El SOL
La Federaci¨®n de Editores y la Fundaci¨®n Germ¨¢n S¨¢nchez Ruip¨¦rez acaban de inventar algo as¨ª como la lectura a la carta. Es tan f¨¢cil como pulsar un bot¨®n, marcar un n¨²mero de tel¨¦fono o enviar una misiva por correo ordinario. Pero vayamos con un ejemplo pr¨¢ctico. Pongamos por caso que usted forma parte de ese 22% que, seg¨²n las ¨²ltimas estad¨ªsticas, no ha cogido un libro en su vida -no se me ofenda, ya le he dicho que es un ejemplo-. Pues bien, ahora imaginemos que a usted, que nunca dio nada por perdido, le produce un efecto transubstantivo y conversor la campa?a de animaci¨®n a la lectura en la que el Ministerio de Educaci¨®n, Cultura y Deportes piensa invertir 22.000 millones de pesetas en los pr¨®ximos cuatro a?os. Con el esp¨ªritu restaurado para tal fin, usted se decide a emprender la inenarrable aventura de hacerse con un libro y zambullirse en sus p¨¢ginas. Pero -he aqu¨ª la utilidad del invento- ?sabe usted qu¨¦ clase de volumen se ajusta mejor a su perfil? ?Se conoce a s¨ª mismo lo suficiente como para no errar en la elecci¨®n? ?Es usted un potencial lector o lectora de ensayos, biograf¨ªas, novelas, manuales de bot¨¢nica o simplemente de versos? ?Le convienen a su bateado equilibrio psicol¨®gico las fuertes emociones del g¨¦nero negro, un best seller adobado de erotismo, un buen tratado de papiroflexia quiz¨¢? Ante sus dudas y su seductora inexperiencia, los editores han dispuesto para usted una iniciativa tan luminosa como el SOL, esto es, el Servicio de Orientaci¨®n al Lector; tan f¨¢cil, ya digo, como meter sus datos (gustos, man¨ªas, caracter¨ªsticas de la personalidad, ya saben) en un ordenador, en un auricular o en una simple tarjeta homologada y esperar a que alguien conteste desde el otro lado y le diga que lo suyo es Harry Potter, ?Qui¨¦n se ha llevado mi queso? o La aventura del tocador de se?oras. El modo de adquirir el libro recomendado es ya cosa del interesado. En esto s¨ª existe plena libertad. Pero para su informaci¨®n le dir¨¦ que el 74% lo compra en una librer¨ªa, el 15% lo pide prestado, el 5% lo saca de una biblioteca y el 1% se lo lleva debajo del abrigo sin m¨¢s. Este ¨²ltimo m¨¦todo echar¨ªa por tierra toda la campa?a ministerial y el invento de los editores. No seamos malos.
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