Un hombre religioso, familiar y con mucho humor
'Un profesor que hac¨ªa sentencias, que impart¨ªa justicia, y siempre con un hueco para el humor'. Quien habla as¨ª del magistrado asesinado ayer por ETA era su colega de profesi¨®n Juan Luis Ibarra. Pese a la realidad cada vez m¨¢s asfixiante para los integrantes de la judicatura, en el punto de mira de ETA, Jos¨¦ Mar¨ªa Lid¨®n no quer¨ªa ni o¨ªr hablar del tema. No llevaba escolta, pero, como dijo ayer uno de sus colegas, 'no porque viviera en una burbuja'. Probablemente, se le hac¨ªa demasiado cuesta arriba renunciar a su actual vida familiar con su esposa, Marisa, profesora en un colegio privado, y con sus dos hijos, ??igo y Jordi. No quer¨ªa renunciar a su libertad familiar ni a poder trasladarse en cualquier momento a la iglesia de los Trinitarios en Algorta, donde era un miembro muy activo como monitor de liturgia.
Tal vez esa religiosidad, ba?ada de una iron¨ªa contumaz, era su parapeto psicol¨®gico, el adecuado dique de contenci¨®n ante la intranquilidad de sus colegas, que ya desde 1995 ve¨ªan c¨®mo la creciente mancha de aceite del terrorismo se iba acercando peligrosamente hasta los palacios de justicia.
Lid¨®n compaginaba su carrera judicial, en la que ingres¨® en 1990 por el sistema reservado a los juristas prestigiosos, con la docencia en la Universidad de Deusto, donde estudi¨® cinco a?os y donde impart¨ªa clases desde hace casi 30. All¨ª gozaba de un prestigio que ayer destacaron sus actuales alumnos y sus m¨¢s directos colaboradores en la Secci¨®n Segunda de la Audiencia, entre ellos la magistrada Mar¨ªa Jes¨²s Erroba y su colega Juan Ayala, ambos tremendamente compungidos. Con ellos y con otros jueces fue ponente de significativas resoluciones judiciales. En 1990, redact¨® la sentencia condenatoria en el caso Linaza, que impuso condenas por torturas cometidas por miembros de la Guardia Civil. Tambi¨¦n fue ponente en el juicio contra seis j¨®venes por el ataque con c¨®cteles m¨®lotov contra la sede del PSE en Portugalete, en el que murieron dos socialistas. De su pu?o y letra sali¨® la sentencia condenatoria, en 1999, contra varios guardias civiles por torturas practicadas a un etarra, y junto a Erroba y Ayala absolvi¨®, en 1995, a tres agentes acusados de violar en comisar¨ªa a una mujer brasile?a.
Vitalidad mediterr¨¢nea
'Ten¨ªa un sentido mediterr¨¢neo de la vida, hab¨ªa conjugado a la perfecci¨®n lo vasco y lo catal¨¢n y se sent¨ªa muy a gusto. ETA lo ha asesinado porque era f¨¢cil', resaltaba el magistrado del Supremo Joaqu¨ªn Gim¨¦nez, que comparti¨® con ¨¦l muchos a?os en Vizcaya. Lid¨®n sol¨ªa pasar veranos en Girona, de donde era natural, y transmit¨ªa a sus familiares, preocupados por su seguridad, que 'a ¨¦l no le iban a sacar nunca de all¨ª', de Euskadi, seg¨²n su cu?ado. Su afabilidad, su cari?o y su sentido del humor, destacado por personas de su entorno y por ertzainas que trataron con ¨¦l por motivos profesionales, eran su tarjeta de presentaci¨®n. Discreto sobre sus opiniones pol¨ªticas, nunca perteneci¨® a una asociaci¨®n judicial.
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