C¨®mo definir a un terrorista
Has o¨ªdo que Osama Bin Laden viene a Macedonia?
-No, ?por qu¨¦?
-Porque hemos declarado una amnist¨ªa para los terroristas.
Este chiste macedonio, que me contaron hace poco en la ciudad de Skopje, nos invita a reflexionar sobre una de las cuestiones m¨¢s importantes en el mundo posterior al 11 de septiembre: ?qui¨¦n es terrorista? La comunidad internacional necesita urgentemente una respuesta a esta pregunta.
Los nacionalistas eslavos de Macedonia insisten en que se las tienen que haber con su propio Osama Bin Laden encarnado en un dirigente de la guerrilla albanesa macedonia llamado Ali Ahmeti. A pesar de ello, dicen, Estados Unidos y la OTAN llegan a acuerdos con este terrorista y presionan al Gobierno macedonio para que le garantice la amnist¨ªa. Aunque los reg¨ªmenes nacionalistas de todo el mundo han jugado siempre esta carta sem¨¢ntica -Rusia denuncia a los 'terroristas' chechenos, Israel a los 'terroristas' palestinos, China a los 'terroristas' tibetanos, etc.- con muy diverso grado de justificaci¨®n, en este caso, sin embargo, no son s¨®lo los nacionalistas locales los que miran a Ali Ahmeti con malos ojos.
De la guerra de Kosovo, Ahmeti extrajo la conclusi¨®n de que en pocos meses de lucha armada se puede conseguir m¨¢s que los pol¨ªticos albaneses en casi una d¨¦cada de pol¨ªtica pac¨ªfica
'Ahmeti fue un estudiante radical; combinaba el nacionalismo alban¨¦s con el marxismo-leninismo. Estuvo en prisi¨®n. A los 22 a?os particip¨® en una insurrecci¨®n de estudiantes albaneses
Ali Ahmeti: 'No puede ser terrorista la persona que lleva la insignia de un ej¨¦rcito, que lucha por un objetivo, que respeta la Convenci¨®n de Ginebra y el Tribunal de La Haya y que act¨²a p¨²blicamente con nombres y apellidos'
El 27 de junio de 2001, el presidente George W. Bush firm¨® un decreto por el que se bloqueaban todas las propiedades en territorio estadounidense y las donaciones a una lista de personas que participaban o apoyaban la 'violencia extremista en la Antigua Rep¨²blica Yugoslava de Macedonia' y en otras partes del oeste de los Balcanes. 'Encuentro', dec¨ªa la medida presidencial, 'que estas acciones constituyen una amenaza extraordinaria y destacada para la seguridad nacional y la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos, y por la presente orden decreto una emergencia nacional para hacer frente a esta amenaza'. Cerca del encabezamiento de la lista de personas tan impresionantemente estigmatizadas est¨¢ 'Ahmeti, Ali, miembro del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN)'. Nacido el 4 de enero de 1959 en Kicevo, Macedonia. Aunque la orden presidencial no utiliza en realidad la palabra 'terrorista', le trata como si lo fuese. En mayo de este a?o, el secretario general de la OTAN, Lord (George) Robertson, calific¨® al Ejercito de Liberaci¨®n Nacional que dirige Ahmeti como 'una banda de sanguinarios malhechores cuyo objetivo es destruir una Macedonia democr¨¢tica'.
Sin embargo, a mediados de agosto, por una fuerte presi¨®n de Estados Unidos, la OTAN y los negociadores europeos, los representantes de los eslavos y de los albaneses de Macedonia firmaron un acuerdo de paz. A cambio de modificaciones en la Constituci¨®n y la adminstraci¨®n con el fin de garantizar a los albaneses de Macedonia la igualdad de derechos en el Estado macedonio, el ELN deber¨ªa cesar de combatir y entregar un gran n¨²mero de sus armas a la OTAN. Como parte del acuerdo, el presidente macedonio, Boris Trajkovski, se compromet¨ªa a amnistiar a los insurrectos, compromiso que la OTAN le garantiz¨® a Ahmeti. Tal y como me explic¨® de manera inolvidable el presidente Trajkovski: 'He firmado un acuerdo con el secretario general (de la OTAN) y el representante del secretario general ha firmado un acuerdo ?con los terroristas!'.
He encontrado cierta confusi¨®n entre los representantes occidentales en Skopje sobre lo que es Ahmeti. Un oficial militar brit¨¢nico de alto rango, que hab¨ªa pasado a?os combatiendo al IRA en Irlanda del Norte, me dijo, con ¨¦nfasis y vehemencia, que Ahmeti y sus compa?eros del ELN son terroristas. Dijo: 'Encajan perfectamente en la definici¨®n de terrorismo de la OTAN'. Otros altos representantes de la OTAN, civiles y militares, calificaron las acciones del ELN como 'insurrecci¨®n' y expresaron su admiraci¨®n por la moderaci¨®n mostrada por Ahmeti y sus hombres durante los siete meses de su inesperada campa?a exitosa. Sobre el papel, las organizaciones internacionales se han refugiado, como es habitual, en un eufemismo cubierto por un acr¨®nimo. 'EAAG' dec¨ªan los documentos, siglas en ingl¨¦s de Grupo Armado ?tnico Alban¨¦s.
