Coche oficial a destajo

El parque m¨®vil de la Generalitat alberga al menos cinco veh¨ªculos a disposici¨®n del presidente. Dos Volvos blindados, que pesan casi tanto como costaron, permanecen aparcados desde hace meses. Eduardo Zaplana prefiere el Audi, mucho m¨¢s ¨¢gil.

El presidente no conduce, pero tiene conductor asignado permanente. Un privilegio que s¨®lo comparte con sus dos vicepresidentes y otros dos altos cargos de la Generalitat, Consuelo Ciscar, subsecretaria de Promoci¨®n Cultural, y Luis Ib¨¢?ez, actual director general de Interior, de acuerdo con una broma atribuida a Eloy Jim¨¦nez, director general de Patrimonio de la Consejer¨ªa de Hacienda y, desde enero pasado, ¨²nico responsable del parque m¨®vil de la Generalitat.

Y desde enero pasado, blanco de las quejas de los conductores de veh¨ªculos oficiales que comprueban d¨ªa a d¨ªa c¨®mo los nuevos criterios para hacer m¨¢s racional la gesti¨®n del parque m¨®vil van en detrimento de su calidad de vida.

Todos los altos cargos de la Generalitat desde director general hacia arriba, pueden requerir un coche oficial para sus desplazamientos.

Hasta enero pasado, cada consejero ten¨ªa asignado un conductor y cada ¨¢rea administrativa ordenaba su propio tr¨¢fico. El grupo de conductores que atend¨ªan las necesidades de cualquier consejer¨ªa se organizaban de acuerdo con criterios m¨¢s o menos severos y sustentados sobre una confianza de sabor dom¨¦stico. De alguna manera, los conductores conoc¨ªan las respectivas man¨ªas de sus conducidos.

Pero el nuevo modelo de servicio ¨²nico ha desnaturalizado la relaci¨®n y ha desatado las iras de los 160 conductores al servicio de la Generalitat. Las protestas han ido subiendo de tono. Una sonora pitada abri¨® la jornada de ayer en el parque m¨®vil y desemboc¨® en un posterior encierro en la sede de la Consejer¨ªa de Hacienda en Valencia.

Anoche, los representantes sindicales de los conductores intentaban concertar una cita oficial. A las nueve de la noche, su anfitri¨®n accidental, el consejero Vicente Rambla, alentaba la esperanza con las luces encendidas en su despacho.

Los conductores reclaman que se establezca una serie de criterios sobre bases objetivas que deban atender los altos cargos a la hora de reclamar un coche. La queja generalizada reside en la arbitrariedad con que se solicitan los coches para los recorridos m¨¢s dispares. De forma que muchos conductores superan con creces la jornada laboral de 40 horas que tienen asignada, incluso tropiezan con problemas para planear sus actividades particulares en d¨ªas de descanso.

Un cuadrante de jornadas de trabajo y descanso que se ajuste a las exigencias de seguridad vial y que no supere las 40 horas semanales resolver¨ªa el conflicto. Y el pago de horas extraordinarias, que carece de dotaci¨®n presupuestaria.