢s vendidos (contra lo que tambi¨¦n protest¨® antes el gran Sainte-Beuve al hablar de la 'literatura industrial', qu¨¦ plaga). Pero ya est¨¢bamos en pleno romanticismo, que fue quien cre¨® la subjetividad en la creaci¨®n literaria, coloc¨® al autor encima de todo lo dem¨¢s, y luego en colaboraci¨®n con el capitalismo, los derechos de autor, y el concepto de plagio como delito, que todav¨ªa sigue siendo una hip¨®tesis vagarosa y poco definida, que s¨®lo contribuye a la inseguridad jur¨ªdica, pues el plagio carece de la debida tipificaci¨®n precisa. Pero, en fin, lo importante es que aqu¨ª s¨®lo es delito lo que afecta a la cartera, la literatura es lo de menos.
Eugenio d'Ors dijo aquello de que 'todo lo que no es tradici¨®n es plagio', que no es sino una tautolog¨ªa, pues la primera institucionaliza al segundo. Para la literatura nos hemos inventado ese cuento de hadas para cr¨ªticos en paro que es eso de la 'intertextualidad', que no es otra cosa que copiar trocitos ajenos sin poner comillas ni el nombre de su autor, concepto que fue inventado por el grupo Tel Quel y su musa Julia Kristeva en medio de las tormentas del 68, aunque sus or¨ªgenes estaban en el ruso Bajt¨ªn y el concepto ha sido completado por el franc¨¦s Genette. Es una selva frondosa que permite seguir pistas sin parar, y ha dado lugar a una serie de conceptos que se encabalgan como cerezas: intratextualidad, texto, arquitexto, palimpsesto, umbrales, pastiche, parodia y as¨ª sucesivamente, hay pistas suficientes para todos los cr¨ªticos en paro.
Mientras tanto, hace ya 15 d¨ªas que Luc¨ªa Etxebarria sigue siendo denunciada a trav¨¦s de Internet por haber plagiado al poeta Antonio Colinas. Y a otros, por cierto, pues el t¨ªtulo de su libro, Estaci¨®n de infierno, es de Rimbaud. Mar¨ªas se queja de que Prada le ha plagiado, Vizca¨ªno Casas de que V¨¢zquez Montalb¨¢n le ha robado un t¨ªtulo, mientras ¨¦l le quita otro a Corpus Barga, Racionero plagia historias griegas, De Cuenca otras de piratas (que antes plagi¨® Borges), y aqu¨ª seguimos camuflando bajo el nombre de Ministerio de Cultura lo que no es sino el departamento protector de plagiarios, que, a su vez, plagia las ideas de Sainz Rodr¨ªguez y la nave va.
Babelia
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