Me pareci¨® que pod¨ªa ser ¨²til interrogar al propio Ahmeti, as¨ª es que, junto con un ch¨®fer e int¨¦rprete alban¨¦s, ascend¨ª hacia las bellas y frondosas monta?as del oeste de Macedonia, dej¨¦ atr¨¢s los controles de la polic¨ªa macedonia, dej¨¦ atr¨¢s grandes pueblos en las laderas con fulgurantes minaretes, dej¨¦ atr¨¢s una se?al de carretera improvisada que dec¨ªa 'Alto: ELN', hasta llegar a la aldea de Sipkovica. Esquivando mulas cargadas con grandes haces de paja que sub¨ªan por las empinadas y estrechas calles empedradas, conseguimos llegar a una gran casa vigilada por j¨®venes con vaqueros y gafas de sol. Mientras esper¨¢bamos, nos mostraron con orgullo un Audi negro 'capturado' al presidente del Parlamento macedonio. En el interior de la casa, Ahmeti, un hombre de aspecto ajado con el cabello gris peinado hacia atr¨¢s y dedos muy manchados de nicotina, se sentaba con las piernas cruzadas sobre un sill¨®n de apariencia pasada y me ofrec¨ªa lo que denomin¨® un 'muy buen' whisky, un Bowmore de 15 a?os de la isla escocesa de Islay. ?l tambi¨¦n bebi¨®. (En los Balcanes, el Islay le gana la partida al islam).
Tras unos minutos de conversaci¨®n preliminar, le dije a Ahmeti que desde el 11 de septiembre hab¨ªa un intenso debate sobre el terrorismo y que 'algunos dir¨ªan que es usted un terrorista'. ?C¨®mo les responder¨ªa?
Cuando se le tradujo mi pregunta, los guardaespaldas se movieron ligeramente en sus asientos. Ahmeti respondi¨® tranquila y lentamente. Yo esperaba que sus palabras fuesen del estilo 'No, soy un luchador por la libertad', pero su respuesta fue m¨¢s cuidadosa: 'No puede ser terrorista la persona que lleva la insignia de un Ej¨¦rcito, que lucha por un objetivo, que respeta la Convenci¨®n de Ginebra y al Tribunal de La Haya, que act¨²a p¨²blicamente con nombre y apellidos y responde de todas sus acciones... Alguien que busca buenas reformas y democracia para el pa¨ªs, y que las personas sean iguales ante la ley'.
Es evidente que no podemos conformarnos con esto. Hay que fijarse en lo que el ELN ha hecho realmente y en lo que a¨²n podr¨ªa hacer. Tampoco deber¨ªamos refugiarnos en ese tedioso relativismo de la frase que tantas veces he o¨ªdo en Europa en las ¨²ltimas semanas: 'El que es un terrorista para uno, para otro es un luchador por la libertad'. Es evidente que sobre este asunto hay dobles raseros flagrantes en todo el mundo. Los kurdos son luchadores por la libertad en Irak y terroristas en Turqu¨ªa, o viceversa, seg¨²n el punto de vista de quien hable. Es evidente que el tipo de cambios repentinos que hemos visto frecuentemente en la pol¨ªtica y el lenguaje occidentales invitan al cinismo. El proscrito terrorista Ahmati, se convierte en un valioso socio en un proceso de paz. El heroico luchador antisovi¨¦tico pagado por la CIA, Osama Bin Laden, se convierte en el terrorista m¨¢s buscado del mundo. El antiguo terrorista (?o era luchador por la libertad?) Menachem Begin gana el Premio Nobel de la Paz.
Aunque tambi¨¦n es cierto que las personas cambian. Pueden descender en una espiral de brutalidad, como el Kurtz de [la novela En el coraz¨®n de las tinieblas, de Joseph] Conrad, o resurgir de las tinieblas, si llegan a la conclusi¨®n de que sus prop¨®sitos pol¨ªticos pueden lograrse mejor abandonando la lucha armada: el ex terrorista alem¨¢n Horst Mahler, el dirigente del Sinn Fein, Gerry Adams, Nelson Mandela. Tambi¨¦n es cierto que hay muchos tipos diferentes de terrorismo, y que no todas las formas de utilizar la violencia para conseguir fines pol¨ªticos se pueden definir adecuadamente como terrorismo. Si no queremos perder la 'guerra (global) contra el terrorismo', que ha proclamado el Presidente Bush tras el 11 de septiembre, necesitamos llegar a comprender estas diferencias en su complejidad.
