Por qu¨¦ 'hab¨ªa' que bombardear Kabul
Los bombardeos norteamericanos y brit¨¢nicos sobre Afganist¨¢n han dado lugar a diversas escuelas de pensamiento, que cabe agrupar en dos grandes federaciones: los que apoyan los ataques a¨¦reos y los que se oponen a ellos. En el primer apartado, la argumentaci¨®n de fondo se recluye en la convicci¨®n o esperanza de que la ira occidental sea un paso necesario, aunque sin duda doloroso, en el combate para la erradicaci¨®n del terrorismo; y ah¨ª puede figurar tambi¨¦n como poliz¨®n, incluso bienintencionado, el deseo de castigar a un r¨¦gimen pol¨ªtico que le hace de todo a la mujer, menos tratarla como a una persona. En el segundo, la coalici¨®n de sensibilidades es m¨¢s variada; en ella est¨¢n los que entienden que atacar el pa¨ªs del Hindu-Kush guarda apenas una relaci¨®n distante e ineficaz con el combate contra el terror, con lo que los bombardeos se convierten en otra demostraci¨®n del p¨¦simo genio unilateral de la superpotencia norteamericana; y, sin negar esta visi¨®n de las cosas, la orla pacifista que festonea todos los conflictos armados argumenta tambi¨¦n en contra de la crueldad de unos ataques que derraman sangre de inocentes y que incumplen las exigencias de una correcta acci¨®n internacional, refrendada por la ONU, que organice pesquisas y tribunales para juzgar en debida forma a los sospechosos habituales.
Las razones pol¨ªticas de mayor peso a favor de la Operaci¨®n Libertad Duradera no tienen, sin embargo, mucho que ver con ninguna de estas escuelas de pensamiento.
Aunque Osama Bin Laden sea responsable del atentado de las Torres Gemelas, es perfectamente posible que el llamado terrorismo internacional, y que a tantos gusta apellidar isl¨¢mico porque tranquiliza poner al enemigo un rostro tan acreditado por la historia del cristianismo, obre hoy con independencia de su inspirador saud¨ª. Y, por tanto, pretender su destrucci¨®n bombardeando Afganist¨¢n, incluso aunque se d¨¦ con el paradero de Bin Laden, es relativamente irrelevante. El terrorismo de mil cabezas dif¨ªcilmente tiene sede alguna, y si la tiene, ¨¦sta es contingente y se reproduce sin cesar hasta hacerse virtualmente invulnerable a los medios de muerte convencionales.
Hasta aqu¨ª, la argumentaci¨®n podr¨ªa parecer que se define hacia la escuela que menosprecia o condena los bombardeos, puesto que, si la conexi¨®n entre los B-52 y la locura del terror es intangible, ?a santo de qu¨¦ bombardear! Pero, pese a todo, la conexi¨®n existe.
Precisamente porque el enemigo no tiene sede, o ¨¦sta es tan mutante que nunca se erradica la causa sofocando algunas de sus emanaciones, la superpotencia norteamericana ha elegido el emplazamiento m¨¢s veros¨ªmil de encarnaci¨®n de esa amenaza, de representaci¨®n simb¨®lica, ya que no siempre de tangibilidad asesina, para hacer un escarmiento: el bombardeo como imagen televisada de lo que les pasa a los Estados que amparan al terrorismo, y no cabe duda de que el r¨¦gimen de los talibanes ha facilitado ese tipo de cobertura. Es ¨¦ste un costoso aviso de navegantes por el que se libra un castigo que probablemente llega incluso a alcanzar a algunos de los culpables -de este o de cualquier otro atentado-, pero que, b¨¢sicamente, lo que hace es promover una regular carnicer¨ªa incapaz de discriminar entre las v¨ªctimas, aunque en ocasiones sirva para matem¨¢ticas operaciones complementarias como la destrucci¨®n de la ¨²nica competencia televisiva que le ha salido a Washington en tierra del islam: la Algeciras del Golfo. Bombardear Afganist¨¢n equivale, por tanto, a tirar la bomba at¨®mica sobre Hiroshima y Nagasaki, cuyo valor como objetivos militares era nulo, pero que reun¨ªan esas caracter¨ªsticas de mostraci¨®n simb¨®lica del horror futuro para que los interesados pudieran sacar sus conclusiones.
El terrorismo internacional puede ser la principal asechanza de guerra que sufra Washington en el siglo XXI, y por ello, la superpotencia ha de fraguar una forma tambi¨¦n no convencional de hacerle frente. Por ello, la respuesta al terrorismo tiene que apuntar a los pa¨ªses-santuario para que ¨¦stos no piensen que es gratis jugar con muyahidin o hezbol¨¢s. Por eso hoy se bombardea Afganist¨¢n.
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