La inocente parodia del santo valenciano
El simple anuncio de la proyecci¨®n en la Mostra de la pel¨ªcula La portentosa vida del pare Vicent (1978) de Carles Mira desencaden¨® el pasado verano un agria controversia. El presidente del altar vicentino del Pilar exigi¨® que se quemaran todas las copias. El primer teniente de alcalde de Valencia, el popularista Alfonso Grau, equipar¨® el film -'que no he visto', reconoci¨®- con la pornograf¨ªa y el terrorismo y presion¨® para evitar su programaci¨®n por creerla 'inoportuna a la vista de la pol¨¦mica'. Se prolongaba, as¨ª, la hist¨¦rica reacci¨®n del franquismo residual de hace 23 a?os que demoniz¨® el primer largometraje de Mira, impidi¨® el estreno en Valencia y estuvo a punto de provocar una tragedia en Alcoy, al explosionar una bomba en el cine Goya durante la proyecci¨®n. Tambi¨¦n en 1990, con motivo del pase por TVE, los portavoces de UV, Vicente Gonz¨¢lez Lizondo, y del PP, Mart¨ªn Quir¨®s, descalificaron La portentosa vida... como una ofensa obscena, soez, de mal gusto y sin gracia a los valencianos.
Sin embargo, La portentosa vida del pare Vicent no era m¨¢s que un juego mediterr¨¢neo, un divertido acercamiento a una figura hist¨®rica y religiosa, una ir¨®nica e inocente parodia que, curiosamente, se manten¨ªa fiel a los contenidos y las formas con que se han acercado a la figura de san Vicente bi¨®grafos y predicadores, leyendas y tradiciones europeas y valencianas, incluyendo la cultura fallera y las propias representaciones de los miracles con que las ortodoxas juntas vicentinas celebran la festividad del pare Ferrer. Si de algo se puede acusar a la pel¨ªcula de Carles Mira es de prudencia y moderaci¨®n, de haberse quedado corta si se la compara con el desbordado caudal y el volumen de los legendarios prodigios atribuidos por la propia Iglesia cat¨®lica al fraile valenciano, al que ya un franc¨¦s contempor¨¢neo, Ren¨¦ Johannet, calificaba como 'el m¨¢s grande taumaturgo de la cristiandad' y recordaba que al preguntarle al propio Ferrer el n¨²mero de milagros obrados en su vida, le contest¨®: 'Cap a tres mil'.
El minucioso proceso de canonizaci¨®n recoge 873 milagros, con lo que superar¨ªa al propio Jes¨²s de Nazaret, pues, como se?ala san Antonino, tras riguroso examen, el santo de Valencia habr¨ªa resucitado no menos de 25 muertos. Fray Luis de Granada dec¨ªa que hac¨ªa milagros con la misma facilidad que 'nosotros levantamos un dedo'. Su gran bi¨®grafo, el can¨®nigo Sanchis Sivera, ya quer¨ªa en 1896 que se escribiera una 'historia sin milagros pues toda ella es un milagro continuo'. Vicente Genov¨¦s, en su estudio sobre el santo (1944), se?ala que 'acaso la cantidad enorme de prodigios haya perjudicado al conocimiento hist¨®rico de su personalidad'. De hecho, se le conoce por su caterva de portentos, que cortejar¨ªan sus recorridos apost¨®licos. Habr¨ªa empezado antes del parto, pues su padre sufr¨ªa revelaciones en sue?os mientras su madre no sent¨ªa peso alguno, pero s¨ª que 'oy¨® ladridos en su vientre como de un mast¨ªn'. Acabado de nacer ya curaba 'con s¨®lo tocar y lamer la llagas', hac¨ªa crecer las aguas de los pozos para recuperar zapatos, se relacionaba con Jes¨²s con apariencia de pobre y combat¨ªa contra el demonio.
Las hagiografias oficiales, publicadas con todas clase de bendiciones e imprimatur eclesi¨¢sticos, aparecen repletas de prodigios pues 'el milagro era cuando no hac¨ªa milagros'.
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