Par¨¢bola
A finales de los setenta, cuando el nombre de Joan Lerma se puso sobre la mesa como probable hombre fuerte del socialismo valenciano, no hab¨ªa ninguno de los sacerdotes del or¨¢culo que apostase cien duros por ello. Cualquiera de los nombres de la primera l¨ªnea de ese partido -el difunto Manuel del Hierro, por ejemplo- ten¨ªa mucha m¨¢s capacidad y recursos que ¨¦l, que hasta entonces s¨®lo hab¨ªa demostrado maneras haciendo bulto o yendo a comprar tabaco al resto. Sin embargo, Lerma estuvo tres legislaturas en el Palau de la Generalitat, incluso parece que a¨²n no ha descartado la idea de volver. ?sa fue una prueba incontrovertible de que la pol¨ªtica no es una ciencia exacta. Lo mismo ocurri¨® con Eduardo Zaplana. Ninguno de los finos analistas pol¨ªticos daba un cigarro por ¨¦l. Estaba manchado en origen por haber accedido a la alcald¨ªa de Benidorm con el voto de una tr¨¢nsfuga que hab¨ªa mejorado sus condiciones de vida -tambi¨¦n las de su familia- nada m¨¢s darle su apoyo. Incluso estaba en las cintas del caso Naseiro al borde de la raya, insinuando el cobro de comisiones para comprarse un Opel Vectra de 16 v¨¢lvulas. En cambio, Zaplana no s¨®lo fue proclamado candidato del PP a la Generalitat, sino que lleva camino de convertirse, quiz¨¢ a su pesar, en f¨®sil como Fraga. El mismo planteamiento ha imperado en el gremio respecto al ¨²ltimo secretario general del PSPV, Joan Ignasi Pla, sobre el que muy pocos, m¨¢s all¨¢ de los que esperan roer a su cobijo, ponen la mano en el fuego. Pero acaso, como siempre sucede, el futuro resulta inverso a como es percibido por los profetas de la pol¨ªtica. En ese sentido, existe una imagen que casi da fe de que el destino de Pla no ser¨¢ diferente al de los dos anteriores. En una de las t¨ªpicas carreras de diputados ciclistas, Pla derrap¨® y la ca¨ªda le caus¨® una herida en la pierna muy profunda. Entonces, cualquier persona en sus circuntancias hubiese subido al coche escoba para que le llevara al hospital m¨¢s cercano a curarse. Por el contrario, Pla mont¨® de nuevo a la bicicleta, con el f¨¦mur casi al aire, y logr¨® terminar la carrera muy por delante de quienes pasaron a su lado mientras yac¨ªa en el suelo. Y ¨¦se es el tema.
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