Una carrera contra el miedo
Los participantes ten¨ªan la consigna estricta de no aceptar agua o alimentos del p¨²blicoEl marat¨®n de Nueva York honra a las v¨ªctimas del 11 de septiembre
Eran 30.000 personas en la l¨ªnea de salida del puente Verrazano, algo menos al llegar a Central Park. Todos corrieron por deporte; pero este a?o, tambi¨¦n por honor. El marat¨®n de Nueva York dedic¨® ayer su 32? edici¨®n, sin duda la m¨¢s especial de su historia, a las v¨ªctimas de los atentados del 11 de septiembre. Las circunstancias hicieron temer un fracaso, pero hubo muy pocas cancelaciones, pese a las impresionantes medidas de seguridad (m¨¢s de 2.500 polic¨ªas vigilaron los 42,195 kil¨®metros del recorrido). Adem¨¢s, se batieron r¨¦cords.
El et¨ªope Tefaye Jiffar lleg¨® solo a la l¨ªnea de meta en una carrera de 2 horas, 7 minutos y 43 segundos, batiendo la marca anterior, que desde 1989 ostentaba el tanzano Juma Ikangaa (2 horas, 8 minutos y 1 segundo). Era la primera vez que Jiffar, de 25 a?os, que empez¨® a correr profesionalmente hace tan s¨®lo tres, participaba en el marat¨®n de Nueva York. Un poco m¨¢s tarde le sigui¨® el keniata Japhet Kosguei con 2 h, 9 m y 20 s.
Los participantes ten¨ªan la consigna estricta de no aceptar agua o alimentos del p¨²blico
El apartado femenino tambi¨¦n estuvo dominado por las keniatas. Margaret Okayo hizo historia al convertirse en la m¨¢s r¨¢pida con sus 2 h, 24 m y 21 s, batiendo el r¨¦cord de la australiana Lisa Odienki de 1992. En segunda posici¨®n lleg¨® su compatriota Susan Chepkmeyei, con 2 h, 25 m y 12s.
Los maratonianos salieron poco antes de las once de la ma?ana desde el espectacular puente Verrazano, el m¨¢s largo de la bah¨ªa de Nueva York. Una gigantesca pancarta recordaba el lema de la carrera: 'Estamos unidos'. Antes del pistoletazo de salida se soltaron cincuenta palomas blancas en nombre de la paz. Hac¨ªa un d¨ªa espectacular y se ve¨ªa perfectamente el perfil de Manhattan, con sus dos tremendas ausencias.
Pero la carrera no fue igual que otros a?os. M¨¢s que un marat¨®n, parec¨ªa casi una operaci¨®n de guerrilla. Los corredores ten¨ªan consignas estrictas de no aceptar agua o alimentos del p¨²blico y ce?irse a los 22 mostradores repartidos por el recorrido. Tampoco pudieron llevar sus propias mochilas. Tuvieron que utilizar bolsas transparentes, facilitadas por los organizadores, con los colores de la bandera norteamericana, para guardar sus cosas. Todos llevaban un chip especial de identificaci¨®n y localizaci¨®n para poder ser seguidos en todo momento.
Perros de la polic¨ªa especializados en detectar artefactos explosivos rastrearon las ¨¢reas de llegada y de salida. Se cerr¨® el espacio ¨¢reo en la zona, as¨ª como el tr¨¢fico mar¨ªtimo en el puerto de Nueva York, donde s¨®lo se mov¨ªan las lanchas de los guardacostas. Los cinco puentes del recorrido, Verrazano, Pulaksi, Queensborough, Willis y Madison, que separan los cinco municipios de Nueva York (Staten Island, Brooklyn, Queens, Manhattan y Bronx) se cerraron al tr¨¢fico.
'Esta carrera nunca ha sido tan importante', dijo el alcalde Rudolph Giuliani, que, en ausencia del ganador de la anterior edici¨®n, el marroqu¨ª Abdeljader el Muaziz, llev¨® durante los primeros metros, en coche descapotable, el dorsal n¨²mero 1. 'Hemos tenido muy pocas cancelaciones, lo que demuestra que la gente no tiene miedo', asegur¨® el director de la carrera, Allan Steinfeld, que estuvo en la llegada para recibir a los ganadores.
Entre los participantes (20.000 norteamericanos y 10.000 extranjeros) que llegaron mucho despu¨¦s de los ganadores destacaron algunos dorsales especiales. Familiares de una decena de v¨ªctimas de los atentados que se hab¨ªan apuntado al marat¨®n quisieron correr en su lugar para honrar su memoria. Eric Maerz, con el n¨²mero 8334, partici¨® por su hermano, Noell, que trabajaba en la oficina de Euro Broker en el piso 84 de la Torre Sur. Stephen Comber llev¨® el n¨²mero 18416 de su sobrino, Robert Peraza, uno de los empleados de Cantor Fitzgerald, la firma financiera de la Torre Norte que pr¨¢cticamente desapareci¨® en la primera explosi¨®n. Tambi¨¦n particip¨® Claire Fletcher, la ayudante de Dan Rather, que contrajo ¨¢ntrax cut¨¢neo hace unas semanas al manipular una carta contaminada. Sesenta bomberos y polic¨ªas corrieron juntos en honor a sus desaparecidos.
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