Bach y Rameau, frente a frente

Bajo el t¨ªtulo, un tanto impreciso, de Conciertos de la Tradici¨®n, se ha iniciado en el Auditorio un nuevo ciclo dedicado a la gran m¨²sica pret¨¦rita a cargo de solistas y agrupaciones del m¨¢ximo prestigio como las formaciones de Leonhardt, Br¨¹ggen, Christophers y Robert King. El profesor holand¨¦s, organista, clavecinista, director y estudioso es uno de los campeones en el empe?o contempor¨¢neo de devolver a la m¨²sica de Bach o Rameau, de Scarlatti, Haydn y Mozart, la naturalidad m¨¢s aut¨¦ntica de su estilo desde una pr¨¢ctica no exagerada -y menos, beata- del historicismo ideol¨®gico e instrumental.

Tuvimos el Juan Sebasti¨¢n Bach de las cantatas profanas, como la dedicada al conde Johan Christian de Hennicke, sobre texto del un d¨ªa famoso Picanderen (1737) o la que celebra el a?o nuevo de 1719, con textos de Christian Friedrich Hunold, conocido como Menantes, y como estupendo contraste, el Rameau de Zoroastro, estrenada en 1737. Las diferencias de todo g¨¦nero que existen entre el franc¨¦s y el germano son verdaderamente sorprendentes, sensaci¨®n que se ampl¨ªa si pensamos en otros dos contempor¨¢neos suyos: Scarlatti y Haendel, nacidos, como Bach, en 1685, dos a?os despu¨¦s de la venida al mundo de Jean-Philippe Rameau. Transitar con propiedad por la esencia, la t¨¦cnica, los procedimientos y las formas de uno y otro, como hace Leonhardt y su grupo Orquesta del Siglo de las Luces, me parece m¨¦rito m¨¢s que notable, sobre todo si pensamos en las confusiones y desv¨ªos que el Romanticismo hab¨ªa vertido sobre sus antecesores. En Bach, m¨¢s que por el car¨¢cter triunfan las melod¨ªas por su curva, como escribiera Debussy en 1903. En Rameau, los valores son otros: aparece la armon¨ªa como color y sensibilidad y campea, con alegr¨ªa de esp¨ªritu, la expresividad.

En las cantatas bachianas, la austeridad grave preside la continuidad y ordena, desde el n¨²mero, las estructuras; en Rameau, po¨¦tica y plasticidad animan los argumentos dram¨¢ticos. Desde tales supuestos, los dos gigantes alumbraron el futuro y perviven con vitalidad a trav¨¦s del tiempo y la mudanza de los gustos y las sensibilidades. Resultar¨ªa ocioso encomiar la categor¨ªa de la soprano Joanne Lunn, del contratenor Michael Chance, el tenor Padmore y el bajo Stephen Varcoe; todos ellos, con Leonhardt y la orquesta, constituyen un cap¨ªtulo importante de la actual filarmon¨ªa, en especial, la de los p¨²blicos j¨®venes.