Lecciones de la desaceleraci¨®n global
Es oficial: el mundo est¨¢ en una desaceleraci¨®n econ¨®mica, quiz¨¢ no en una recesi¨®n, pero sin duda s¨ª en una desaceleraci¨®n. Se espera que el crecimiento en 2001 sea la mitad del logrado el a?o pasado. Jap¨®n parece dirigirse a una verdadera recesi¨®n y la altaner¨ªa mostrada por Europa al decir que sus fuertes cimientos le permitir¨¢n soportar la disminuci¨®n de la actividad econ¨®mica estadounidense casi sin mella en su crecimiento no parece estar bien fundamentada.
Conforme el mundo se hunde en la desaceleraci¨®n emergen varias lecciones en cuanto a pol¨ªticas se refiere. Algunas son m¨¢s obvias que otras; todas destruyen por completo la sabidur¨ªa convencional imperante hace muy poco tiempo (un saludable recordatorio, quiz¨¢, de lo precario que es nuestro conocimiento).
Esta disminuci¨®n de la actividad econ¨®mica ha deslustrado la jactancia del Gobierno de Clinton, su promesa de que si un pa¨ªs se adher¨ªa al capitalismo al estilo estadounidense tendr¨ªa asegurada una sostenida prosperidad sin precedentes. Ahora parece, sin embargo, que algo del boom de finales de la d¨¦cada de 1990 fue tanto un espejismo como lo fue el colapsado boom de Asia del Este.
En ambos casos, una irracional exuberancia de mercado nutri¨® la inversi¨®n excesiva, lo que llev¨® a una sobrada capacidad. Visto retrospectivamente, lo mejor que puede decirse del ex secretario del Tesoro de Estados Unidos Robert Rubin y del actual presidente de la Fed, Alan Greenspan, es que disfrutaron del paseo mientras las cosas anduvieron bien, y Rubin fue lo suficientemente astuto como para escapar antes del choque. Puede decirse tambi¨¦n que los dos son culpables de conducir con descuido.
Alguna vez se pens¨® que la 'nueva econom¨ªa' era el final del ciclo de los negocios. Con la producci¨®n 'just-in-time' -que implica menores inventarios-, nuevos sistemas de informaci¨®n que permit¨ªan un mejor control de los inventarios y la reducci¨®n de la manufactura, los ciclos de inventarios parec¨ªan ser ya cosa del pasado. Pero las fluctuaciones econ¨®micas han marcado al capitalismo desde sus or¨ªgenes y los ciclos de inventarios son s¨®lo una de las fuentes de fluctuaci¨®n.
Las crisis globales de 1997 y 1998 fueron s¨®lo las m¨¢s recientes manifestaciones de las crisis financieras que siempre han plagado al capitalismo, y la combinaci¨®n de la liberalizaci¨®n de los mercados financiero y de capital con la globalizaci¨®n de los mercados de capital ha creado, si es que algo ha hecho, una mayor vulnerabilidad, especialmente en los pa¨ªses peque?os. Las burbujas de bienes ra¨ªces son otro hecho de la vida, y cuando revientan, como sucedi¨® en los a?os ochenta en Estados Unidos, Escandinavia y Tailandia, se llevan a las econom¨ªas con ellas.
Lo que est¨¢ claro es que el argumento de los fundamentalistas de mercado en cuanto a que los mercados se ajustan a s¨ª mismos es err¨®neo. El Gobierno tiene un importante papel en la estabilizaci¨®n macroecon¨®mica. La pregunta es: ?cu¨¢l es ese papel?
La tendencia a pelear la ¨²ltima guerra es, tristemente, una realidad tanto para quienes dise?an las pol¨ªticas econ¨®micas como para los generales. La crisis del petr¨®leo de 1973 llev¨® a una d¨¦cada, o m¨¢s tiempo, de inflaci¨®n y sus efectos todav¨ªa se hacen sentir. La preocupaci¨®n acerca de la inflaci¨®n llev¨® a la Fed a incrementar las tasas de inter¨¦s a finales del 2000, cuando la inminente desaceleraci¨®n necesitaba de la medicina opuesta.
