Realidad
A las siete menos cuarto, bajo un calor bochornoso, una muchedumbre ocup¨¢bamos ordenadamente la acera del Patio de Banderas hasta la puerta del Alc¨¢zar por la que aun no se pod¨ªa pasar. Todos quer¨ªamos escuchar sentados el debate sobre El futuro no es lo que era, de Felipe Gonz¨¢lez y Juan Luis Cebri¨¢n, que se averiguaba largo e interesante por el n¨²mero y el nivel de los participantes.
En aquel momento nuestros ¨²nicos problemas eran dos: esperar de pie y que por nuestra izquierda pasaran algunas personas buscando encontrar alg¨²n amigo con el que quedarse charlando en la orilla, al margen de la fila, para poder colarse cuando dejaran entrar. La protesta corr¨ªa en voz baja: 'Mira fulanito; parece mentira'.
Hay quien se salta la cola para ganar tiempo, o conseguir sitio, o incluso por principio, pero en este caso concreto, por la personalidad de los participantes, era inevitable que m¨¢s de uno perdiera tambi¨¦n el orden y la consideraci¨®n por conseguir un lugar de privilegio. La ¨²nica cola que tiene solucionado el problema del turno es la del mercado, donde, como no se puede pedir paciencia cada ma?ana, lo arreglan con el n¨²mero y la vez que funciona a la perfecci¨®n.
Una vez dentro, todos pudimos sentarnos y o¨ªr perfectamente. All¨ª, entre tantas cosas de las que ya han dado noticia los medios, se dijo que la globalizaci¨®n surgi¨® de la tecnolog¨ªa y no del Pent¨¢gono, por lo que es m¨¢s ben¨¦vola y m¨¢s peligrosa porque no la maneja nadie. De Estados Unidos se habl¨® como un imperio benigno pero no sutil, con los grandes errores de un gran poder; un pa¨ªs que no quiere respeto o temor sino que lo quieran, cuya amistad resulta dif¨ªcil porque la exigen incondicional, pero, a pesar de todo, se puede conservar la lealtad sin perder la propia opini¨®n. Se afirm¨® que esta es una guerra de poder, como todas; y se habl¨® del nuevo orden internacional que debe surgir de esta crisis y que necesita de la reflexi¨®n y la generosidad de todo el que pueda hacer uso de ella.
En conjunto, unos discursos tan civilizados y tan universales que nos zarandearon hasta colocarnos en una realidad muy lejos de nuestros peque?os y mezquinos problemas de las colas.
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