Repertorio y clasicismo

He aqu¨ª una experiencia infrecuente en nuestro teatro: un ayudante de direcci¨®n que andando el tiempo se convertir¨ªa en director esc¨¦nico retoma, o m¨¢s bien reconstruye, el montaje de su maestro sobre esta novela de P¨¦rez Gald¨®s. Es lo que ha hecho Manuel Canseco respecto de la puesta en escena del gran Jos¨¦ Luis Alonso, director fallecido hace unos diez a?os, que destac¨® en Madrid por la pulcritud, delicadeza y entusiasmo de sus numerosas creaciones, un aut¨¦ntico especialista de ese teatro de repertorio bien hecho, y un tanto a la europea, contra el que tanto bram¨® un teatro independiente que ahora lo dar¨ªa todo por alcanzar como fuera esa solvencia indiscutible.

Desconociendo el montaje de referencia es imposible establecer comparaciones, aunque tampoco se trata de eso, sino de constatar la sabidur¨ªa de P¨¦rez Gald¨®s, lejos ya el esc¨¢ndalo montado en el estreno de su Electra, para seguir el modelo del naturalismo realista franc¨¦s, que tan bien conoc¨ªa, a la hora de a?adir ciertos tintes rurales a un drama que podr¨ªa ser de ahora mismo por casi todas las razones excepto por las que tienen que ver con lo estil¨ªstico. Mar¨ªa Fernanda d'Oc¨®n, vieja dama de la escena, que se las sabe todas, arranca aplausos y emociones en su resuelta Benina, y administra con igual sabidur¨ªa esc¨¦nica su presencia y sus silencios al frente de un reparto cuyo n¨²cleo principal est¨¢ muy hecho en esta clase de montajes m¨¢s o menos rememorativos. Un montaje correcto que ofrece tambi¨¦n la ocasi¨®n de reflexionar sobre el lugar que la pr¨¢ctica actual del teatro reserva a esos textos ya cl¨¢sicos (aunque, como aqu¨ª, est¨¦n tomados de una novela), susceptibles de permanecer en la n¨®mina del repertorio sin ser obras maestras, y que tantas veces certifican el pulso real de la escena m¨¢s all¨¢ de los grandes ¨¦xitos y de los rotundos fracasos. Un teatro necesario.