La ola de patriotismo en EE UU pone a prueba la independencia de la prensa
Las grandes cadenas de comunicaci¨®n se debaten entre el rigor y el autocontrol
Los medios de comunicaci¨®n de Estados Unidos se debaten entre el periodismo independiente y el patriotismo. Los atentados les han obligado a hacer una revisi¨®n de los par¨¢metros informativos sin perder su casi impecable historial de objetividad, rigor y credibilidad. La b¨²squeda del complejo equilibrio entre el derecho a la informaci¨®n y la obligaci¨®n de no poner en peligro la seguridad nacional centra estos d¨ªas el debate en las redacciones de los peri¨®dicos, la radio y la televisi¨®n, que han afrontado con distinto criterio la petici¨®n de 'autocontrol' del Gobierno.
El debate est¨¢ dificultado por dos componentes adicionales: una poblaci¨®n erizada por las im¨¢genes del 11 de septiembre que llama en directo a los programas para pedir que no se presten a hacerle el juego al terrorismo difundiendo mensajes de Osama Bin Laden; y un gobierno que ha cortado el suministro de informaci¨®n sustituy¨¦ndolo por una campa?a de propaganda y desinformaci¨®n pol¨ªtico militar.
'Es dif¨ªcil mantener mantener tu objetividad despu¨¦s de escuchar al portavoz de Bin Laden', opina Howard Kurtz, el redactor de The Washington Post especializado en temas de comunicaci¨®n. '?Se puede discutir con gente que considera h¨¦roes a los que destruyen edificios? Los periodistas occidentales no pueden tratar el terrorismo como si fuera una diferencia de opiniones'.
En el marco de ese pacto med¨¢tico no escrito hay luego toda una gama de matices que cada uno est¨¢ aplicando seg¨²n su criterio y su audiencia. Las principales cadenas de televisi¨®n (CNN, ABC, NBC y CBS) han accedido por ejemplo a la petici¨®n de la asesora nacional de seguridad, Condolezza Rice, de editar los discursos de Bin Laden y Al Qaeda por si contienen mensajes codificados dirigidos a otros terroristas. Y Bob Woodward, el legendario periodista que descubri¨® el esc¨¢ndalo Watergate, pactaba esta semana con la Casa Blanca no publicar una informaci¨®n altamente sensible sobre la estrategia militar. 'Soy partidario de dar la informaci¨®n porque creo que siempre es mejor conocer al enemigo', dijo despu¨¦s Woodward con cierta resignaci¨®n.
A otros, como Frank Rich, columnista de The New York Times, les ha irritado la presi¨®n de Rice y la guerra de propaganda. Ayer escrib¨ªa: 'Ahora sabemos que si el gobierno no puede capturar a Bin Laden, vivo o muerto, todav¨ªa puede aplicarle la pena capital al estilo americano: sacarlo de la televisi¨®n (...) Ninguna organizaci¨®n medi¨¢tica competitiva va a ceder su criterio editorial al Gobierno'.
A lo mejor no hace falta, porque la t¨¢ctica ahora es no dar informaci¨®n. Bush se la ha restringido incluso al Congreso. 'No news is good news' ('es una buena noticia que no haya noticias' [para la Casa Blanca]), titulaba ayer The New York Times. El consenso ha decidido que no se debe informar sobre la localizaci¨®n de los portaaviones. Casi todos los medios importantes tienen enviados especiales a bordo de los barcos de la marina que no han dicho ni una palabra.
Otros han sacrificado a los mensajeros. Los peri¨®dicos The Texas City Star y The Daily Courrier de Oregon han despedido a dos columnistas que ridiculizaron al presidente George W. Bush el d¨ªa de los ataques. Uno de los que ahora est¨¢ en paro, Tom Gutting, escribi¨® en el City Star: 'El presidente estuvo dando vueltas por los cielos en el Air Force One como un ni?o asustadizo que quer¨ªa correr a las faldas de su mam¨¢ porque hab¨ªa tenido una pesadilla'. Adem¨¢s de los dos columnistas, ha habido casos como el del Bill Maher, presentador de Politically Incorrect, al que varios anunciantes han retirado la publicidad. A Peter Jennings presentador de las noticias de ABC le llovieron llamadas porque abri¨® el programa el 11 de septiembre preguntando d¨®nde se hab¨ªa escondido el presidente. Luego le tacharon de antipatri¨®tico por ser canadiense.
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