El demonio de la paridad
La omnipresencia de una grabaci¨®n videogr¨¢fica, que simult¨¢nea las im¨¢genes pregrabadas con las tomadas en directo sobre segmentos de lo que ocurre en el escenario, marca por completo un espect¨¢culo que carecer¨ªa casi por entero de inter¨¦s de no ser por ese astuto recurso. Claro est¨¢ que se trata de algo m¨¢s que un simple recurso: aspira a ser una simbiosis, tal vez una s¨ªntesis, por m¨¢s que no siempre est¨¦ lograda. Hay una cierta abstracci¨®n conceptual, g¨¦lida muchas veces, que apenas si convoca a la emoci¨®n, incluso en esa especie de montaje en paralelo que muestra primero un recorrido por m¨²ltiples fachadas de una ciudad grande para pasar por corte a una panor¨¢mica del mismo tipo acerca de la miseria de una aldea, seguramente africana. Es en este tipo de contraposiciones mec¨¢nicas -ajenas muchas veces a la emoci¨®n de lo bailado- donde reside una de las trampas de este montaje.
Metapolis Project 972
Por la Compa?¨ªa Charleroi-Danse. Int¨¦rpretes, Nora Alberdi, Jas¨®n Beechey, Tristan Brinckman, Katharina Christi, Hayo David... Iluminaci¨®n, Fr¨¦d¨¦ric Flamand, Nicolas Olivier. Espacio esc¨¦nico, Zaha Hadid. M¨²sicas, Messiaen, Anton Aeki, Sarinkho... V¨ªdeo, Carlos da Ponte. Creaci¨®n, Fr¨¦d¨¦ric Flamand. Teatro Principal. Valencia.
En realidad, la idea de hacer bailar al espacio, motor interno del espect¨¢culo, se resuelve a medias, ya que abundan los pasajes, siempre brillantes, en el que el poder de fascinaci¨®n de la imagen en la enorme pantalla oscurece las evoluciones en directo de los bailarines, a¨²n en los fragmentos en que la imagen se limita a escribir sobre el cuerpo del bailar¨ªn. M¨¢s all¨¢ de un narcisismo m¨¢s acentuado que en otras creaciones de danza, subsiste una querencia por la confrontaci¨®n de pares, de manera un tanto esquem¨¢tica, tales como lo vac¨ªo y lo lleno, lo m¨®vil y lo inm¨®vil, el individuo y la multitud, etc¨¦tera, y se deja ver una cierta voluntad pontificia en la arquitectura escenogr¨¢fica. Lo m¨¢s interesante, y acaso aqu¨ª menos desarrollado, es la feliz idea de contraponer, incluso en el baile, la horizontalidad de la autopista y dem¨¢s accesos urbanos con la horizontalidad de las ciudades de nuestro entorno, lo que tal vez deber¨ªa haber llevado a una cierta reflexi¨®n sobre esa especie de terreno de nadie por donde circulamos para llegar a nuestras casas. Con todo, una creaci¨®n interesante, perfecta de t¨¦cnica y, pese al asunto al que se acoge, bastante fr¨ªo.
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