Farmacias y liberalismo econ¨®mico
En la edici¨®n del s¨¢bado pasado, un lector se quejaba del se?or Aznar por no llevar a las farmacias el liberalismo econ¨®mico que tanto predica. El firmante de esa carta parece desconocer que son las comunidades aut¨®nomas las responsables de la ordenaci¨®n farmac¨¦utica, existiendo tantos modelos y tan distintos como n¨²mero de comunidades aut¨®nomas. Somos muchos los farmac¨¦uticos que creemos en la necesidad de que exista una ¨²nica ordenaci¨®n farmac¨¦utica nacional o, mejor, europea.
La sanidad (junto con la justicia y sectores de la educaci¨®n) es uno de los pilares del Estado al que no es bueno aplicar la filosof¨ªa liberal, pues acabar¨ªamos con que la buena sanidad (como ocurre con la educaci¨®n o la justicia) s¨®lo llegar¨ªa a aquellos que puedan pagarla. En temas farmac¨¦uticos el intervensionismo del Estado es necesario:
1. No es la ley de la oferta y la demanda, sino el Estado quien controla el precio de los medicamentos.
2. Las farmacias tienen leyes que les proh¨ªben estimular el consumo de medicamentos, y as¨ª vender m¨¢s para salvar una mala situaci¨®n econ¨®mica.
3. Si se liberaliza el mercado, las farmacias se establecer¨ªan en las calles importantes de los grandes n¨²cleos de poblaci¨®n, nadie querr¨ªa irse a un pueblo de 500 habitantes o a un barrio marginal y problem¨¢tico.
En los pa¨ªses donde se ha practicado el liberalismo salvaje (Chile, M¨¦xico, Estados Unidos o el Reino Unido), el farmac¨¦utico pr¨¢cticamente ha desaparecido, la propiedad de las farmacias ha pasado a manos de la industria farmac¨¦utica y de las compa?¨ªas de seguros, m¨¢s inclinadas a los intereses econ¨®micos que a los sanitarios. Lo que ocurre en estos pa¨ªses nos ense?a que el liberalismo del servicio farmac¨¦utico s¨®lo beneficia a los grandes poderes econ¨®micos.-
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