El Ej¨¦rcito israel¨ª dispara contra la bas¨ªlica de la Natividad de Bel¨¦n
Quince muertos y un centenar de heridos en cuatro d¨ªas de combates en la ciudad palestina
Al mediod¨ªa de ayer, mientras el papa Juan Pablo II lanzaba dolorido desde el Vaticano un mensaje de socorro a la comunidad internacional pidiendo la paz para Tierra Santa, el Ej¨¦rcito israel¨ª disparaba contra la bas¨ªlica de la Natividad en Bel¨¦n, donde se encuentra la gruta del Nacimiento de Jes¨²s. Los combates entre las milicias palestinas y los soldados israel¨ªes prosiguieron en esta ciudad aut¨®noma de Cisjordania por cuarto d¨ªa consecutivo. La cifra de muertos se eleva ya a 15 y la de heridos supera el centenar. Atemorizada, la poblaci¨®n se ha encerrado en sus casas.
'Nos disparan, nos disparan; est¨¢n tirando contra nuestra iglesia', gritaba enloquecido por el miedo y la ira el padre Kzarzmag Bogossion, de 75 a?os. En pie, en medio de la nave central de la bas¨ªlica de la Natividad, ve¨ªa caer desde el techo hasta el suelo una lluvia de astillas; las balas israel¨ªes se incrustaban una tras otra en las vigas de roble ingl¨¦s que los cruzados trajeron hasta Tierra Santa en la Edad Media para construir el templo.
Los mismos gritos de dolor de Bogossion, guardi¨¢n permanente del templo y responsable de esta exigua comunidad griega ortodoxa -integrada por poco menos de una decena de religiosos-, se hab¨ªan o¨ªdo a las nueve de la ma?ana en la bas¨ªlica contigua de Santa Catalina, regentada por los franciscanos. Su iglesia fue asimismo tiroteada mientras se celebraba la misa del domingo. Poco antes del ofertorio son¨® el estampido de una r¨¢faga de balas. Los proyectiles destrozaron una vidriera. El p¨¢nico cundi¨® en la treintena de fieles que segu¨ªan el oficio religioso. La misa qued¨® interrumpida. Todos se refugiaron en el interior del convento.
'No nos sentimos solos. Dios no nos ha abandonado. ?l nos protege. Pero, por lo que pudiera pasar, hemos decidido no salir del convento. Hab¨ªamos decidido ir al hospital a donar sangre para los heridos de los combates, pero hemos llamado por tel¨¦fono para que los enfermeros vengan aqu¨ª. Es demasiado peligroso salir afuera', asegura el padre Ibrahim Faltas, de 36 a?os, natural de Alejandr¨ªa; desde hace tres, responsable de la comunidad franciscana de Bel¨¦n. La congregaci¨®n est¨¢ formada por otros 30 hermanos, incluidos dos argentinos y dos espa?oles.
En estos momentos de desesperanza, el ¨²nico consuelo les ha llegado en forma de fax: es un mensaje del Vaticano. Est¨¢ escrito en italiano. Son las palabras que Juan Pablo II est¨¢ pronunciando en ese mismo momento ante millares de fieles en la plaza de San Pedro, en Roma. En el claustro de la bas¨ªlica de Santa Catalina, el hermano Paul Delalande, de 86 a?os, oriundo de Brest, ha empezado a leerlo en voz alta para un grupo de frailes y periodistas. No parece importarle para nada el estruendo de los tanques, el ruido de las r¨¢fagas de las ametralladoras pesadas que en este momento disparan en el exterior, por encima de la plaza de la Natividad.
'En el nombre de Dios'
'He recibido con profunda tristeza las dolorosas y preocupantes informaciones procedentes de Bel¨¦n, de Beit Jala y Beit Shaur [barrios anejos a la ciudad]. La guerra y la muerte han llegado incluso a la plaza de la bas¨ªlica de la Natividad. En nombre de Dios...', ha empezado a leer el religioso, hasta que su voz se ha empezado a quebrar. Finalmente se ha roto. Su silencio ha dejado a todos sumergidos en el estruendo de los disparos. Nunca los tiros hab¨ªan sido tan insoportables.
En el otro lado de la plaza del Pesebre, en la mezquita de Omar, el mismo dolor y confusi¨®n. En las puertas del templo musulm¨¢n est¨¢ aparcada la milicia de los Tanzim. Sentados en el suelo, acarician la culata de sus fusiles. Se dir¨ªa que no saben qu¨¦ hacer. Quiz¨¢ es un momento de reposo. Los disparos se escuchan demasiado cerca. Alguien ha tra¨ªdo unos bocadillos, unas latas fr¨ªas de limonada y las ¨²ltimas novedades del frente, de los campos de refugiados, que hablan de un nuevo muerto. En lo que va de d¨ªa, ya son tres. La contabilidad macabra no hace m¨¢s que aumentar: cuatro d¨ªas, 15 v¨ªctimas, s¨®lo en Bel¨¦n. Los heridos, m¨¢s de un centenar.
'Desde hace cuatro d¨ªas no puedo ir a casa. Vivo en el otro lado del barrio de Beit Jala, apenas dos kil¨®metros. Los tanques y los soldados israel¨ªes me cierran el paso'. Pero no es el ¨²nico. Los 137.286 vecinos de la provincia de Bel¨¦n se encuentran bajo estado de sitio. El gobernador Mohamed Madani, con s¨®lo una semana en el puesto, ha lanzado un mensaje contundente por las tres televisiones locales: 'Que nadie salga de sus casas'. Bel¨¦n vive en estado de sitio.
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