Vuelve el Mosca
- M¨¢quinas. Una excursi¨®n divertida consiste en coger e irte un primer domingo de mes al aer¨®dromo de Cuatro Vientos, en Madrid, donde la Fundaci¨®n Infante de Orleans realiza una exhibici¨®n a¨¦rea con aviones antiguos. All¨ª me entero de que la fundaci¨®n pretende adquirir por suscripci¨®n popular un Polikarpov I-16. Son 50 millones de pesetas. El Polikarpov I-16 es, guau, el Mosca, el avi¨®n emblem¨¢tico de la Rep¨²blica. Un avi¨®n repleto de met¨¢foras. Lo que aqu¨ª sigue son unos cuantos gramos de met¨¢foras. Las m¨¢quinas son met¨¢foras. Por eso, a todo el mundo le gustan las motos, una m¨¢quina en la que sientes el calor de tu amor a tu espalda. Un misil Tomahaw tambi¨¦n es una m¨¢quina. Sirve para eliminarte a ti y, ya puestos, a tu moto y a tu amor. Hay m¨¢quinas con historias bellas y m¨¢quinas terribles.
La Fundaci¨®n Infante de Orleans se propone comprar por suscripci¨®n un Polikarpov I-16, emblema a¨¦reo de la Rep¨²blica
- Piccolo fuori, e dentro... Primera met¨¢fora de esta m¨¢quina: su ingeniero, Nicol¨¢i Polikarpov, un crack de la aeron¨¢utica, que estaba purgando una purga estalinista cuando se le aprob¨® el proyecto. Para poder sacar de chirona a un compa?ero, le hizo firmar con ¨¦l los planos del avi¨®n. Segunda met¨¢fora: Stalin en persona aprob¨® el proyecto con la frase: '?Necesitamos ese avi¨®n?', que fue contestada por el entorno con un: 'Absolutamente, camarada'. Y hala. Tercera met¨¢fora: este avi¨®n fue el primer monoplano de caza, el primero en tener tren de aterrizaje plegable y el primero en tener una cabina cerrada. Adem¨¢s era bello y simp¨¢tico. Simpat¨ªa: unos meses despu¨¦s de su presentaci¨®n, el Mosca frenaba al fascismo en Espa?a y a los japoneses pre Xin-Shan en China. A?os m¨¢s tarde, completamente desfasado, fue el primer avi¨®n que se enfrent¨® a los alemanes en cielo sovi¨¦tico.
- Mientras, en Espa?a... El 9 de noviembre de 1936, los malos iban, como cada d¨ªa, a bombardear a la poblaci¨®n civil de un Madrid abandonado y deprimido. Cuando, de pronto, pas¨® algo extraordinario: aparecieron unos aviones nuevos que impidieron el bombardeo. Los pilotos alemanes e italianos, que no pod¨ªan concebir que otro avi¨®n les atacara desde arriba -el Polikarpov I-16 pod¨ªa volar a 5.000 metros tranquilamente, algo ins¨®lito-, decidieron que les atacaban por abajo. Como las ratas. Y le llamaron Rata. En el bando republicano, se les llam¨® Moscas, traducci¨®n al chiquistan¨ª de la palabra mokva, que aparec¨ªa en las cajas en las que ven¨ªan embalados. Los primeros pilotos fueron sovi¨¦ticos. Pero en pocos meses sucedi¨® algo extraordinario. La Rep¨²blica form¨® en la URSS a j¨®venes pilotos espa?oles. Por segunda vez en la historia -la primera vez fue la Escadrille La Fayette-, hombres que no proced¨ªan de una ¨¦lite social pilotaban un avi¨®n. En este caso, el mejor avi¨®n del mundo.
- Las m¨¢quinas son (una met¨¢fora) de quien las trabaja. De pilotos como Jos¨¦ Mar¨ªa Bravo, el joven de 18 a?os que pilot¨® un Mosca con numeraci¨®n CM-193 y una ficha de domin¨® pintada en la cola al lado de la tricolor. El Mosca que quiere comprar la fundaci¨®n, un Mosca reconstruido en Nueva Zelanda con restos sovi¨¦ticos, ha sido pintado con esa numeraci¨®n y esos emblemas. Posiblemente porque Jos¨¦ Mar¨ªa Bravo es una met¨¢fora. Me voy a verle a su domicilio madrile?o. Pom-pom. Pase. Accedo a un comedor con fotos de Moscas y una foto de su escuadrilla. J¨®venes de menos de 20 a?os, ri¨¦ndose de la luna, alguno con el brazo vendado. Casi todos murieron en combate. Bravo me cuece con vodka a la pimienta, y me explica su vida. Hijo de ferroviarios, naci¨® en Madrid, en 1917. Se educ¨® en el Instituto Escuela -una regi¨®n de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza-. Su primo escal¨® el Naranjo de Bulnes. Alfonso XIII le llam¨® por tel¨¦fono y le dijo: 'A ver cu¨¢ndo me llevas a la monta?a'. El primo de Bravo contest¨®: 'Yo no voy a la monta?a con hijos de puta'. Esa tarde se exiliaba en Nueva York por piernas. All¨ª fund¨® la mejor librer¨ªa espa?ola en Am¨¦rica. Sus fondos, descomunales, los vende por correo la librer¨ªa Renacimiento, de Sevilla. O sea, que tengo alg¨²n libro de su primo. Empez¨® a volar en aeroplanos que se lanzaban al aire con gomas el¨¢sticas. Inici¨® los estudios de ingenier¨ªa. Empez¨® la guerra. Para poder pasar el examen m¨¦dico para piloto, fingi¨® que era marica. Con amaneramientos pudo taparse la cicatriz del ap¨¦ndice -exist¨ªa el rumor de que quien tuviera una cicatriz en el tronco, ser¨ªa rechazado-. Se form¨® en la URSS. Seis meses. Un piloto sovi¨¦tico tardaba tres a?os. Volvi¨® a Espa?a. En su primer combate vaci¨® el cargador de la ametralladora. No sab¨ªa a qui¨¦n disparaba. Volvi¨® con el avi¨®n hecho un colador. ?l y sus amigos impidieron que Madrid cayera en un plis-plas, se emplearon contra el fascismo en la batalla del Ebro, defendieron Catalu?a y -ten¨ªan 20 a?os- los domingos volaban con esmoquin y sombrero de copa. Sali¨® de Espa?a a pie. Estuvo concentrado. Empez¨® otra guerra. Fue guerrillero en la Ucrania ocupada. Junto con otros espa?oles acab¨® en una escuadrilla sovi¨¦tica. Un d¨ªa tuvo que escoltar a un jefazo hasta Teher¨¢n. Ese jefazo era Stalin. Y lo de Teher¨¢n result¨® ser la Cumbre de Teher¨¢n. Y as¨ª hasta que me pimplo el vodka con pimienta que, por cierto, entra muy bien, pero sale muy mal. Pueden dar sus donativos para comprar el Mosca de Bravo en la direcci¨®n www.fio.es/fio_2001.htm. Por lo visto, los donativos que est¨¢n llegando provienen fundamentalmente de Catalu?a. Si quieren ver el avi¨®n de Bravo volando, v¨¢yanse inmediatamente a www.polikarpov.co.nz
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.