?Viva el t¨²nel de Mitre!
Soy usuario, vecino y, como la mayor¨ªa de ustedes, patrocinador del t¨²nel de Mitre. Al principio -hace tanto tiempo que ni siquiera me acuerdo-, contempl¨¦ ilusionado los movimientos de tierras y so?¨¦ con una v¨ªa r¨¢pida que me permitiera llegar a la Zona Franca en 10 minutos. Los vecinos andaban mosqueados y denunciaban defectos de concepci¨®n y construcci¨®n. En los debates espont¨¢neos que se produc¨ªan en tiendas, aceras o a pie de obra, yo defend¨ªa el progreso y las grandes infraestructuras hasta que, tras las sucesivas y euf¨®ricas inauguraciones oficiales, mi coche y yo probamos el t¨²nel y lo sufrimos en nuestros respectivos hierros y carnes. Los indignados vecinos redactores de cartas a los peri¨®dicos, amantes de pancartas en los balcones, ten¨ªan raz¨®n: el t¨²nel era un asco que, con sus defectos, mancillaba no s¨®lo a los habitantes de la zona, sino tambi¨¦n la gloriosa memoria de ese heroico general Mitre, argentino, soldado, orador, pol¨ªtico, historiador, seductor de masas y, seg¨²n cuentan, autor de una traducci¨®n de la Divina Comedia.
Barcelona ahora es una ciudad patol¨®gicamente toxic¨®mana de excavadoras y taladradoras. Le va la marcha.
Tras unos meses de colapso permanente, la l¨®gica fue ganando terreno y se decidi¨® iniciar las obras de rectificaci¨®n del trazado. Pens¨¦ que eso aliviar¨ªa el cabreo de los vecinos, pero no: los m¨¢s afectados volv¨ªan a estar en contra. Siguiendo mi desastrosa intuici¨®n de progre papanatas, me aline¨¦ de nuevo en favor de las autoridades. 'No puede ser que el Ayuntamiento tropiece dos veces con el mismo t¨²nel', dec¨ªa. Y para echar le?a a los incendios dial¨¦cticos, a?ad¨ªa: 'Es que sois unos carcas, co?o'. Pero la verdad es que el t¨²nel segu¨ªa siendo una experiencia desastrosa en un barrio maltratado (reurbanizaci¨®n del estadio de Sarri¨¤ y de Piscinas y Deportes, t¨²nel de Mitre, conversi¨®n de la Via Augusta en autov¨ªa, construcci¨®n del colector de aguas de Ganduxer, obras del tranv¨ªa de la Diagonal, acceso a la plaza de Sarri¨¤...) pero que no tiene derecho a quejarse porque se supone que los que vivimos en ¨¦l somos unos pijos y, por tanto, a joderse toca.
Ahora, cuando parec¨ªa que la resignaci¨®n hab¨ªa permitido volver a la normalidad, las obras del Cintur¨®n de Ronda han vuelto a perturbar la ruta de muchos conductores y el tr¨¢fico de los barrios colindantes. El t¨²nel de Mitre, fiel a su dantesca idiosincracia, tambi¨¦n vuelve a estar en obras, supongo que en solidaridad con su hermano mayor cintur¨®n. A seg¨²n qu¨¦ horas, resulta admirable la combinaci¨®n de desv¨ªos y tramos cortados, de luces se?alizadoras y polic¨ªas municipales, de caos y milagros que se suceden, con sus efectos especiales, desde la plaza de Cerd¨¤. A veces incluso se circula mejor por el cintur¨®n en obras que por el antiguo, lo cual me induce a pensar que se est¨¢ fraguando una nueva concepci¨®n del tr¨¢fico en la que las obras act¨²an sobre el conductor como un milagro neuronal que multiplica su destreza. Al pasar frente a las excavadoras, uno se siente reconfortado, como el creyente que, a?o tras a?o, generaci¨®n tras generaci¨®n, contempla c¨®mo las obras de la Sagrada Familia siguen, implacables, su religioso curso.
De madrugada, el largo t¨²nel que separa la plaza de Cerd¨¤ de la Diagonal es una ballena anestesiada, abandonada sobre una gigantesca mesa de quir¨®fano por cuyas entra?as nos desplazamos procurando no hacer demasiado ruido. De vez en cuando, un motorista insensato supera el l¨ªmite de decibelios y uno teme que, de repente, la bestia se despierte y todo se venga abajo. Barcelona es, desde hace a?os, una ciudad adicta a las obras. Empez¨® prob¨¢ndolas s¨®lo los fines de semana, luego durante el verano y ahora es patol¨®gicamente toxic¨®mana de taladradoras, megabarrinas y excavadoras. Le va la marcha. Se abren zanjas durante meses para un cable que ya est¨¢ superado por la tecnolog¨ªa y que, en un alarde de estafa publicitaria, nadie est¨¢ dispuesto a llevar hasta las casas. Es un caso curioso de demanda sin oferta. En un principio, parece que se trata de obras ¨²tiles, pero no. Como el rock and roll o las sopas instant¨¢neas, son una forma de entender la vida. Mientras todo est¨¦ patas arriba existir¨¢n motivos para la esperanza, para creer que, alg¨²n d¨ªa, el orden volver¨¢. Preferimos pensar que estamos en permanente estado de reformas para, de este modo, seguir so?ando con la normalidad. Llevo 30 a?os en esta ciudad. La Sagrada Familia siempre ha estado en obras. Muchos barrios tambi¨¦n. He visto levantar rondas y v¨ªas r¨¢pidas y he presenciado muchas extenuantes pol¨¦micas urban¨ªsticas. El Moll de la Fusta, aquel inolvidable fiasco que algunos defendieron con ilustrados modales de perdonavidas con master. Las plazas duras, esos solarios parrilla de los que huyen incluso las ratas. La Ronda Litoral, esa eterna retenci¨®n con accidentes. La Ronda de Dalt, con sus rectificaciones de ¨²ltima hora. El nudo de la Trinitat: la complejidad hecha materia. Pero si me dan a elegir con qu¨¦ fiasco me quedo, con qu¨¦ obra m¨¢s me identifico, cu¨¢l es aquella que mejor describe nuestro car¨¢cter individual y colectivo, cu¨¢l me conmueve hasta l¨ªmites casi po¨¦ticos, me quedo con el t¨²nel de Mitre, ese que cada vez que vuelvo de un viaje y regreso a ¨¦l me hace decir, como el extraterrestre de Spielberg, 'mi casa'.
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