Puesto que dos de las econom¨ªas m¨¢s grandes del mundo tuvieron una sostenida deflaci¨®n en los ¨²ltimos a?os y la inflaci¨®n fue contenida en casi todas partes, la atenci¨®n no deber¨ªa centrarse en la inflaci¨®n, sino m¨¢s bien en el desempleo y en la insuficiente utilizaci¨®n de la capacidad econ¨®mica. Las p¨¦rdidas potenciales que eso implica son mucho mayores que las asociadas con los ligeros incrementos en la inflaci¨®n que una pol¨ªtica macroecon¨®mica m¨¢s agresiva podr¨ªa ocasionar. En efecto, los estudios estad¨ªsticos no encontraron virtualmente ninguna evidencia de que los incrementos en la inflaci¨®n tengan efectos adversos significativos, siempre y cuando se le mantenga en un nivel bajo o moderado.
La actual falta sistem¨¢tica de demanda agregada es una raz¨®n para preocuparse. Varios de los pa¨ªses del mundo parecen estar determinados a mantener amplios super¨¢vit comerciales. Hay una ley b¨¢sica de la econom¨ªa: la suma de los super¨¢vit y los d¨¦ficit de comercio debe ser igual a cero. Si un pa¨ªs tiene un super¨¢vit, otro pa¨ªs debe tener un d¨¦ficit.
Pero el FMI le dice a todos que no deben tener d¨¦ficit. Alguien, sin embargo, debe tener un d¨¦ficit si otros tienen super¨¢vit. Los d¨¦ficit son como patatas calientes que pasan de un pa¨ªs a otro. Un pa¨ªs con un d¨¦ficit demasiado grande se enfrenta a una crisis y pronto cambia de pol¨ªtica para asegurar un super¨¢vit. Eso es lo que pas¨® en Asia del Este. El d¨¦ficit no desaparece, s¨®lo cambia de manos.
Por fortuna, hay un pa¨ªs que ha estado dispuesto y ha sido capaz de mantener un gran d¨¦ficit comercial, Estados Unidos. Ahora ya no est¨¢ claro por cu¨¢nto tiempo podr¨¢ continuar as¨ª sin sufrir una p¨¦rdida de confianza. Puede ser dif¨ªcil predecir qu¨¦ cosa podr¨ªa ocasionar esto. Los inminentes d¨¦ficit fiscales resultantes del recorte de impuestos llevado a cabo por el presidente Bush quiz¨¢ lo logren. Cuando eso suceda, tal vez lo que resulte sea algo m¨¢s que una desaceleraci¨®n econ¨®mica global.
Los problemas de la insuficiente demanda agregada global fueron lo que ten¨ªan en mente John Maynard Keynes y otros que concibieron y fundaron el Fondo Monetario Internacional (FMI). Hay un marco para incrementar el poder adquisitivo agregado, a trav¨¦s de la creaci¨®n de Derechos Especiales de Giro (SDR, por sus siglas en ingl¨¦s). Una forma de pensar esto es la siguiente: asumamos que las naciones del mundo quisieran mantener reservas equivalentes a un porcentaje fijo de su PIB. Con un PIB global de aproximadamente 40 billones de d¨®lares y un crecimiento de alrededor del 2%, si las reservas fueran del 5% del PIB, las reservas agregadas aumentar¨ªan 40.000 millones cada a?o.
Debido a los super¨¢vit de China y de Jap¨®n, una cifra dos veces m¨¢s grande que eso ser¨ªa quiz¨¢ m¨¢s realista. Una emisi¨®n anual de SDR equivalentes a esa cantidad compensar¨ªa el poder adquisitivo perdido por la creaci¨®n de reservas monetarias y, por lo tanto, no ser¨ªa inflacionaria. Esos SDR podr¨ªan usarse para satisfacer intereses globales, desde ayudar a pa¨ªses pobres hasta mejorar el medio ambiente mundial.
Durante las ¨²ltimas d¨¦cadas, el FMI se ha enfocado en salvar a los acreedores y en instaurar la agenda neoliberal. Ahora es el momento adecuado para que el FMI regrese a su misi¨®n original: asegurar la liquidez global para permitir un crecimiento global sostenido.
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