I. CUATRO ASPECTOS
He aqu¨ª cuatro aspectos que hay que observar para determinar si alguien es un terrorista y qu¨¦ clase de terrorista: biograf¨ªa,objetivos,m¨¦todos y contexto. S¨®lo una combinaci¨®n de las cuatro puede ofrecer una respuesta. Voy a usar el ejemplo de Ahmeti y el ELN, pero esta matriz puede ser aplicada a cualquier caso.
Biograf¨ªa.
?Qui¨¦nes son, de d¨®nde vienen y qu¨¦ es lo que realmente quieren? ?Por qu¨¦ 15 de los 19 asesinos del 11 de septiembre ven¨ªan de Arabia Saud¨ª? ?Qu¨¦ es lo que realmente quiere Osama Bin Laden: destruir Occidente, purificar el islam, derribar la casa real saud¨ª o simplemente cambiar la sucesi¨®n saud¨ª? Las preguntas cl¨¢sicas en el trabajo [de los servicios] de inteligencia son tambi¨¦n las primeras preguntas inteligentes a plantearse sobre cualquier sospechoso de terrorismo. La biograf¨ªa puede no ser el n¨²cleo de toda la Historia, pero s¨ª lo es de este fragmento.
A cualquiera que conozca a los albaneses de Kosovo y Macedonia, le ser¨¢ familiar lo que sabemos sobre la vida de Ali Ahmeti. Proviene de la aldea de Zajas, cerca de la ciudad de Kicevo, en una regi¨®n monta?osa en el oeste de Macedonia habitada en su mayor¨ªa por albaneses, aunque estudi¨® en la Universidad de Pristina, en Kosovo. (Entonces todo ello era la Yugoslavia de Tito). Fue un estudiante radical. Al igual que otros muchos en esa ¨¦poca, combinaba el nacionalismo alban¨¦s con el marxismo-leninismo. Pas¨® algunos meses en prisi¨®n. A los 22 a?os particip¨® activamente en la insurrecci¨®n de los estudiantes albaneses en Pristina en 1981. Despu¨¦s vol¨® a Suiza. Por no tener acceso a los informes reservados de inteligencia, no s¨¦ en qu¨¦ consistieron exactamente sus 'estudios' y su 'trabajo' en Suiza, pero permaneci¨® activo en pol¨ªtica. Se dice que en el exilio se uni¨® al Movimiento por una Rep¨²blica Socialista Albanesa en Yugoslavia y organiz¨® un subcomit¨¦ macedonio de los marxistas-leninistas de Kosovo. Su estilo durante la larga conversaci¨®n que mantuvimos me hablaba de muchas horas dentro de cuartos llenos de humo discutiendo sobre pol¨ªtica revolucionaria. Me dijo que hab¨ªa le¨ªdo mucho, 'por ejemplo, sobre psicolog¨ªa y guerra de guerrillas'.
Aunque opera en una poblaci¨®n rural mayoritariamente musulmana, no mencion¨® el islam en ning¨²n momento de nuestra conversaci¨®n, y dio todav¨ªa muchas menos muestras de sentir afinidad por grupos terroristas isl¨¢micos como Al Qaeda. Es l¨®gico suponer que un nacionalista alban¨¦s ex marxista-leninista y bebedor de whisky no se ve a s¨ª mismo formando parte de ninguna internacional musulmana.
Sus movimientos durante los noventa no est¨¢n claros. Me cont¨® que hab¨ªa regresado a Macedonia en 1993 donde se encontr¨® con que sus compatriotas albaneses segu¨ªan esperando el reconocimiento por la v¨ªa pac¨ªfica de sus derechos en el seno de la reci¨¦n independizada Macedonia. Un informe sin confirmar le sit¨²a en 1997 en Tirana, la capital de Albania, intentando organizar grupos guerrilleros. La influencia de su t¨ªo, Fazli Veliu, un antiguo maestro de escuela en la misma aldea de Vajas (y otro nombre que figura en la lista de exclusi¨®n [de presuntos terroristas] del presidente Bush del 27 de junio) fue importante. Ahmeti se uni¨® a un peque?o partido pol¨ªtico llamado LPK, en cuya creaci¨®n hab¨ªa colaborado el t¨ªo Fazli. El LPK fue el principal precursor del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo (ELK). Tambi¨¦n colabor¨® en la organizaci¨®n del fondo Homeland Calling, que recog¨ªa dinero para la lucha armada en Kosovo entre los albaneses que viv¨ªan en el extranjero. Nunca podremos saber cu¨¢nto de este dinero proven¨ªa del tr¨¢fico de drogas, la prostituci¨®n o las redes de protecci¨®n de tipo mafioso, pero es seguro que parte de ¨¦l proven¨ªa de donaciones patri¨®ticas de albaneses corrientes.
