Los nuestros primero
V¨ªctima de la endogamia universitaria, Ram¨®n y Cajal perdi¨® una c¨¢tedra en beneficio de un papavientos y tuvo que esperar. De eso hace un siglo bien largo; claro que si fuera hoy podr¨ªa ocurrirle lo mismo y qu¨¦. El profesorado de la universidad espa?ola sigue siendo un agregado de ¨¢tomos coyunturalmente asociados en c¨¦lulas m¨¢s o menos madre y menos fieles a las lealtades eternas que al hoy por m¨ª, ma?ana por ti. As¨ª lo denuncian incluso algunos catedr¨¢ticos enteros de mente y de alma; que el blindaje de los claustros no llega a las redacciones de prensa 'valientes, leales y sinceras' como el gobernador Sancho Panza. Los nuestros primero, no.
El periodista catal¨¢n Xavier Bru de Sala es hombre vers¨¢til y m¨¢s brillante que s¨®lido. O sea, que una de esas personas necesarias para sacudir la modorra intelectual de una sociedad -la espa?ola en general- todav¨ªa desesperadamente falta de la provocaci¨®n permanente. Escribe: 'Nuestras universidades (las catalanas, pero es aplicable a las otras) est¨¢n llenas de personas con capacidad y merecido prestigio. Pero tambi¨¦n de mediocres, de medio z¨¢nganos o z¨¢nganos rematados, de conspiradores profesionales y de aprovechados cuya aportaci¨®n a su campo cient¨ªfico o humanista, el peso y la influencia de sus publicaciones es igual o parecido a cero. Unos y otros se jubilar¨¢n como funcionarios p¨²blicos, sin distinci¨®n ninguna. Con eso hab¨ªa que terminar y la nueva ley es, sin duda, un paso positivo'. No queda claro si Bru de Sala defiende la LOU o alg¨²n punto de la misma, como ¨¦ste, presuntamente antiendog¨¢mico. Su admiraci¨®n por el sistema universitario norteamericano, queda, en cambio, bien patente. Una opini¨®n que comparto aunque con ciertas reservas. A estudiar, lo que se dice estudiar, en EE UU se empieza con el master y para entonces ya urge la especializaci¨®n. Antes de eso, las universidades de all¨ª lo tienen todo menos el rigor en sentido amplio y en sentido estricto. Si bien hay que tener en cuenta que esto no es aplicable a todas, pues ellas son bastantes m¨¢s de tres mil y cada una es due?a y se?ora para organizarse como quiera y poner el acento en uno u otro tipo de educaci¨®n. Pero esto no altera el esp¨ªritu de un sistema en el que la endogamia tiene escasa cabida. Admirable si se piensa que s¨®lo entre el profesorado anda el juego. Adem¨¢s: grad¨²ese y l¨¢rguese.
Soy poco amigo de la carrera de ratas, pero eso no me convierte en un Kropotkin, s¨ªmbolo de la cooperaci¨®n; que de ¨¦sta nos ofrece la naturaleza menos ejemplos, muchos menos, que de implacable crueldad. Con todo, ni tanto ni tan calvo. En las sociedades humanas debe prevalecer la justicia, la solidaridad, la ayuda mutua. Esto, sin embargo, sin prescindir de una competencia humanizada, cuya dosis ser¨¢ variable seg¨²n la esfera de actividad. En la universidad todos estos factores ser¨¢n conjugados de manera que resulten en un equilibrio lo suficientemente tenso como para estimular la creatividad sin caer por ello en la paranoia y en vicios tales como la endogamia. Estoy de acuerdo con Bru de Sala en que el modelo a seguir es el norteamericano, aunque con retoques. As¨ª por ejemplo, las publicaciones de influencia cero a las que se refiere el periodista, son un factor problem¨¢tico y, por lo tanto, objeto de intenso debate en la universidad de Estados Unidos. La implacable ley no escrita del publish or perish (publica o perece) ahuyenta a tantos mediocres como destruye a muchos profesores que, sin ese apremio, ser¨ªan magn¨ªficos ense?antes en las aulas. En mis tiempos all¨ª se produjo un caso paradigm¨¢tico que mereci¨® la atenci¨®n del New York Times. Un profesor de matem¨¢ticas sin publicaciones relevantes y que siempre se equivocaba en la pizarra con sus avanzados signos, s¨ªmbolos, n¨²meros. Los estudiantes intentaban sacarle del atasco, cosa que siempre se lograba con la colaboraci¨®n de todos; de modo que los m¨¢s aventajados alumnos se disputaban una plaza en las clases de este profesor, pues se aprend¨ªan muchas matem¨¢ticas con ¨¦l. Me pregunt¨¦ si acaso los atascos del prof no ser¨ªan intencionados, un truco para estimular la imaginaci¨®n de su alumnado, pero esto es una observaci¨®n al margen.
Si no recuerdo mal, este profesor estaba sometido a presiones de su departamento porque con la misma pasi¨®n con que se entregaba a la ense?anza, detestaba sentarse a escribir para publicar, muy probablemente, porque no ten¨ªa nada nuevo que decir. Claro que si ten¨ªa el tenure s¨®lo pod¨ªa temer el aislamiento y la preterici¨®n. Sus colegas le har¨ªan el vac¨ªo, no ser¨ªa invitado a congresos ni conferencias, no le subir¨ªan de rango ni tendr¨ªa opciones para emigrar a otra buena universidad a causa de su magra e irrelevante producci¨®n cient¨ªfica.
A decir verdad, la excelencia en la ense?anza s¨®lo tiene cierto valor a efectos internos, y as¨ª y todo, de manera negativa. Las clases est¨¢n duplicadas, yo ense?¨¦ un curso (Realismo y naturalismo) y un premio Pulitzer impart¨ªa el mismo y a la misma hora. Mi clase exced¨ªa el n¨²mero de alumnos (por m¨ª determinado) y la del Pulitzer s¨®lo ten¨ªa dos. Hubo foll¨®n y al final, trasvase por fuerza mayor. Mi ¨¦xito no me sirvi¨® de nada, pero contribuy¨® a desprestigiar al otro; aunque galardonado dos veces con el premio Pulitzer, a mi colega se le daba una higa, porque con tales ases hubiera podido irse a otra buena universidad de haberlo querido; y en la nuestra era por eso mimado. Un Pulitzer y por partida doble es patente de corso y es catapulta a la fama. Punto negro de la universidad que funciona con criterios de empresa. Dicho lo que antecede, le recuerdo al lector que dado el n¨²mero y la heterogeneidad de las universidades norteamericanas no me es posible ir m¨¢s all¨¢ de la generalizaci¨®n.
Volviendo a la endogamia dir¨¦ que si la competencia interna y sobre todo externa la hace dif¨ªcil, no es mucho m¨¢s probable que se produzca en las universidades estatales. Un sistema de contrapesos y balanzas, ideado por los propios profesores, s¨®lo deja lugar para capillitas de poca eficacia pr¨¢ctica.
En fin y siempre un esbozo: modelo universitario americano s¨ª, pero no bobaliconamente. Un dato final: ning¨²n estudiante pobre, pero bueno, deja de ir a una buena universidad, p¨²blica o privada.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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