?Realidad o ficci¨®n?
Realidad y ficci¨®n son dos conceptos claramente aceptados y diferenciados en nuestra sociedad que raramente han generado confusi¨®n. Sin embargo, en c¨ªrculos acad¨¦micos e intelectuales son frecuentes desde hace algunos a?os las discusiones acerca de una creciente confusi¨®n de ambos conceptos en la era posmoderna, una difuminaci¨®n de los l¨ªmites entre realidad y ficci¨®n.
Umberto Eco introdujo una visi¨®n relevante en este debate con sus teor¨ªas de la Paleotelevisi¨®n y la Neotelevisi¨®n. A grandes rasgos, atribu¨ªa al medio televisivo de los or¨ªgenes (la Paleotelevisi¨®n) dos funciones claramente definidas. Por una parte, produc¨ªa y emit¨ªa ficci¨®n. En segundo lugar, ejerc¨ªa de veh¨ªculo de los hechos (la realidad) en su funci¨®n informativa; idea ¨¦sta popularmente aceptada, aunque ingenua y desacreditada por las modernas teor¨ªas de la comunicaci¨®n y la semi¨®tica.
El te¨®rico italiano opone a este modelo el de la televisi¨®n actual (la Neotelevisi¨®n), que se caracterizar¨ªa por la producci¨®n de hechos, la producci¨®n de realidad. ?Qu¨¦ son espacios como Gran Hermano y sus protagonistas, durante y despu¨¦s del concurso, sino porciones de realidad producidas por el propio medio? ?A qu¨¦ otra l¨®gica podr¨ªa responder el omnipresente y casposo famoseo cat¨®dico?
El producto resultante se articula como la ficci¨®n cl¨¢sica, y el espectador lo consume como tal, aunque siga diferenciando entre realidad y ficci¨®n, por tratarse de personajes reales -aunque personajes, al fin y al cabo.
Sin embargo, aunque este y otros m¨²ltiples casos reveladores nos anuncian hacia d¨®nde avanzamos en esta materia, no han conseguido evitar mi sorpresa repentina y mi zozobra posterior ante una noticia surgida en torno al conflicto mundial, pero que ha tenido, en mi opini¨®n, un insuficiente eco medi¨¢tico: la colaboraci¨®n de los mejores guionistas de Hollywood con el FBI.
Antes del 11 de septiembre, ?a qu¨¦ ser humano se le habr¨ªa podido ocurrir que alguien fuera a estrellar dos aviones contra dos rascacielos? No era una posibilidad aceptada como real. Sin embargo, escenas semejantes hab¨ªan sido imaginadas y recreadas en la ficci¨®n.
En el ¨¢mbito de la televisi¨®n, Eco se?ala la fusi¨®n de ficci¨®n y realidad, pero esta fusi¨®n se limita al ¨¢mbito del ocio y el espect¨¢culo, de la televisi¨®n en definitiva. Ahora, la ficci¨®n del cine se ha conjugado con la realidad m¨¢s pr¨®xima de las personas, y a trav¨¦s de su aspecto m¨¢s tr¨¢gico: la muerte.
En este contexto, los guionistas m¨¢s espectaculares del celuloide han recibido el encargo de imaginar los m¨¢s terribles e inveros¨ªmiles ataques terroristas que su ingenio pueda crear, para poder as¨ª prevenirlos.
La duda es inevitable, ?debemos desear que esa imaginaci¨®n funcione o debemos temer que pueda producir nuevas realidades?
Uno ya no sabe qu¨¦ pensar. S¨®lo lamento que en la producci¨®n de ocio y ficci¨®n siga primando la violencia. No sabemos lo que nos queda por ver, ni si ser¨¢ ficci¨®n o realidad, aunque para entonces quiz¨¢ no seamos ya capaces de discernir entre ambas. Mientras tanto, la zozobra contin¨²a.
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