Estudiada plenitud
Ciclo MozartIsabel Rey, soprano. Alejandro Zabala, piano. Obras de Vivaldi, Mozart, Haydn, Bellini, Dinizetti y Gounod. Palau de la M¨²sica. 31 de octubre.
Tras una brillante Rosina de Elena de la Merced en el Principal, otra voz aut¨®ctona ejemplific¨® en el Palau los excelentes resultados de la escuela de Ana Luisa Chova. En ¨®ptima forma, por edad y por recursos, Isabel Rey supo encandilar al p¨²blico con la perfecci¨®n de los reguladores din¨¢micos y la maestr¨ªa en los pianissimi, a los que habr¨ªa que a?adir la f¨¢cil colocaci¨®n de los agudos, la fluidez en el cambio de registros y la amabilidad del timbre. Haydn le dio ocasi¨®n para lucir tambi¨¦n su seguridad en los ascensos y las agilidades. Nos encontramos, pues, ante una cantante due?a de sus recursos e inteligente en la administraci¨®n de los mismos.
La Vaga luna, che inargenti, de Bellini, se expuso con fraseo exquisito, pero sin que el perfil del compositor se diferenciara suficientemente del trazado para Mozart o Vivaldi. Quiz¨¢ la versatilidad no sea todav¨ªa el punto fuerte de Isabel Rey, y, por eso, la proyecci¨®n de un enfoque similar sobre autores y obras diferentes resten gancho a sus versiones
No sucedi¨® lo mismo con Eccomi in lieta vesta... Rey se olvid¨® aqu¨ª de los modos distinguidos y la coqueter¨ªa de diva para entregarse de lleno, con todas las potencialidades de su instrumento, a la plasmaci¨®n sincera del personaje de Giulietta. Fue entonces cuando escuchamos no s¨®lo una bell¨ªsima voz, sino a una artista completa.
La lectura de Donizetti y Gounod volvi¨® de nuevo a una estudiada elegancia y a un cierto amaneramiento que, en cualquier caso, s¨®lo proyectaban leves sombras sobre interpretaciones (por ejemplo, el Je veux vivre) esplendorosas. Preciosos los dos primeros bises (O, mio babbino caro y el Mendelssohn de Auf Fl¨¹geln des Gesanges), hubo que cultivar lo nuestro con el zapateado de La Tempranica, que se agradeci¨® con piropos castizos y aplausos encendidos.
Isabel Rey, en un momento de plenitud vocal, har¨ªa bien utilizando sus recursos dentro de un proceso de profundizaci¨®n en la partitura. Con el p¨²blico frente a frente, la entrega en la interpretaci¨®n puede crear una magia de la que hizo gala en el ¨²ltimo Bellini. Y ante esa magia, que va m¨¢s all¨¢ de la t¨¦cnica -aunque la requiera como condici¨®n previa- las acrobacias y casticismos retroceden en su peso. M¨¢xime cuando se cuenta con un pianista inteligente como Alejandro Zabala, capaz de dar adecuadamente la r¨¦plica a voces tan hermosas.
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