Ca¨ªn / Bin Laden
Perm¨ªtame que le exprese un cierto sentimiento de incomodidad, incluso de malestar, despu¨¦s de haber visto y le¨ªdo el dibujo de M¨¢ximo publicado el 29 de octubre. Se refiere a la historia de Ca¨ªn, a quien se asimila al terrorista Bin Laden; y en ella, siguiendo el texto del G¨¦nesis, se concluye que 'quien mate a Ca¨ªn (o sea a Bin Laden) sufrir¨¢ la venganza siete veces'. Es el mismo Dios quien pronuncia esta sentencia, por lo que cualquier lector con sensibilidad religiosa, o simplemente humanista en la herencia cristiana que hemos recibido dentro de nuestra cultura, deducir¨¢ que matar a Bin Laden ser¨ªa un acto ¨¦tica y moralmente reprobable, incluso condenable.
No ser¨¦ yo quien muestre su desacuerdo con esta conclusi¨®n, pues, despu¨¦s de haber visto condenado a muerte a uno de mis hermanos y ejecutada esa pena en manos de los terroristas de ETA, a nadie puedo desear semejante suplicio. Y, sin embargo, echo de menos en el mencionado dibujo el resto de la historia de Ca¨ªn. Pues al faltar ¨¦sta, quiz¨¢s pudiera pensarse que una acci¨®n represiva sobre los Bin Laden, sobre los terroristas de cualquier signo, roza peligrosamente el l¨ªmite de la moralidad. Ese resto de la historia es sencillamente que Dios expuls¨® a Ca¨ªn del solar paterno y, ante su temor, le puso una se?al para que nadie le atacara; y desde entonces Ca¨ªn vivi¨® exiliado al este del Ed¨¦n, donde, por cierto, tuvo una descendencia en la que no faltaron nuevos asesinos como L¨¢mek.
Nosotros, hombres de una sociedad democr¨¢tica, no tenemos, como Dios, un Ed¨¦n en cuyo oriente exilar a los asesinos. Pero s¨ª podemos aspirar a que, en un acto de justicia, esos terroristas sean obligados a vivir apartados del resto de los ciudadanos, encarcel¨¢ndolos hasta que, arrepentidos de sus propios actos, sean capaces de comprender, incluso de compartir, el sufrimiento de sus v¨ªctimas.
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