Una comedia replicante

La rica imaginer¨ªa replicante de Blade Runner parece inspirar a Ernesto Caballero una comedia de ida y vuelta y de implicaciones algo, aunque poco, mayores que las limitadas a despertar la risa a cuenta de las relaciones de pareja. La historia es de una simpleza casi insultante: un mis¨®gino de buen ver encarga a una amiga cient¨ªfica la creaci¨®n de una androide a su medida, que a¨²n as¨ª no siempre se ajusta a sus deseos, de manera que la replicante escapa de casa tras una pelea y la cient¨ªfica la sustituye provisionalmente por una ayudante de laboratorio que fue el modelo f¨ªsico de la androide en fuga, de la que, como es l¨®gico se enamorar¨¢ el mis¨®gino. Algo que podr¨¢ haber hecho perfectamente Alfonso Paso de estar m¨¢s interesado en Julio Verne.

Hay gracia en algunas r¨¦plicas, muy celebradas por el p¨²blico, y desenfado en el manido tema del machismo, que es de lo que va realmente el asunto m¨¢s que de un Pigmali¨®n de segunda o tercera generaci¨®n, y el resultado es algo menos rob¨®tico de lo que cab¨ªa esperar cuando lo comercial es m¨¢s que una consecuencia un objetivo primordial. Maribel Verd¨² est¨¢ igual de convincente como la Nora (en posible referencia oblicua a Ibsen) replicante que como la Eva real que se enamora, Luis Merlo est¨¢ muy seguro en su papel, aunque se le va el tonillo de voz en los finales de frase, un tanto a lo Manuel de Blas, y poco falta para que Aurora S¨¢nchez, que hace de la graciosa de comedia en el papel de la vecina, se trague de un soplo a los protagonistas. La direcci¨®n de Ernesto Caballero no estorba a las intenciones de su propio texto.