La obra maestra secreta
Todo el mundo reconoce que Argentina, poblada con la inmigraci¨®n, peri¨®dicamente despoblada por la emigraci¨®n, territorio de extra?os y de ausentes, es un pa¨ªs que tuvo que inventarse, y la literatura que invent¨® para inventarse fue doblemente literaria, una literatura al cuadrado. Afantasmada, dio toda la vuelta a su propia extranjer¨ªa hasta hacerse entra?able, evocadora, intransferible. Este sistema, expulsor por un lado, fue acogedor por otro, y a nadie le sorprende que un maestro de la prosa espec¨ªficamente argentina haya sido un franc¨¦s (Groussac) o que la metaf¨ªsica del paisaje pampeano la haya hecho un ingl¨¦s (Hudson). En las cimas del autoexotismo, el m¨¢s argentino de los escritores argentinos termin¨® siendo un supuesto conde polaco que lleg¨® a Buenos Aires por casualidad, y se qued¨® por accidente. Se qued¨® por un motivo o por otro, pero uno de esos motivos fueron los amigos que tuvo. Sarc¨¢stico, peleador, altivo, intratable, Gombrowicz fue, antes que todo lo dem¨¢s, un hombre de amigos, lo que quiz¨¢ no es tan parad¨®jico como parece.
En Argentina, Gombrowicz escribi¨®
lo mejor de su obra, cosa que tampoco es sorprendente pues pas¨® en el pa¨ªs toda su madurez, entre los 35 y los 59 a?os: Pornograf¨ªa, Transatl¨¢ntico, Cosmos, el teatro, el Diario; este ¨²ltimo en realidad no es un diario, sino art¨ªculos en formato de diario: cuando Kultura, la revista de los emigrados polacos en Par¨ªs, le ofreci¨® una secci¨®n fija, Gombrowicz estuvo vacilando un tiempo sobre la forma a emplear, art¨ªculos unitarios, cartas, cr¨®nicas... Se decidi¨® por el diario, que le daba la libertad para escribir sobre lo que quisiera, y cambiar de tema donde quisiera, con el simple expediente de poner punto aparte y encabezar el nuevo p¨¢rrafo con la palabra 'mi¨¦rcoles' o 's¨¢bado'. Lo que hab¨ªa escrito antes lo argentiniz¨® a su modo: Ferdydurke, con una innovadora traducci¨®n; los cuentos, con un t¨ªtulo, Bakakay, que conmemora una calle del barrio de Flores. Y de lo que escribi¨® despu¨¦s, lo mejor son las cartas que sigui¨® escribiendo a los amigos argentinos.
Pero podr¨ªa sostenerse que su obra maestra secreta fue la cofrad¨ªa de amigos que form¨® a su alrededor. La segunda, porque hubo un primer grupo, el que particip¨® de la traducci¨®n de Ferdydurke y lo que qued¨® de sus desganados intentos de acomodarse al establishment literario porte?o: Virgilio Pi?era, Rodr¨ªguez Tomeu, cubanos los dos, Mastronardi, Gonz¨¢lez Lanuza... Hacia 1956, ese n¨²cleo se hab¨ªa disuelto, b¨¢sicamente por una cuesti¨®n de edad: los trabajos y las familias los dispersaron, y Gombrowicz se vio en el trance de una renovaci¨®n. Para ¨¦l empezaba su mejor ¨¦poca: hab¨ªa renunciado a su empleo en el Banco Polaco, y con las prudentes inversiones que hizo con la indemnizaci¨®n, m¨¢s la beca que recibi¨® de una instituci¨®n anticomunista (Free Europe) y algunos derechos que empezaba a cobrar, pudo arregl¨¢rselas. Con todo el tiempo a su disposici¨®n, y su gusto por la conversaci¨®n y la vida de caf¨¦ (y la abundancia sobrenatural de caf¨¦s en Buenos Aires) no le quedaba sino volver a rodearse de amigos.
