Se busca un lugar en el sol
La concesi¨®n de un Oscar de la Academia de Hollywood, y m¨¢s si est¨¢ destinado al cine ajeno, es una decisi¨®n, con frecuencia ama?ada y tosca, hija de la pol¨ªtica gremial del cine californiano, cuya l¨®gica no es sutil ni intrincada, sino que est¨¢ guiada por criterios, o falta de ellos, previsibles. E imagino, porque otras veces lo han demostrado, que los miembros de nuestra Academia del Cine conocen el terreno que pisan, pues hay veces que han seleccionado, sin caer en inconsecuencia, para representarnos en Hollywood a un filme que luego no han elegido en los Goya como el mejor del a?o. No hay en ello contradicci¨®n, sino una sagaz deducci¨®n pr¨¢ctica: aunque ¨¦sta no es la mejor pel¨ªcula, s¨ª es la que mejor puede abrirse camino en Hollywood, que no busca el mejor cine, sino otra cosa. Hay mejores filmes espa?oles que Juana la Loca, pero no creo que haya otro m¨¢s adecuado para hacerse con uno de los huecos que Hollywood destina al cine del mundo.
Viene de antiguo la idea de que los Oscar m¨¢s cre¨ªbles, los m¨¢s convincentes e indiscutidos, los que dejan ver por detr¨¢s indicios de un mayor afinamiento de las razones de su concesi¨®n, son los cuatro que van a parar a las manos de los int¨¦rpretes, que con inexplicable frecuencia s¨ª suelen ser los mejores. Es una evidencia de Hollywood que su gente entiende del trabajo de actores y actrices. La solvencia y el entendimiento de sus gremios, que en otros apartados brilla por su ausencia, es en este terreno incuestionable. Y nada hay por ello m¨¢s razonable que enviar a los acad¨¦micos californianos que se molestan en ir a verlas, que por lo visto no son muchos, pel¨ªculas ajenas con buenas interpretaciones dentro, que es el caso de Juana la Loca, que no tiene dentro una buena, sino una espectacularmente buena interpretaci¨®n de Pilar L¨®pez de Ayala, cuya composici¨®n configura uno de esos luminosos golpes de presencia que deslumbran a los viejos degustadores de las alquimias del juego de rostros.
Es m¨¢s que posible, es veros¨ªmil, que si alguien que conoce a fondo, y desde dentro, los entresijos de la jungla de celuloide, mueve con tacto y astucia las proyecciones californianas de Juana la Loca y, sobre todo, mueve a sus votantes potenciales, ¨¦stos pueden conducir a la pel¨ªcula a uno de los cinco dorados rincones de la opci¨®n al Oscar. Pero si no hay tal movimiento subterr¨¢neo o hay falta de tino en ¨¦l, es improbable que Juana la Loca sea seleccionada, aunque lo merezca, para formar parte del quinteto de aspirantes. Y, entonces, m¨¢s que Vicente Aranda -que hace un trabajo de direcci¨®n muy inteligente y s¨®lido, pero que es un cineasta con el destino fijado en los modos y los cauces del cine europeo- ser¨ªa Pilar L¨®pez de Ayala, enorme muchacha actriz con el futuro abierto de par en par, quien ver¨ªa perderse a su espalda un impagable empuj¨®n hacia s¨ª misma, hacia el caudal de genio dram¨¢tico a medio aflorar que lleva dentro y que la gente de Hollywood sabr¨ªa percibir, si se lo muestran.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.