Es evidente que el alzamiento del ELK en Kosovo en 1998-99 fue una importante experiencia formativa. Ahmeti me dijo que en esa ¨¦poca estaba en Kosovo, pero que no luch¨®. Otros informes dicen que s¨ª lo hizo. No es casualidad que las siglas en alban¨¦s del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional de Macedonia sean las mismas que las del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo: UCK. Algunas de las principales figuras del ELN provienen del ELK. Y tambi¨¦n las armas. Y sobre todo, era un ejemplo inmediato. Le pregunt¨¦ a Ahmeti si cre¨ªa que los macedonios albaneses estaban preparados en 1998 para combatir por sus derechos. Dijo que no, 'por la situaci¨®n en Kosovo'. Sin embargo, despu¨¦s de que Occidente llegase a Kosovo y -tal y como lo vieron la mayor¨ªa de los macedonios albaneses-, como consecuencia de ello el ELK 'ganase', en febrero de este a?o hab¨ªa ya suficientes personas dispuestas a o¨ªr el llamamiento a las armas. La mayor¨ªa de los combatientes comunes del ELN son macedonios albaneses, muchos de los cuales se hab¨ªan comprado sus propias armas.
Para resumir lo que me cont¨®, dir¨ªa que Ahmeti, que ahora tiene 42 a?os, extrajo dos conclusiones principales de la guerra de Kosovo. La primera, que en pocos meses de lucha armada se puede conseguir m¨¢s que los pol¨ªticos albaneses en casi una d¨¦cada de pol¨ªtica pac¨ªfica. Y como en Kosovo, en Macedonia. La segunda, que s¨®lo se puede hacer si se consigue involucrar a Occidente. Este era el gran objetivo t¨¢ctico y la gran inc¨®gnita. Me dijo que cuando comenz¨® la insurrecci¨®n en febrero 'sab¨ªa que no pod¨ªamos ganar sin la ayuda de Occidente. Pero no sab¨ªamos hasta donde nos ayudar¨ªan...'. Por lo que debi¨® hacer todo lo posible para implicar a Occidente. Esto significaba limitar deliberadamente tanto los objetivos como los m¨¦todos. Era la oportunidad para la Macedonia albanesa. Era la oportunidad para Ali Ahmeti.
Objetivos.
Sea cual sea el embrollo de motivos condicionados por la biograf¨ªa -y los motivos humanos frecuentemente no est¨¢n claros ni para nosotros mis-mos- hay que analizar tambi¨¦n los objetivos que proclama un grupo o movimiento terrorista. En ocasiones, como es el caso de Al Qaeda o de la Facci¨®n del Ejercito Rojo alemana, el conjunto de los objetivos es tan vago, apocal¨ªptico y generalista que no podr¨ªa ser alcanzado en un mundo real. Sin embargo, en ocasiones est¨¢n claros y -por mucho que lamentemos las t¨¢cticas que derraman sangre de personas inocentes- son en cierto modo objetivos racionales, que, antes o despu¨¦s, podr¨ªan alcanzarse en el mundo real. El ELK quiere la independencia de Kosovo; el IRA, una Irlanda reunificada; ETA, la independencia del Pa¨ªs Vasco...
El ELN se ha destacado por la claridad y la relativa modestia de sus objetivos declarados. Ahmeti insisti¨® desde el principio en que s¨®lo quer¨ªan aquello por lo que los pol¨ªticos albaneses macedonios llevaban luchando desde la independencia de Macedonia en 1991: igualdad de estatus y de derechos para los albaneses de Macedonia. ?stos deber¨ªan ser reconocidos como una naci¨®n constitutiva de la Rep¨²blica de Macedonia. El idioma alban¨¦s deber¨ªa ser aceptado como una lengua oficial en el Parlamento y la Administraci¨®n p¨²blica. Los albaneses deber¨ªan tener derecho a la educaci¨®n superior en su propio idioma. Los albaneses deber¨ªan estar representados proporcionalmente en la burocracia, los tribunales y, especialmente, en la polic¨ªa, que deber¨ªa dejar de hostigarles. Deber¨ªa aumentar la cesi¨®n de competencias a los gobiernos locales -cuyas implicaciones para las zonas con mayor¨ªa albanesa son evidentes. Sin embargo, Macedonia deber¨ªa seguir siendo un Estado unitario y multi¨¦tnico.
En comparaci¨®n con las demandas del ELK, de los serbios y croatas de Bosnia, del IRA o de ETA, ¨¦stas parecen pensadas por Amnist¨ªa Internacional. A la mayor¨ªa de los representantes occidentales les parecen razonables y creen que el Estado macedonio las deber¨ªa haber concedido hace muchos a?os. Pueden decirme que estas reclamaciones son t¨¢cticas, pensadas para atraer a Occidente. Y lo son. Ahmeti me pareci¨® cauto, esquivo, incluso evasivo, respecto a estas cuestiones pol¨ªticas -es decir, habl¨® como un pol¨ªtico. Con el estilo del viejo camarada marxista-leninista que es, se ci?¨® con firmeza a la l¨ªnea del partido: igualdad de derechos en un Estado unitario y multi¨¦tnico, ?y nada m¨¢s! A mi me pareci¨®, sin embargo, que lo hizo con cierta convicci¨®n personal- y con buenos argumentos.
