El Pakist¨¢n sin ley
Cientos de contrabandistas tribales pr¨®ximos a los talibanes controlan zonas de la frontera
El camino de tres horas de coche que va desde la ciudad de Quetta hasta la de Cham¨¢n, el punto paquistan¨ª m¨¢s pr¨®ximo a Afganist¨¢n en el sur del pa¨ªs, es todo un cuadro de la historia reciente de los dos Estados. Y lo que ocurri¨® ayer a cinco kil¨®metros de Cham¨¢n es el ejemplo m¨¢s claro de hasta qu¨¦ punto el Gobierno de Pervez Musharraf, presidente de Pakist¨¢n, ve menguado su poder en esta zona past¨²n, claramente protalib¨¢n.
La carretera discurre por monta?as des¨¦rticas entre poblados de refugiados afganos que llegaron hace a?os. De espaldas a ella y en cuclillas, los hombres orinan y se limpian con la tierra. Algunos camiones van tan abarrotados de productos que miden m¨¢s de alto que de largo. A medida que nos acercamos a la frontera se vuelven m¨¢s numerosas las mujeres con burkas y las banderas de barras blancas y negras, s¨ªmbolo del principal partido integrista de Pakist¨¢n. Las casas son de barro, del mismo color marr¨®n claro que el suelo y apenas un metro por encima de ¨¦l, como al otro lado de la frontera. Todo lo que sea susceptible de comprar o venderse puede encontrarse al borde de ese camino estrecho en el que los conductores de autobuses y camiones no pisan el freno ni ante los tractores ni ante los burros ni los ciclistas.
Cuando se consigue por fin, al cabo de varios d¨ªas, un permiso para visitar el campo de refugiados de Cham¨¢n, donde se agolpan al menos 1.500 personas que ni quieren volver a Afganist¨¢n ni se les deja entrar en Pakist¨¢n, una docena de polic¨ªas escoltan por delante y por detr¨¢s a los periodistas.
Ayer, a cinco kil¨®metros de Cham¨¢n, los polic¨ªas se pararon en seco. Imposible continuar. Dec¨ªan que hab¨ªa que volverse. Desde lo alto de una monta?a se divisaba una cola de al menos un kil¨®metro de coches parados. Lo que hab¨ªa sucedido es que en el puesto fronterizo de Cham¨¢n a la polic¨ªa de Musharraf se le hab¨ªa ocurrido requisar el material de dos camiones de contrabandistas que se dirig¨ªan a Afganist¨¢n cargados de material de contrabando. Y los habitantes de la zona, que viven del contrabando desde hace decenas de a?os y que mantienen sus propias leyes tribales y su propia polic¨ªa al margen de la de Musharraf, cortaron el paso desde las ocho de la ma?ana y apedrearon a todo el que intentaba acercarse a la frontera. Los polic¨ªas dec¨ªan que no ten¨ªan potestad en ese territorio. Que no podr¨ªan proteger a nadie. La polic¨ªa de los contrabandistas dejaba a sus familiares apedrear los coches que intentaban romper el bloqueo. 'No son cientos los manifestantes, son miles', dec¨ªan los agentes del Gobierno de Musharraf. Y el mensaje que lanzaban los contrabandistas era que no permitir¨ªan el paso por la carretera hasta que no se les devolviera el material de los autobuses -electr¨®nico y textil- y se aboliera la aduana de Cham¨¢n.
'Los contrabandistas est¨¢n encantados con el Gobierno talib¨¢n', aclaraba un periodista paquistan¨ª, 'porque los talibanes proporcionaron seguridad en las carreteras y su negocio floreci¨®. Hay en esta zona gente muy millonaria. Pero las relaciones con el Gobierno nunca han sido buenas. Cada pocos meses hay refriegas en las que mueren un par de soldados y dos o tres contrabandistas'. A ¨²ltima hora de ayer, la carretera segu¨ªa bloqueada.
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