El Negro y los 'rosari?os'
'?T¨² grit¨¢s cuando est¨¢s en la cancha? Vos sab¨¦s que los hinchas del Boca se ponen de espaldas para no sufrir en los partidos...'
Uno de los comensales ech¨® su cuerpo sobre la mesa y lanz¨® la pregunta, te¨®ricamente incisiva, a Roberto Fontanarrosa, dibujante y escritor argentino de 57 a?os, famos¨ªsimo en su pa¨ªs por sus tiras de historietas en diarios con sus antiguos personajes Inodoro Pereyra y Boogie el Aceitoso, por sus novelas y relatos cortos, y por sus apasionados cuentos sobre f¨²tbol, en los que siempre hay sitio para el Rosario Central, su equipo, el de la gente humilde que empez¨® a construir el ferrocarril, frente a los ?ul (Newells Old Boys), el club de la gente acomodada de Rosario, una ciudad del norte de Argentina con una hist¨®rica rivalidad con Buenos Aires.
Fontanarrosa, el genial escritor y dibujante argentino, que acaba de presentar un libro, se reuni¨® en Barcelona con sus amigos Bonano y Serrat
'Pues... no', respondi¨® el escritor, acomod¨¢ndose en su asiento, ladeando levemente la cabeza y cruzando los brazos en se?al de orden. 'Es que yo soy un intelectual'.
Y la carcajada, que reson¨® entre las cuatro paredes de El Born, dio reposo a las tiras de asado y los cuadriles dispuestos sobre la mesa rodeada de argentinos afincados en Barcelona. Pero, sobre todo, de rosari?os, entre ellos Tito Bonano, el portero del Bar?a, amigo de Fontanarrosa, conocido, y no por el color de su piel, como El Negro, un tipo tan singular que nunca en su vida se ha anudado una corbata al cuello y que pudo pasar en Barcelona desapercibido pero que en su pa¨ªs tiene categor¨ªa de genio. Tras superar su pereza para promocionarse en el extranjero, Fontanarrosa ha estado estos d¨ªas en Madrid y Barcelona presentando un libro de relatos, editado por RBA, titulado El mundo ha vivido equivocado, el nombre de uno de ellos y que poco o nada tiene que ver con lo que insin¨²a. El Negro es un escritor con un sentido del humor con may¨²sculas, tan agudo y brillante que presume de tener un Citro?n de 1973 en el que 'llueve por dentro' y que, como dice el escritor Daniel Samper en el libro y convienen otros tantos, podr¨ªa ser la r¨¦plica argentina de Woody Allen.
Acostumbrado a romper su r¨ªgido horario laboral pasando una hora al d¨ªa en el Caf¨¦ de la Ciudad de Rosario para atender las peticiones de sus seguidores -dicen que nunca tiene un no para nadie-, Fontanarrosa ha vivido estos d¨ªas en Barcelona en el anonimato, pero su presencia no ha pasado por alto para la colonia rosari?a, que no se perdi¨® el lujo de estar un rato con El Negro. Y en El Born se citaron Bonano, apasionado lector -pregunt¨® a uno de los editores c¨®mo encontrar la obra agotada del escritor espa?ol Jos¨¦ Ram¨®n Ovejero- de las delirantes historias de su paisano; Juan Carlos L¨®pez, ex jefe de Bomberos de Barcelona, que ejerce ahora de catedr¨¢tico, y, entre muchos otros, Fernando Guti¨¦rrez, promotor de los locales de la Compa?¨ªa General de Sandwiches, que comparti¨® en Rosario bata de p¨¢rvulo con el escritor. Casi todos rosari?os y casi todos tan pendientes de Fontanarrosa como de Bonano, que estaba feliz por tener a El Negro al lado y soport¨® con una educaci¨®n exquisita y porte aristocr¨¢tico las impertinencias que, escudado en su madridismo, le lanz¨® uno de los comensales. Fue tiempo para o¨ªr que la colonia argentina siente predilecci¨®n por el Espanyol a causa de la supuesta dificultad del Bar?a para atraer a los reci¨¦n llegados del otro lado del Atl¨¢ntico, para evocar a Pizzi y su famoso 'sos macanudo', para que Bonano confesara su poco acierto con los penaltis y para la frase de Saviola, el gran ausente, que compar¨® el Camp Nou, por su silencio, con un teatro. Bonano, admirador del pibito -'tiene ¨¢ngel'-, al final no pudo llevarlo a la cita. 'Mejor as¨ª: todos sois demasiado viejos', brome¨® El Negro ante las alusiones a jugadores de hace d¨¦cadas.
La nostalgia pas¨® de largo y el f¨²tbol cedi¨® paso al ¨¦xito de la pel¨ªcula argentina Nueva Reinas, protagonizada por Ricardo Dar¨ªn, actor conocido en su pa¨ªs por los culebrones de televisi¨®n: 'Me dijeron que repasara el gui¨®n', dijo El Negro 'pero era tan perfecto que, ?qu¨¦ iba a tocar yo?'. Y hubo hasta momentos para tratar sin dramatismos la feroz crisis argentina, como cuando uno cont¨® que despu¨¦s de que un amigo le relatara mil calamidades, al final le espet¨® que una 'maldita' nube le iba a fastidiar comer al aire libre una deliciosa carne. 'Es que eso de trabajar a nosotros... A m¨ª me hace gracia eso del milagro japon¨¦s', replic¨® El Negro, rescatando su habilidad para los chistes. '?Milagro! Trabajando 23 horas al d¨ªa, hasta nosotros'.
Y lleg¨® el momento de los regalos y las fotos: Bonano entreg¨® a Fontanarrosa dos camisetas -una del Bar?a y otra del Rosario- y ¨¦ste un ejemplar dedicado. El Negro se qued¨® tan feliz con las dos zamarras porque ahora se declara, por Tito, tambi¨¦n del Bar?a. In¨²til el gui?o de su amigo Jorge Valdano, director general del Madrid, para atraerlo a su causa con una camiseta blanca con la leyenda El Negro ha vivido equivocado por su incipiente simpat¨ªa cul¨¦.
La noche llegaba a su fin: falt¨® Saviola pero no Joan Manel Serrat, amigo de Fontanarrosa, que al llegar sac¨® un escudo del Rosario Central y otro del Boca, su club del Atl¨¢ntico, para despu¨¦s departir un rato con Bonano sobre el partido de M¨¢laga y su amistad con Charly Rexach. Y tras unas copas, Serrat y El Negro prescindieron del recital de tangos y se fueron solos, a pie, tragados por la oscuridad de El Born, con su genio a cuestas.
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