Le pregunt¨¦ porqu¨¦ no se pod¨ªa considerar para Macedonia una soluci¨®n federal similar a la suiza. Me sonri¨®. '?En un pa¨ªs con s¨®lo dos millones de personas y 25.000 kil¨®metros cuadrados?'. Ser¨ªa rid¨ªculo. El federalismo significar¨ªa nuevos l¨ªmites territoriales y rivalidad entre las partes constituyentes. En todo caso, ?c¨®mo trazar las l¨ªneas en un pa¨ªs en el que los macedonios albaneses y eslavos viven totalmente mezclados? 'O estamos en el siglo XXI y pensamos en la integraci¨®n en Europa, o lo hacemos como se hac¨ªa hace cien a?os...'. Poniendo la mano sobre el coraz¨®n dijo: 'Mi pa¨ªs es Macedonia'.
No todos sus compa?eros est¨¢n de acuerdo con ¨¦l. Habl¨¦ con otro comandante del ELN, Rafiz Aliti, conocido como El Profesor porque hasta el alzamiento de la primavera era el profesor de educaci¨®n f¨ªsica del pueblo. Me dijo que ¨¦l estaba a favor de la federalizaci¨®n y 'cantonizaci¨®n' de Macedonia. Un estado unitario no dar¨ªa resultado. Si la parte macedonia no pon¨ªa en pr¨¢ctica el 'acuerdo marco' de mediados de agosto, que cumpl¨ªa sobre el papel las demandas de los albaneses moderados, volver¨ªan a la guerra. Y esta vez ser¨ªa una guerra por el territorio. ?Qu¨¦ territorio? 'El territorio en el que viven los albaneses'.
Sin embargo, hay abundantes pruebas de que la mayor¨ªa de la ¨¦lite pol¨ªtica albanesa en Kosovo [parte actual de Yugoslavia] y en Macedonia est¨¢n de acuerdo en que el objetivo a medio plazo es diferente en ambos lugares: independencia territorial en el caso de Kosovo e igualdad de derechos en el de Macedonia. Y, entre par¨¦ntesis, nada de Gran Albania para ninguno de los dos. Al menos en un futuro previsible.
Los albaneses de Macedonia tienen una muy buena raz¨®n para aceptar esta v¨ªa gradual. De acuerdo con las autoridades macedonias, alrededor del 23% de la poblaci¨®n es albanesa, aunque estimaciones no oficiales elevan este porcentaje hasta el 35%. El 'acuerdo marco' estipula la elaboraci¨®n de un nuevo censo con supervisi¨®n internacional, y ser¨¢ interesante ver qu¨¦ cifra ofrece. Sea cual sea el resultado, todo el mundo sabe que los albaneses de Macedonia tienen muchos m¨¢s hijos que los eslavos de Macedonia. Con las tasas de natalidad actuales, los albaneses probablemente sean la mayor¨ªa demogr¨¢fica hacia 2025. Y entonces la mayor¨ªa podr¨ªa elegir como presidente de Macedonia a un Ali Ahmeti de 66 a?os...
M¨¦todos.
Un anciano subido en una plataforma improvisada en el Rinc¨®n de los Oradores del Hyde Park de Londres una tarde lluviosa de s¨¢bado, que pide al Se?or que arrase todas las sucursales de Marks
El individuo o el grupo usa la violencia para conseguir sus objetivos personales o polticos? Esta violencia se dirige especficamente a los representantes armados y uniformados de los Estados, o tiene tambin como blanco a civiles? Intenta limitar las vctimas civiles en su difusin del pnico y la destruccin -como han hecho en ocasiones los paramilitares irlandeses, dando por telfono avisos de bomba- o su objetivo es el asesinato en masa de civiles inocentes, como lo fue claramente para Al Qaeda el 11 de septiembre?
Ahmeti y el ELN han elegido deliberadamente la violencia. La lecci¨®n que obtuvieron en Kosovo fue que si se juegan bien las cartas, cierta violencia calculada consigue lo que no han conseguido a?os de pol¨ªtica no violenta. Lo cual, una vez m¨¢s, se ha cumplido. Sin embargo, Ahmeti y otros se?alan que su objetivo nunca han sido los civiles. Que cumpl¨ªan con las Convenciones de Ginebra, eran respetuosos con el Tribunal de La Haya, etc. La mayor¨ªa de los observadores internacionales cree que el ELN ha causado mucho menos da?o a los civiles eslavos en Macedonia que el ELK a los civiles serbios en Kosovo. Especialmente en muchas de las ¨¢reas bajo el mando directo de Ahmeti. Sin embargo, Human Rights Watch y Amnist¨ªa Internacional han se?alado varios casos de secuestro, tortura y malos tratos por parte de miembros del ELN.
