'En la tradici¨®n jud¨ªa, ense?ar es crear'
George Steiner (Par¨ªs, 1929) es un hombre apasionado por su trabajo, al que cada vez le molesta m¨¢s que le hagan preguntas sobre cuestiones pol¨ªticas. En la conferencia de prensa que dio el jueves, antes de la entrega ayer de los galardones de la 21? edici¨®n de los Premios Pr¨ªncipe de Asturias, acab¨® poniendo casi cara de perro ante las incesantes preguntas sobre el incierto panorama mundial tras los atentados terroristas en Estados Unidos. ?l quer¨ªa hablar sobre todo de su trabajo, que le apasiona, la ense?anza. 'Me necesitan los estudiantes que quieren aprender a leer, las personas que tienen dificultades con la lectura', dijo.
George Steiner lleg¨® a Oviedo precedido de cierta fama de cascarrabias, pero enseguida fue f¨¢cil darse cuenta de que lo que a ¨¦l le interesa sobre todo es la precisi¨®n, llegar al meollo de las cosas. Dijo que s¨ª, que es escritor y fil¨®sofo, pero que, por encima de todo, se considera un profesor. 'Toda mi vida he sido profesor de Literatura. Llevo 50 a?os ayudando a leer'. Autor de obras como Ant¨ªgonas (Gedisa), La muerte de la tragedia (Azul), Errata: una vida a examen (Siruela) o Gram¨¢ticas de la creaci¨®n (Siruela), su obra m¨¢s reciente, entre otras muchas, ayer quiso hablar sobre todo del trabajo del cr¨ªtico, de la importancia de la ense?anza, del futuro de las humanidades, de las letras, y de su papel ante el imparable avance de las ciencias.
'Hoy por hoy, la novela es como una aspirina que te tomas despu¨¦s de salir del trabajo'
'Me necesitan todos aquellos estudiantes que quieren aprender a leer'
Hijo de jud¨ªos austriacos, que emigraron a Par¨ªs, donde ¨¦l naci¨®, tras la anexi¨®n de Austria a Alemania, en 1940, cuando Francia fue invadida por tropas alemanas, se exili¨® a Estados Unidos y tom¨® su nacionalidad. Ha repartido desde entonces su intensa vida entre Estados Unidos y el Reino Unido, donde imparte clases en la Universidad de Cambridge. Steiner domina varios idiomas, el ingl¨¦s, el franc¨¦s, el alem¨¢n y el italiano. Entiende y lee bien el espa?ol, pero no lo habla. 'Y esto me resulta muy embarazoso'. Con modestia y humildad, pidi¨® perd¨®n por no poder expresarse en Espa?a en espa?ol.
La entrevista se desarroll¨® en la habitaci¨®n del hotel en el que reside durante estos d¨ªas. Encima de la mesa, dos de sus libros traducidos al castellano, Pruebas y palabras (Destino) y El traslado de A. H. a San Crist¨®bal (Mondadori). Vestido con elegante desali?o y con su inseparable pipa apagada, cort¨® de ra¨ªz cualquier pregunta que no le interesara. Ten¨ªa prisa, pues deb¨ªa asistir a una de las numerosas recepciones que se celebraron ayer en honor de los premios Pr¨ªncipe de Asturias, pero fue amable y paciente.
Pregunta. Reconocido te¨®rico de la literatura, usted ejerci¨® la cr¨ªtica durante 25 a?os en The New Yorker, luego en el diario The New York Times y tambi¨¦n en The Economist. ?Cu¨¢l es, en su opini¨®n, la funci¨®n del cr¨ªtico literario?
Respuesta. Lo que nunca podemos hacer es confundir el genio del creador con el trabajo del cr¨ªtico. Pushkin dijo de sus traductores que eran los carteros. Por supuesto que es un trabajo estupendo, pero ¨¦l los llam¨® as¨ª. Mi batalla es contra los posestructuralistas que han mezclado la importancia de la creaci¨®n con el comentario literario. El libro viene antes. El se?or Cervantes, el se?or Lorca y el se?or Shakespeare no necesitan al se?or Steiner, pero el se?or Steiner los necesita a ellos.
P. Y, siguiendo con este razonamiento, ?qui¨¦nes necesitan al se?or Steiner?
R. Me necesitan los estudiantes que quieren aprender a leer, personas que tienen dificultades con la lectura, por ejemplo, no es f¨¢cil leer a G¨®ngora. Yo soy el cartero. No escribo, recuerden eso. Hace 50 a?os hice este comentario y parece ser que en el mundo acad¨¦mico no sent¨® muy bien, porque ellos son un poco pretenciosos. Cuando Derrida dice que el texto es un pretexto, yo digo que no. Yo necesito el texto y el texto me necesita m¨ª. El trabajo de cartero es maravilloso, sobre todo, en el sentido de encontrar el buz¨®n donde echar la carta.
P. Pero usted est¨¢ en los dos lados, en el de la cr¨ªtica y en el de la narrativa. Ha publicado novelas como Anno Domine o El traslado de A. H. a San Crist¨®bal.
R. No es as¨ª. Solamente algunos grandes est¨¢n en esa situaci¨®n, como Umberto Eco. ?l puede decir que es el autor de El nombre de la rosa, novela de la que ha vendido millones de ejemplares. Hay tambi¨¦n grandes poetas que son cr¨ªticos como T. S. Eliot. Esta dualidad se puede ver casi como un incesto en la misma persona. Yo soy muy feliz como profesor. Hay que recordar que la palabra rabino no es equivalente a sacerdote, sino a profesor, a magisterio. En la tradici¨®n jud¨ªa, ense?ar equivale a crear.
