Antigua tierra de osos
Este paso de cazadores medievales es la llave que permite adentrarse en la fragosa sierra de La Cabrera
Los muertos puede que pongan el grito en el cielo, pero lo que es en la tierra no dicen ni p¨ªo. Este silencio sepulcral es nefasto para sus intereses, y as¨ª se explica por qu¨¦ en los pueblos madrile?os el cementerio ocupa siempre el rinc¨®n m¨¢s feo del t¨¦rmino junto al vertedero y al tiro de pich¨®n, un lugar en el que nadie, salvo la familia Adams, querr¨ªa pasar un domingo y menos una eternidad.
El camposanto de La Cabrera es la hermosa excepci¨®n que confirma esta desagradable regla. Est¨¢ situado al inicio del calvario que sube hasta el convento de San Antonio. Enfrente se extiende la dehesa de Roblellano, una luminosa pradera del com¨²n salpicada de vacas, berruecos, lagunillas y rodales de robles cuyas hojas se resisten a abandonar este paraje de ¨¦gloga hasta el ¨²ltimo instante del oto?o. Y a sus espaldas se alza, incensado por las jaras, el retablo flam¨ªgero de la sierra de La Cabrera. Comparando moradas, puede decirse que en La Cabrera viven mejor los muertos que los vivos.
Los que no tuvieron una muerte envidiable fueron los osos que pululaban por esta sierra en la Edad Media. Era tal su abundancia, que los monteros de Alfonso XI consignaron: 'Et acaes?i¨® nos vn d¨ªa de matar tres ossos ante de medio d¨ªa'. En el mismo Libro de la monter¨ªa se cita el collado del Alfrecho como un lugar id¨®neo para acosar al plant¨ªgrado. Es el portacho que vemos mientras subimos a pie por la pista de hormig¨®n del v¨ªa crucis, all¨¢ en lo alto, separando el Cancho Gordo -1.564 metros, m¨¢xima cota de la sierra- del Cancho la Bola, cuya cresta semeja un ¨®rgano de viento.
Ya no quedan osos -se acabaron en el siglo XVII-, muchos lugares mencionados en el Libro de la monter¨ªa han cambiado de nombre -el Yelmo es ahora el pico de la Miel- y otros no se sabe d¨®nde caen, pero el collado del Alfrecho sigue siendo el norte inalterable de quienes se adentran en la sierra de La Cabrera.
En la s¨¦ptima estaci¨®n del v¨ªa crucis, la que evoca la segunda ca¨ªda de Cristo, encontramos una glorieta con bancos y unos versos del C¨¢ntico espiritual de san Juan de la Cruz ('Mil gracias derramando / pas¨® por estos sotos con presura...') que nos recuerdan otro convento de San Antonio, el del valle salmantino de Las Batuecas, donde tambi¨¦n los hallamos rotulados, con m¨¢s sentido que aqu¨ª, pues all¨ª eran carmelitas, como el poeta, y aqu¨ª franciscanos, y adem¨¢s en La Cabrera no hay sotos a la vista, como no sean los cuatro chopos que penan de sed junto al arroyo.
Pero no es la b¨²squeda de sotos ni de retiros espirituales lo que nos lleva a La Cabrera, sino del viejo collado del Alfrecho, para lo cual tomamos el camino de tierra que se desv¨ªa a mano derecha en la misma glorieta y luego la angosta senda a la izquierda, se?alizada con un moj¨®n de piedra donde se lee: 'Cancho Gordo'. Carrascas, jaras y enebros pintan de verde esta cuesta. A una hora y media del inicio, tras fatigosa trepada, alcanzamos nuestra meta. Al norte relumbra la nieve que cubre los montes Carpetanos y la Somosierra; al sur, la cinta plateada de la N-I, que une los chal¨¦s de La Cabrera con los rascacielos de Madrid. A la izquierda sale la senda que trepa a Cancho Gordo -media hora-; a la derecha, la que lleva al Pico de la Miel -una hora-. Estos caminos, m¨¢s los que bajan a Valdemanco y caracolean por el Espaldar, hacen del collado del Alfrecho la llave maestra de esta sierra.
De regreso, con m¨¢s calma y aliento, podemos examinar los grandes bolos rodados desde las alturas que jalonan la senda, los canchos en forma de seta y los esqueletos de los enebros que, monumentos funerarios de s¨ª mismos, permanecen de pie acunando aves y silbando al viento.
Visita a una iglesia rom¨¢nica
- D¨®nde. La Cabrera se halla a 59 kil¨®metros de Madrid, junto a la carretera de Burgos (N-I). Numerosos autobuses de la empresa Continental Auto (tel¨¦fono 913 145 755) llevan todos los d¨ªas hasta este pueblo serrano desde el intercambiador de la plaza de Castilla. - Cu¨¢ndo. Marcha de dos horas y media -ida y vuelta por el mismo camino-, con un desnivel de 300 metros y una dificultad baja. Si se sube al Cancho Gordo -opci¨®n muy recomendable- habr¨¢ que a?adir 45 minutos m¨¢s a esta previsi¨®n. Conviene planear la excursi¨®n para hacerla coincidir con los d¨ªas y las horas de visita de la iglesia rom¨¢nica del convento de San Antonio, que son los jueves -de 11.00 a 12.30- y los s¨¢bados y domingos -de 16.00 a 17.00-. - Qui¨¦n. Domingo Pliego es el autor de La sierra de La Cabrera y sus alrededores, gu¨ªa editada por Desnivel en la que describe cuatro itinerarios pasando por el collado del Alfrecho. Tambi¨¦n puede consultarse la Gu¨ªa de la sierra de La Cabrera, publicada por la Consejer¨ªa de Medio Ambiente de la Comunidad. - Y qu¨¦ m¨¢s. Cartograf¨ªa recomendada: hoja 19-19 (Buitrago del Lozoya) del Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito, o la equivalente (484) del Instituto Geogr¨¢fico Nacional, ambas a escala 1:50.000. Este paso de cazadores medievales es la llave que permite adentrarse en la fragosa sierra de La Cabrera.
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