Habl¨¦ con un grupo de j¨®venes eslavos macedonios que hab¨ªan huido de sus aldeas en el oeste de Macedonia. Lo hab¨ªan hecho -incluso por su propia cuenta- despu¨¦s de haber tomado las armas contra el ELN. Contaban historias incre¨ªbles de vecinos que hab¨ªan vivido y trabajado juntos en paz durante a?os y, de repente, vuelven las armas uno contra el otro (como en Kosovo, como en Bosnia, como en Croacia...). Seg¨²n el Gobierno macedonio, como resultado de los combates unas 70.000 personas debieron huir o fueron expulsadas de sus casas. Observadores internacionales estiman que el n¨²mero es mucho menor. Tambi¨¦n dicen que los peores da?os a civiles los infligieron el Ej¨¦rcito y las fuerzas de seguridad macedonios. Las armas de un Ej¨¦rcito incompetente golpearon indiscriminadamente aldeas rebeldes -algo que, seg¨²n los manuales, no se debe hacer para combatir una insurrecci¨®n. Paramilitares, llamados los Leones, que, al igual que en la Serbia de Milosevic, trabajaban para el Ministerio del Interior, actuaron en la sombra de forma repulsiva. Y no cabe la menor duda de que los albaneses de la calle llevan a?os acosados por un cuerpo de polic¨ªa de abrumadora mayor¨ªa eslavo-macedonia.
De regreso de mi cita en la monta?a con Ahmeti, un hombre con uniforme de comandante de polic¨ªa y un soldado paramilitar con una gran cruz de madera en el cuello pararon nuestro coche. El comandante insult¨® a mi int¨¦rprete. Cuando intent¨¦ intervenir diciendo (con aires de importancia) que esa misma ma?ana hab¨ªa estado hablando con el presidente Trajkovski y que estaba seguro de que al presidente le gustar¨ªa que nos dejasen el paso libre, le dijo a mi int¨¦rprete: 'Dile a tu hombre que me importa un carajo el presidente'. Cuando sonre¨ª dijo: 'Dile que pare de sonre¨ªr'. Este polic¨ªa macedonio era la mejor propaganda para la causa albanesa.
Mi ch¨®fer alban¨¦s temblaba f¨ªsicamente luego de rabia. 'Ya ve c¨®mo nos tratan', grit¨® en su alem¨¢n chapurreado, 'si no hubiese visto al polic¨ªa haci¨¦ndonos se?ales desde el borde de la carretera, nos hubiesen disparado. No es korrekt. Es evidente que no es korrekt'.
Se trataba de una peque?a, confusa, guerra civil de baja intensidad, en la que ninguno de los dos bandos era demasiado korrekt y ninguno demasiado brutal, seg¨²n los bajos patrones de los Balcanes. Aunque fue el ELN el que comenz¨®, durante el conflicto el bando eslavo macedonio se comport¨® peor. Esto nos lleva a nuestro ¨²ltimo criterio: el contexto.
El principio b¨¢sico 1.1 del Acuerdo Marco para Macedonia dice: 'Se rechaza por completo e incondicionalmente el uso de la violencia para la consecuci¨®n de fines pol¨ªticos'. Un principio admirable, pero que no debe ser tomado totalmente al pie de la letra. Despu¨¦s de todo, al bombardear Afganist¨¢n, Estados Unidos y Gran Breta?a buscan alcanzar objetivos pol¨ªticos mediante el uso de la violencia. Aunque se podr¨ªa responder que est¨¢ justificado por los siempre respetados criterios de la guerra justa y legitimado por las coaliciones, organizaciones y leyes internacionales. En todo caso, usar la violencia pol¨ªtica desde el interior y contra un Estado leg¨ªtimo es algo muy diferente. Aunque, ?qui¨¦n decide si un determinado Estado es leg¨ªtimo?
Incluso en un Estado reconocido internacionalmente la opresi¨®n puede ser tal que la resistencia armada sea susceptible de ser considerada leg¨ªtima. ?sta es la postura que expresan con incomparable fuerza las palabras que Schiller puso en boca de Stauffacher en su 'Guillermo Tell'. Dice Stauffacher que cuando el hombre oprimido no puede encontrar justicia de otro modo, va serenamente al cielo a buscar sus eternos derechos que est¨¢n ah¨ª, inalienables e imperecederos como las estrellas. Cuando no queda otra v¨ªa, debe, necesita, tomar la espada. Tal vez as¨ª fueron los levantamientos polacos por la libertad en los siglos XVIII y XIX. As¨ª fue la Guerra de Independencia de Estados Unidos.
