La guerra palestina
Dentro de unos a?os es posible que las operaciones militares que Israel desarrolla con impunidad en Palestina se historien como la sexta guerra ¨¢rabe-israel¨ª. El asesinato del ministro israel¨ª de Turismo ha venido a simplificar las cosas, seg¨²n la opini¨®n de Ariel Sharon. Al mundo ya no puede caberle duda de que su combate, el del ultranacionalismo israel¨ª contra la resistencia nacional palestina, es el mismo que el que EE UU libra contra Bin Laden al amparo del r¨¦gimen talib¨¢n. Alrededor de una quincena de muertos -todos, menos uno, pobladores ¨¢rabes-, blindados entrando mucho m¨¢s que saliendo en los territorios un d¨ªa evacuados a la impotente autoridad de Yasir Arafat, Bel¨¦n convertido en campo de batalla y rechazo de todo di¨¢logo con el adversario que no se vea precedido por la entrega de los culpables del asesinato es el resultado de menos de tres d¨ªas de combates.
Pero Sharon se equivoca, y convendr¨ªa que el presidente Bush encontrara tiempo para sacarle de su error. Si Washington se toma en serio la posibilidad de la paz en la regi¨®n, que inevitablemente pasa por la construcci¨®n de un Estado palestino soberano, no puede consentir que la matanza siga indefinidamente, porque si la guerra al islamismo terrorista exacerba la ira del mundo musulm¨¢n contra Occidente, la destrucci¨®n de la Palestina ¨¢rabe har¨ªa a?icos la coalici¨®n isl¨¢mica que de momento apoya la operaci¨®n de Estados Unidos. No cabe ganar en los dos pa?os.
El asesinato del ministro israel¨ª, adem¨¢s de un crimen, fue una incre¨ªble torpeza por parte del FPLP marxista, que es cierto que no obedece a Arafat y que actuaba en represalia por el asesinato de su secretario general, Al¨ª Mustaf¨¢, pero eso no parangona a nadie con las Torres Gemelas. Terror lo hay de las dos partes, s¨®lo que una de ellas, Israel con sus asesinatos selectivos, lo prodiga mucho m¨¢s calculadamente.
Arafat, que sabe que no puede entregar a nadie a Israel porque eso ser¨ªa su fin como rais ante una opini¨®n que no ve errores, sino ley del tali¨®n en su lucha por la independencia, ha reaccionado prohibiendo todas las milicias palestinas, aunque es de suponer que eso afecta s¨®lo a las que no controla, como el FPLP y otros grupos independientes dentro de la OLP. Es como si quisiera prohibir el sol, a menos que, adem¨¢s de la guerra con Israel, quiera sumirse en una guerra civil en los territorios apenas desocupados.
S¨®lo Washington puede poner fin al descalabro que supondr¨ªa que, efectivamente, un d¨ªa se pudiera leer que as¨ª comenz¨® la sexta guerra ¨¢rabe-israel¨ª.
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