Escr¨²pulos
Hace muchos a?os, siendo un chaval, le¨ª una tira de un c¨®mic que qued¨® grabada en mi mente para siempre. En ella aparec¨ªa un ni?o que iba creciendo en cada vi?eta, a la vez que pensaba para s¨ª: 'Yo... cuando sea mayor... har¨¦...'. En la ¨²ltima, convertido ya en un viejo decr¨¦pito, terminaba exclamando: 'Bah, ?no hice nada!'. Pas¨¦ toda mi adolescencia y juventud pensando que yo ser¨ªa diferente. Que yo s¨ª que har¨ªa 'algo'.
Contemplo impasible c¨®mo miles de inmigrantes africanos tratan de alcanzar nuestras costas. Muchos mueren en el intento. Los que son 'interceptados' -deber¨ªa estar prohibido aplicar este verbo a seres humanos- son repatriados inmediatamente. Los que consiguen entrar quedan condenados a la clandestinidad, en manos de las mafias. Soy consciente de que su situaci¨®n es intolerable, pero hago bien poco por cambiarla. Tampoco s¨¦ qu¨¦ puedo hacer. Participo en manifestaciones y encierros, firmo comunicados, escribo art¨ªculos-denuncia, y, eso s¨ª, doy dinero a ONG. Pura limosna. Doy de lo que me sobra, pero eso hace que me sienta superior a otros que ni siquiera dan nada. 'Al menos', me consuelo pensando, 'yo tengo escr¨²pulos'.
Como tantos de mi generaci¨®n estudi¨¦ en un colegio de curas. Recuerdo c¨®mo de cr¨ªos sol¨ªamos salir con una hucha para recoger unas monedas para los chinitos. Ahora son otros los pa¨ªses cuyos nombres retumban en mis o¨ªdos: Somalia, Etiop¨ªa, Sierra Leona, Liberia.... Esta est¨²pida especie nuestra ha creado la tecnolog¨ªa para colonizar otros planetas pero es incapaz de hacer que ¨¦ste sea una patria digna para todos sus habitantes. El ¨²nico sistema econ¨®mico que crea riqueza es el mismo que la distribuye de modo absolutamente injusto. Al parecer s¨®lo podemos aspirar a poner parches. Ni los revolucionarios profesionales creen ya en la Revoluci¨®n. Nos ha tocado vivir en un ¨¦poca en la que hasta las camisetas con la imagen del Che se venden en El Corte Ingl¨¦s.
Qu¨¦ f¨¢cil es criticar al Sistema en una charla de caf¨¦ unos minutos despu¨¦s de comer en un restaurante de lujo y unos minutos antes de comprarse un coche ¨²ltimo modelo. Qu¨¦ f¨¢cil es escribir una columna llena de buenas intenciones esperando la paga. Hablar por hablar. Casualmente los malos son siempre los otros: los pol¨ªticos, los empresarios, los banqueros, los yanquis... Nosotros en cambio ?qu¨¦ guays y qu¨¦ solidarios somos! Pero en nuestro fuero interno todos sabemos que somos eso mismo que denunciamos y que el Sistema no puede funcionar sin nosotros.
Ya est¨¢n aqu¨ª. No tenemos que ir a ning¨²n sitio para palpar la miseria. Ni siquiera tenemos que encender la televisi¨®n. Los vemos cada d¨ªa en nuestras calles. La explotaci¨®n ocurre delante de nuestras narices. Nunca podremos aducir que no lo sab¨ªamos. Menores forzados a vender su cuerpo por menos de mil duros. Barrios enteros del Tercer Mundo en nuestras capitales. Hombres y mujeres que no se atreven a denunciar las vejaciones a las que son sometidos por miedo a ser deportados... Nuestros nietos no podr¨¢n entenderlo y nos preguntar¨¢n: '?C¨®mo consentist¨¦is que unos seres humanos fueran tratados peor que vuestros perros?'.
Las migraciones son una manera de repartir la riqueza entre los continentes. Como nosotros no queremos bajar nuestro nivel de vida, ellos vienen para mejorar el suyo. En un principio los inmigrantes s¨®lo desempe?an los trabajos que nosotros no queremos. Pero poco a poco ir¨¢n ascendiendo en la jerarqu¨ªa social y pronto veremos m¨¦dicos, abogados y pol¨ªticos de tez oscura. Los trabajadores extranjeros no ser¨¢n parias que se dejen explotar, sino nuestros competidores. Con todo derecho. Pero muchos, incluidos algunos de los que ahora van de progres, no podr¨¢n soportarlo. Cuando cambie la coyuntura econ¨®mica y sepamos otra vez qu¨¦ es el paro habr¨¢ conflictos raciales. Ya estoy oyendo las excusas de siempre: falta de integraci¨®n, delincuencia, drogas, prostituci¨®n...
No s¨¦ si hay alternativa, pero esto no me gusta. No s¨¦ qu¨¦ hacer, pero quiero hacer algo. ?Alguien tiene alguna idea? Yo al menos no quiero levantarme un d¨ªa convertido en un viejo decr¨¦pito y exclamar: 'Bah, ?no hice nada!'
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