Peque?o gran cine

Ya son incontables las pel¨ªculas chinas -unas de Taiwan, otras de Hong Kong y otras de China Continental- que cautivan a los p¨²blicos m¨¢s dispares en los grandes festivales del mundo y luego llegan con cuentagotas al p¨²blico occidental, cada d¨ªa m¨¢s saturado por una estragante e invasora oferta de cine rutinario de Hollywood, que no llega a la altura del zapato de las calidades y de la riqueza formal y emocional de estas peque?as grandes joyas del cine de ahora.

Una de estas maravillas de la orfebrer¨ªa cinematogr¨¢fica china es La bicicleta de Pek¨ªn, que sin disidencia alguna gan¨® en el ¨²ltimo Festival de Berl¨ªn el Oso de Plata, el Gran Premio del Jurado y el destinado al mejor actor joven, que fue a parar al alim¨®n a las manos de los dos formidables protagonistas del filme, Li Bin y Cui Lin, dos muchachos, dos aut¨¦nticas furias de su oficio, que dan una estremecedora y vigorosa lecci¨®n de eficacia fotog¨¦nica y de alta escuela interpretativa.

Dirigidos por Wang Xiaoshuai -un realizador excepcional, aunque todav¨ªa se encuentre en la rampa de ascenso hacia la plenitud de su oficio en busca de un mayor afinamiento de su elegante estilo-, estos dos j¨®venes actores, escoltados por el admirable engarce como conjunto de una docena de muchachos veintea?eros como ellos, nos arrastran por un camino de seda a los vericuetos de la mala vida en los pozos sin fondo del paro y la delincuencia en Pek¨ªn. El laberinto urbano y an¨ªmico por donde estos muchachos nos mueven alcanza condici¨®n de escenario total, de territorio de representaci¨®n del mundo, gracias a la pantalla de alta precisi¨®n conceptual que desprende la mirada afilada y perspicaz de Xiaoshuai.

Es La bicicleta de Pek¨ªn una historia apasionante, que revienta de vida y que, sin ser en absoluto plagiaria, recupera algunos hilos argumentales de la legendaria Ladr¨®n de bicicletas, de Vittorio de Sica y Cesare Zavattini. Y algo del fondo de este genial filme italiano se mueve en las formas de esta peque?a obra maestra del cine chino.

Se trata nada menos que de la expresi¨®n del hormigueo de una sociedad en pleno trance de mutaci¨®n, que busca fren¨¦ticamente una salida para sus enormes atolladeros. Y aventura individual y aventura colectiva se funden y se enriquecen rec¨ªprocamente en esta hermosa e inteligente pel¨ªcula.