P. Usted estudi¨®, adem¨¢s de Literatura y Filosof¨ªa (se doctor¨® en Cambridge), Matem¨¢ticas y F¨ªsica en las universidades de Harvard y Chicago. ?Se siente f¨ªsico o matem¨¢tico?
R. No. Y reconozco que la ciencia es m¨¢s importante. Autores como Clarke o Asimov fueron capaces de ver el futuro. Creo que los escritores de ciencia-ficci¨®n son m¨¢s importantes porque a trav¨¦s de sus obras vieron el futuro. La novela brit¨¢nica habla del adulterio que hay en los barrios ricos, no en los pobres. Hoy por hoy la novela es como una aspirina que te tomas despu¨¦s de salir del trabajo.
P. ?Y el futuro de la narrativa? Usted polemiz¨® con Salman Rushdie sobre el fin de la novela.
R. Hay grandes poetas y grandes compositores, pero lo mejor est¨¢ en las biograf¨ªas y en los ensayos cient¨ªficos y pol¨ªticos, porque hablan de las cosas realmente importantes, de lo que interesa a la gente. Estoy convencido de que hay tres grandes idiomas, la lengua, las matem¨¢ticas y la m¨²sica. Yo no fui capaz de aprender matem¨¢ticas ni m¨²sica, pero reconozco su importancia. Las matem¨¢ticas son un idioma universal.
P. ?Qu¨¦ futuro tienen a su juicio las humanidades frente a las ciencias?
R. Posiblemente, hoy en d¨ªa, las ciencias y la tecnolog¨ªa se hayan hecho mucho m¨¢s emocionantes que el ¨¢mbito de las humanidades. Ahora estamos volando alrededor de Marte y quiz¨¢ s¨®lo pasen diez a?os para que sea posible la creaci¨®n de la vida molecular, quiz¨¢ s¨®lo falten diez a?os para solucionar el problema de la conciencia humana, del cerebro humano. Los mejores datos estad¨ªsticos nos muestran que m¨¢s del 80% de los individuos con m¨¢s talento est¨¢ en el ¨¢mbito de las ciencias. En el Renacimiento, si hubi¨¦ramos estado en Madrid, Florencia o Roma, nos habr¨ªa gustado comer con pintores o con gentes de letras, pero ahora es un gran privilegio para nosotros ir a comer con un cient¨ªfico. Son m¨¢s interesantes y m¨¢s modestos. Muchos de ellos intentan que comprendas lo que hacen. En Cambridge y en Harvard conoc¨ª a hombres y mujeres que hab¨ªan recibido alg¨²n Nobel y no lo dec¨ªan.
P. Usted es un apasionado de lo que llama el lenguaje compartido. Las distintas lenguas, las traducciones de un idioma a otro, ?en qu¨¦ medida intervienen en el entendimiento entre las civilizaciones?
R. Hasta los matrimonios se enfrentan con este problema. No nos entendemos los unos a los otros. Hacemos lo mejor que podemos pero caemos en fallos continuos. Ahora hay dos idiomas que se est¨¢n difundiendo a nivel mundial, uno es el angloamericano, que en un futuro pr¨®ximo todo el Planeta utilizar¨¢ como lenguaje comercial, de ciencias, de tecnolog¨ªa. El otro idioma es el espa?ol, que se est¨¢ extendiendo en la Costa Este y Oeste de Estados Unidos cuatro kil¨®metros cada a?o. Esto es fant¨¢stico. Hay 5.000 idiomas en el mundo y no existe la traducci¨®n perfecta. Y yo me alegro de esto, porque hacen la vida mucho m¨¢s interesante.
P. No es optimista respecto al futuro de las letras.
R. Les pido que se formulen a s¨ª mismos esta pregunta: ?realmente creen ustedes que tendremos nuevamente un Cervantes, un Shakespeare, un Mozart o un Miguel ?ngel? La respuesta deber¨ªa ser s¨ª, ma?ana por la ma?ana. Pero ninguno de nosotros cree esta afirmaci¨®n. Las culturas cambian continuamente y puede que un d¨ªa los historiadores digan que despu¨¦s de Freud, Einstein... la civilizaci¨®n se encontraba viviendo un gran momento en el ¨¢mbito de las ciencias, ?por qu¨¦ no?
P. Usted ha dicho con una brillante frase que nunca como ahora ha habido m¨¢s informaci¨®n y menos conocimiento. ?A qu¨¦ lo atribuye?
R. El ¨²ltimo hombre que pudo entender todas las disciplinas, el arte, la literatura, las ciencias, las matem¨¢ticas, fue Leibniz y eso ocurri¨® hace m¨¢s de 300 a?os. El mundo de la f¨ªsica, de la ciencia, de la cosmolog¨ªa no est¨¢ abierto para alguien que no sepa matem¨¢ticas. Nuestra tragedia es que parece que hemos abandonado, que ya no creemos que necesitemos las matem¨¢ticas para poder entender las ciencias. Siempre cito un ejemplo: el edificio m¨¢s fant¨¢stico del mundo se encuentra en Bilbao y su arquitecto, Frank Ghery, coment¨® que us¨® su ordenador y que recurri¨® a las funciones el¨ªpticas m¨¢s avanzadas para construirlo. No fue su cerebro. Fue su ordenador quien le dijo si era posible o no utilizar esas formas o usar titanio en lugar de madera. ?l no pod¨ªa entender la tecnolog¨ªa que dominaba.
P. Profesor, como a usted le gusta definirse, y por este orden, es un te¨®rico de la literatura, estudioso de la cultura europea y provocador. Todo parece indicar que disfruta disfruta mucho con su trabajo.
R. S¨®lo puedo decir una cosa. Todos los d¨ªas, cuando me levanto, a primera hora de la ma?ana, doy gracias porque puedo decir que he tenido una vida muy interesante.
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