Por lo tanto, es muy importante en qu¨¦ tipo de Estado se est¨¢. Un caso es el de grupos como el de IRA o ETA, que usan la violencia pol¨ªtica en Estados como Gran Breta?a o Espa?a, en los que una democracia madura pone a disposici¨®n de todos por igual los medios para trabajar por un cambio pac¨ªfico. Otro caso, que grupos palestinos usen la violencia pol¨ªtica contra una ocupaci¨®n militar opresora en la franja de Gaza o en Cisjordania. Otro, el del ANC contra el r¨¦gimen de 'apartheid' de Sur¨¢frica. Otro diferente el de los duramente reprimidos albaneses de Kosovo levant¨¢ndose en armas contra el r¨¦gimen de Milosevic en Serbia. Aunque podr¨ªamos defender el principio universal 'No violencia', todos sabemos que, por su realidad pol¨ªtica y por sus contenidos morales, son casos muy diferentes y podr¨ªamos decir que algunas acciones pol¨ªticas violentas son menos injustificadas que otras.
'Por lo que tengo entendido', me comunic¨® sonriendo el presidente Boris Trajkovski, 'todos los dirigentes del mundo elogian a Macedonia'. Pues tengo una noticia para el presidente Trajkovski: no es as¨ª. En privado, muchos de ellos la maldicen. Le se?al¨¦ a un negociador occidental de muy alto nivel que ha tenido mucha relaci¨®n con Macedonia que personalmente nunca hab¨ªa conocido una ¨¦lite m¨¢s tozuda y de miras m¨¢s cortas que la eslava de Macedonia. Me respondi¨®, 'Am¨¦n. Aunque cuestionar¨ªa el uso de la palabra ¨¦lite'. Del mismo modo que llevaron a cabo la guerra contra el ELN de un modo que repercuti¨® en su contra, est¨¢n -cuando escribo esto- oponi¨¦ndose tercamente a hacer unos cambios en la Constituci¨®n que a la mayor¨ªa de los observadores internacionales les parecen por completo razonables.
Uno de los principales obst¨¢culos radica en la redacci¨®n de aquella parte del pre¨¢mbulo que se refiere al 'hecho hist¨®rico de que Macedonia se establece como un Estado nacional del pueblo macedonio...'. Como es comprensible, a los albaneses no les gusta esta referencia a un Estado nacional, especialmente cuando la palabra que se usa para 'pueblo' en este contexto es narod, que tiene un sentido de comunidad ¨¦tnica, y no el m¨¢s amplio y c¨ªvico de nacija. Aunque en el acuerdo de paz del verano la parte macedonia eslava estuvo de acuerdo en cambiar la redacci¨®n, ahora el Parlamento amenaza con no cumplirlo.
Una presi¨®n occidental extraordinaria -visitas casi semanales del representante de la Pol¨ªtica Exterior de la UE, Javier Solana, y del secretario general de la OTAN, George Robertson, (que deben tener algunos otros asuntos en mente), la retenci¨®n de la ayuda internacional para la inestable econom¨ªa macedonia hasta que se aprueben las reformas -parece incapaz de hacerles reaccionar. La nuez desaf¨ªa al martillo-. Y a niveles inferiores, la burocracia, el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa parecen tan intratables, corruptos e incompetentes como sus pol¨ªticos.
Todo ello se puede explicar. Cuando se reflexiona sobre la ¨²ltima d¨¦cada, uno simpatiza tambi¨¦n con los eslavos de Macedonia. Hay pueblos que aspiran a constituirse en Estado y pueblos que se ven empujados a ello. Cuando colaps¨® la antigua Yugoslavia en 1991, los macedonios fueron impelidos a la condici¨®n de Estado. Durante el siglo XX cada uno de los cuatro vecinos del pa¨ªs ha exigido partes de su territorio: en el periodo de entreguerras, Serbia consider¨® Macedonia parte de la Serbia del Sur, Bulgaria la estimaba parte de ella (el lenguaje macedonio es un dialecto del b¨²lgaro), los nacionalistas albaneses quer¨ªan grandes zonas para la Gran Albania y los griegos dicen que Macedonia es en realidad griega.
Ninguna de estas exigencias fue abandonada por completo y sin ambig¨¹edades en 1991. Su econom¨ªa, ya convulsionada, fue destrozada y corrompida por las sanciones a la Serbia de Milosevic y por el bloqueo griego al reconocimiento internacional de Macedonia por considerar que ya exist¨ªa una Macedonia en Grecia. (De ah¨ª el desma?ado nombre internacional, Antigua Rep¨²blica Yugoslava de Macedonia, aunque se llame a s¨ª misma simplemente Rep¨²blica de Macedonia). Posteriormente tuvo que v¨¦rselas con el gran flujo de refugiados albaneses de Kosovo. Las promesas occidentales de ayuda econ¨®mica e inversiones se han quedado en gran medida en eso, en promesas. Ah s¨ª, y dentro de un par de d¨¦cadas los eslavos de Macedonia ser¨¢n una minor¨ªa en su propio pa¨ªs. Es comprensible una cierta angustia existencial. Esto explica cosas, pero no sirve de excusa. La mayor¨ªa de los cambios que se est¨¢n haciendo (o dejando de hacer) bajo la presi¨®n del ELN y Occidente deber¨ªan haberse hecho hace a?os.