La formaci¨®n de ese segundo grupo se ha vuelto un mito argentino. La elecci¨®n se dio al azar, pero fue un azar riguroso. Todos rondaban los veinte a?os (Gombrowicz hab¨ªa pasado los cincuenta), todos recibieron su apodo o nombre clave, y todos fueron fieles. El primero fue Juan Carlos G¨®mez, Goma, y ¨¦l fue el fiel por antonomasia, y lo sigue siendo, 'el fiel Goma'. El m¨¢s joven fue Jorge di Paola, Dipi o El Asno. La integraci¨®n de Dipi al grupo es un buen ejemplo del m¨¦todo de reclutamiento: en cierta ocasi¨®n, Gombrowicz fue de veraneo a Tandil, un pueblo en la provincia de Buenos Aires con el atractivo modesto y algo incongruente de unas sierras (y una Piedra Movediza que se cay¨® y se rompi¨®). Lo primero que hizo al llegar fue ir a la municipalidad a preguntar si entre la poblaci¨®n hab¨ªa alguien inteligente. Los desconcertados funcionarios s¨®lo atinaron a remitirlo a un grupo teatral... Y all¨ª estaba Dipi, que a los 15 a?os ya hab¨ªa le¨ªdo Ferdydurke. (Incidentalmente: en esa estancia en Tandil naci¨® Cosmos).
La leyenda quiere que Gombrowicz
haya abrumado y aniquilado a todos estos j¨®venes, conden¨¢ndolos al desconcierto y la esterilidad de por vida. Dipi es la prueba viviente de que esto no es del todo cierto, pues hizo una brillante carrera y escribi¨® hermosos libros. Goma, el sumo sacerdote del culto gombrowicziano, es m¨¢s razonable en la interpretaci¨®n del mito: 'No es que Gombrowicz nos haya desorientado, sino que nos eligi¨® por desorientados'. Por lo dem¨¢s, Goma desestima el pretendido misterio de la seducci¨®n: 'Era un buen amigo, simplemente, un amigo siempre disponible, afectuoso, comprensivo, sensato'.
En una de las ¨²ltimas p¨¢ginas del Diario, ya de regreso en Europa, Gombrowicz se lamenta de no haber sabido cultivar su leyenda all¨¢ en 'la Patria' (palabra que reservaba para Argentina): ?qui¨¦n recordar¨ªa su figura, sus an¨¦cdotas, sus frases?, ?qui¨¦n podr¨ªa escribir sobre ¨¦l? Sus amigos hab¨ªan sido demasiado j¨®venes, demasiado inmaduros, demasiado tontos. Esto ¨²ltimo era una convenci¨®n necesaria al teatro ¨ªntimo que hab¨ªa establecido, en el que un coro de burguesitos tercermundistas era infaliblemente aplastado por la dial¨¦ctica y los epigramas del Genio. En realidad no eran tontos: lo prueba el hecho de que aceptaran ese papel. Y lo prueba m¨¢s a¨²n el hecho de que hoy, cuarenta a?os despu¨¦s, sigan siendo fragmentos del Genio, que se arma y se desarma en los caf¨¦s de Buenos Aires. Es curioso que este maestro de la lucidez se haya equivocado de modo tan radical en este punto clave. Salvo que sea una maniobra m¨¢s. O bien deber¨ªamos concluir que el gran escritor que supo analizar y evaluar tan bien su propia obra fue superado por la creaci¨®n que respaldaba esa obra: el grupo de amigos, el pu?ado de vidas que ilumin¨®, el triunfo secreto sobre la ausencia.
BIBLIOGRAF?A
Ferdydurke. Seix Barral. Barcelona, 2001. Cosmos. Planeta. Barcelona, 1997. Curso de filosof¨ªa en seis horas y cuarto. Tusquets. Barcelona, 1997. Diario. Alianza. Madrid, 1993. Testamento. (Conversaciones con Dominique de Roux). Anagrama. Barcelona, 1991. Transatl¨¢ntico. Anagrama. Barcelona, 1986.
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