Ronaldo no sale de su pesadilla
El brasile?o se retira lesionado de San Siro 12 minutos despu¨¦s de reaparecer en el 'calcio' tras 712 d¨ªas
Como si el tiempo (o el destino) se divirtiese presentando una forma circular, sorprendiendo con periodos c¨ªclicos, este primer domingo de noviembre cumpl¨ªa un capricho: el de permitirle a Ronaldo que se suba al mundo del f¨²tbol en la misma parada en que se hab¨ªa bajado hace dos a?os. En el estadio de San Siro, ante el mismo rival, un domingo de noviembre, Ronaldo volv¨ªa 712 d¨ªas despu¨¦s para jugar un partido del campeonato italiano.
No se sabr¨¢ si fue s¨®lo un espejismo, o las demasiadas ganas de que sucediera, lo cierto es que cuando el reloj marcaba los 12 minutos iniciales del Inter-Lecce (2-0) y el p¨²blico se hab¨ªa calentado las manos aplaudiendo el retorno del n¨²mero 9, festejando con ansia excesiva un desborde por la izquierda y un centro al ¨¢rea, su ¨²nica acci¨®n, la grada contempl¨® incr¨¦dula y asustada c¨®mo se acercaba al banquillo toc¨¢ndose la parte posterior del muslo izquierdo, con una mueca de dolor en la cara y con la mirada perdida en el c¨¦sped.
'No ha sido por las prisas de volver a jugar; estoy pagando haber estado dos a?os sin jugar'
Dos minutos estuvieron el m¨¦dico y el masajista atendi¨¦ndole al borde de la l¨ªnea de cal; H¨¦ctor C¨²per, que hace una semana, ante la protesta de todos (incluso de Ronaldo), no lo hab¨ªa querido convocar para el partido con el Juventus, no quer¨ªa ni mirar la escena. En el estadio, un murmullo sordo serpente¨® por todos los escalones y un escalofr¨ªo toc¨® a cada uno de los presentes. Cuando C¨²per le dio la orden a Adriano de levantarse y entrar se pens¨® en lo peor.
Hubo que esperar hasta el descanso para tener una noticia m¨¢s o menos reconfortante. No era un desgarro, no era un estiramiento; simplemente, una contractura.
Pero, sin embargo, es dif¨ªcil no preocuparse. Porque viendo lo que le ha sucedido a Ronaldo en estos dos a?os de infierno, asistiendo siempre con mayor ansia a sus regresos parciales, vi¨¦ndolo una y otra vez salir con fe en busca del campe¨®n que fue y regresar enseguida, lastimado de nuevo, m¨¢s triste que antes; viene la necesidad imperiosa de preguntarse: ?lo conseguir¨¢?, ?volver¨¢ a ser el que fue?
Nadie puede olvidarse de aquella im¨¢gen desoladora cuando al regreso de la final del Mundial que pudo significar para Brasil el tetracampeonato, y que fue la primera victoria de los franceses, Ronaldo baj¨® del avi¨®n apoy¨¢ndose en la barandilla al l¨ªmite de sus fuerzas. Muchos piensan que all¨ª comenz¨® su calvario, en aquella noche de vigilia al partido final, que quedar¨¢ para siempre en la oscuridad; en la que, seg¨²n lo que dijo su compa?ero de habitaci¨®n, Roberto Carlos, sufri¨® de convulsiones violentas.
A tres a?os largos de aquella noche, Ronaldo es un hombre profundamente distinto. No s¨®lo la larga cicatriz que le atraviesa longitudinalmente la rodilla derecha es una marca nueva. El Ronaldo de hoy es marido y padre. El Ronaldo de hoy lleva, no sobre la piel, sino sobre la mente, la marca que dejan dos a?os enteros sin jugar.
C¨²per ha querido manejar con prudencia sus reingresos al campo, sabe que no se puede fallar: 'Todos queremos que vuelva', dijo hace una semana, 'yo, m¨¢s que nadie. Pero tengo la responsabilidad de su regreso. Si Ronaldo se volviese a lesionar todos dormir¨ªan tranquilos. Yo no'. Ronaldo se ha vuelto a lesionar. Se trata de una contractura. Cuando se iba del estadio antes de que terminase el partido, con una bolsa de hielo sobre el m¨²sculo, Ronaldo declar¨®: 'No ha sido un error por las prisas de volver a jugar. M¨¢s que nada, estoy pagando el hecho de haber estado dos a?os sin jugar'.
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