Una vez dicho esto, el hecho es que la posici¨®n de los albaneses en Macedonia a principios de este a?o no ten¨ªa nada que ver con la inolvidable evocaci¨®n del Guillermo Tell de Schiller. Todav¨ªa hab¨ªa muchas oportunidades para un cambio pac¨ªfico. Los partidos pol¨ªticos albaneses existentes estaban en el Gobierno y en el Parlamento (a¨²n lo est¨¢n), y presionaban para conseguir gran parte de esas reformas. No avanzaban demasiado r¨¢pido (en parte porque, en Macedonia, tanto los partidos eslavos como los albaneses albergan notables niveles de corrupci¨®n), pero con el tiempo, y con la presi¨®n occidental, especialmente europea, lo habr¨ªan logrado. Por mucho que se limitara deliberadamente en sus objetivos y m¨¦todos, el ELN eligi¨® de manera premeditada la v¨ªa de la violencia cuando todav¨ªa hab¨ªa otras abiertas. El resultado ha sido una aceleraci¨®n sobre el papel de las necesarias reformas, pero con muchas probabilidades en su realizaci¨®n pr¨¢ctica, ya que la guerra ha profundizado la alienaci¨®n de las comunidades eslava y albanesa en Macedonia y la radicalizaci¨®n pol¨ªtica de ambas.
As¨ª pues, ?estaba bebiendo whisky con un terrorista? Bueno, seguro que lo hac¨ªa con un pol¨ªtico y dirigente guerrillero ex revolucionario que hab¨ªa cogido las armas deliberadamente existiendo otros medios a su alcance. Es posible que la moderaci¨®n de sus objetivos declarados y el hecho de no poner a los civiles entre sus objetivos le sit¨²an en el lado correcto de la l¨ªnea por muy poco. Por muy poco. Es posible. Lo que es cierto es que se ha convertido en un abogado notablemente firme del cambio por medio de la negociaci¨®n pol¨ªtica dentro de un Estado ¨²nico y multi¨¦tnico. As¨ª pues, a lo mejor est¨¢ bien beber whisky con un terrorista reformado. Si no lo estuviese, el consumo de whisky de los dirigentes mundiales en los ¨²ltimos 50 a?os habr¨ªa disminuido en un buen n¨²mero de botellas.
?Podr¨ªan las Naciones Unidas ofrecernos alguna orientaci¨®n adicional al respecto? Durante mucho tiempo la ONU ha evitado formular cualquier definici¨®n de terrorismo. Hace poco se ha aventurado de puntillas en una. Un informe de noviembre de 2000 del Sexto Comit¨¦ de la ONU se aproxim¨® a una definici¨®n general al declarar: 'Los actos criminales con el prop¨®sito de, o calculados para, provocar un estado de terror en el p¨²blico en general, por un grupo de personas o por personas particulares por motivos pol¨ªticos no son bajo ninguna circunstancia justificables, sean cuales sean las consideraciones de naturaleza pol¨ªtica, filos¨®fica, ideol¨®gica, racial, ¨¦tnica, religiosa u otra que se utilicen para justificarlos'.
Pero una definici¨®n tan amplia no se sostiene. ?No son los talibanes un 'grupo de personas' al que esperamos provocar un estado de terror? ?Qui¨¦n decide qu¨¦ es un acto criminal?
Desde el 11 de septiembre crece el apoyo para organizar una convenci¨®n de la ONU sobre el terrorismo. Podemos plantearnos la utilidad que tendr¨ªa cualquier definici¨®n que surgiera de ella, tanto por las grandes diferencias entre los puntos de vista de los Estados miembros sobre el ¨¢mbito a tener en cuenta como por las dificultades intr¨ªnsecas, incluso para el an¨¢lisis m¨¢s neutral e independiente. Siendo realistas, lo mejor que se podr¨ªa esperar es que un grupo de Estados de espectro tan amplio como sea posible, que incluya Estados de diferentes 'civilizaciones', en el sentido del polit¨®logo Samuel Huntington, consiga llegar a un acuerdo sobre la descripci¨®n de tantos casos particulares como sea posible. Al menos Europa y Estados Unidos deber¨ªan alcanzar un acuerdo, lo que no est¨¢ en absoluto garantizado si pensamos, por ejemplo, en los diferentes puntos de vista sobre Irak o sobre Israel y la cuesti¨®n palestina. Pero incluso en este caso, aunque no surgiese una pol¨ªtica com¨²n, un an¨¢lisis conjunto supondr¨ªa al menos un punto de partida.
A este prop¨®sito, mis cuatro encabezamientos pueden servir como un modesto modelo, si bien en cada caso el contenido ser¨¢ muy diferente y no hay unas directrices universales para juzgar cada combinaci¨®n. Ya que, como agudamente se?al¨® el gran obispo [de Durham y Bristol (1692-1752), Joseph] Butler cada cosa es lo que es y no otra cosa.
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