La polic¨ªa vigilar¨¢ la plaza del Dos de Mayo para evitar el vandalismo
Grupos de j¨®venes se citan en la zona para beber
La polic¨ªa establecer¨¢ una vigilancia especial en la plaza del Dos de Mayo, donde durante el pasado fin de semana se registraron incidentes entre vecinos y j¨®venes que acuden hasta all¨ª para practicar el botell¨®n (beber en grupo y en la calle). Para combatir el fr¨ªo, un grupo de chicos decidi¨® encender hogueras. Los bomberos acudieron, advertidos por los vecinos, pero necesitaron ayuda policial para hacer frente a varios j¨®venes que les apedrearon.
Los j¨®venes del botell¨®n toman durante los fines de semana la plaza del Dos de Mayo (Centro) y aleda?os. Los vecinos, asustados por las continuas peleas y borracheras, se atrincheran en sus casas y procuran moverse lo menos posible por la zona. El viernes decidieron llamar a los bomberos y a la polic¨ªa al ver que varios muchachos arrancaban ramas de los ¨¢rboles y encend¨ªan fogatas en medio de la plaza. Los incidentes se volvieron a repetir el s¨¢bado. Agentes de la Unidad de Intervenci¨®n Policial de la Polic¨ªa Nacional (antidisturbios) se desplazaron a la zona, donde los j¨®venes comenzaron a lanzarles objetos (aunque algunos de ellos aseguraron despu¨¦s que la polic¨ªa hab¨ªa cargado 'sin ning¨²n motivo'). Algunos veh¨ªculos aparcados en la zona sufrieron da?os leves. Tras los incidentes, la polic¨ªa enviar¨¢ un ret¨¦n de vigilancia que impida actos vand¨¢licos.
Los viernes y los s¨¢bados, alrededor de las las siete de la tarde, empiezan a llegar los m¨¢s j¨®venes, que tienen que regresar a sus casas antes. 'Vienen chicos de unos 12 a?os en adelante, es deprimente', comentan los vecinos. 'Se emborrachan y luego se enzarzan en peleas entre ellos', cuentan.
Los vecinos aseguran que la situaci¨®n se repite semana tras semana sin que las autoridades tomen medidas. Por la ma?ana, aparecen muy temprano los operarios de limpieza para borrar las huellas de la juerga de la noche anterior. Pero no pueden hacer desaparecer los restos de las hogueras, ni las pintadas que ensucian los muros y los columpios de los m¨¢s peque?os. El Ayuntamiento gasta 200 millones al a?o en limpiar los cerca de 30 puntos de botell¨®n que tiene localizados en la capital, situados la mayor¨ªa en el distrito Centro.
La plaza recupera, tras los esfuerzos de los servicios de limpieza, un aspecto familiar y tranquilo. Por la ma?ana los vecinos empiezan a aparecer, compran el pan, se acercan al quiosco a por el peri¨®dico. Algunos ni?os juegan en los dos recintos infantiles, al lado del monumento a Dao¨ªz y Velarde.
Gerardo, que vigila a su sobrino, opina que la situaci¨®n es vergonzosa. 'Me da pena y asco', afirma. ?l y su mujer est¨¢n pensando en tener un ni?o. 'Pero cuando llegue nos tendremos que cambiar de barrio, vivir aqu¨ª con ni?os es imposible', comenta se?alando un trozo de cristal que asoma entre la arena del parque donde juegan los ni?os. 'Adem¨¢s, hacen sus necesidades en cualquier sitio, incluido el parque infantil', se lamenta Gerardo, en referencia a los j¨®venes que acuden el fin de semana. El sentimiento generalizado entre los vecinos es de impotencia. Las personas mayores est¨¢n atemorizadas. 'Se meten hasta en el portal de casa a hacer sus necesidades, y si les dices algo te insultan. As¨ª no se puede vivir', protesta una mujer.
'No razonan, s¨®lo gru?en'
Los comerciantes de la zona no aguant¨¢n m¨¢s. 'Nos apedrean si no les dejamos entrar a los ba?os', comenta indignada la propietaria de un negocio. El pasado viernes los comerciantes de la plaza intentaron hablar con los chicos. 'Pero no razonan, ni siquiera hablan, s¨®lo gru?en. Me llegaron a decir que los viejos nos tenemos que ir si no sabemos divertirnos', relata la due?a de un bar. 'Pero ?ad¨®nde vamos?', se pregunta. 'Tengo 44 a?os y llevo 20 viviendo y trabajando aqu¨ª, tengo dos hijas y mi vida hecha. No tengo posibilidades para trasladarme a otro lugar', explica la mujer.
Las asociaciones de vecinos y de comerciantes est¨¢n en contacto. Piensan adoptar las medidas necesarias. El deterioro es cada vez mayor y temen que, a pesar de tener una clientela fiel, ¨¦sta acabe abandonando la zona. El botell¨®n apareci¨® por el barrio hace unos cuatro a?os, pero en los dos ¨²ltimos la situaci¨®n ha empeorado. Los j¨®venes suelen comprar las bebidas alcoh¨®licas, en oferta, en tiendas de alimentaci¨®n regentadas por ciudadanos chinos. Les cobran 475 pesetas por dos litros de bebida de cola y otros dos de vino, para hacer calimocho, y les regalan un vaso grande con hielo.
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