Conversaci¨®n en La Catedral
'El olor a fritura, pies y axilas revolotea, picante y envolvente, sobre las cabezas lacias o hirsutas, sobre las crestas engomadas y las chatas nucas con caspa y brillantina, la m¨²sica de la radiola calla y regresa, calla y regresa, y ahora, m¨¢s intensas e irrevocables que los rostros saciados y las bocas cuadradas y las pardas mejillas lampi?as, las abyectas im¨¢genes de la memoria est¨¢n tambi¨¦n all¨ª'. As¨ª describe Vargas Llosa la taberna conocida como La Catedral donde conversan dos personajes, uno mayor, el otro joven. Imaginemos que cambiamos el Per¨² por otro lugar que tambi¨¦n empieza por P y que lleva una V anexa, pongamos menos edad en el m¨¢s joven, dejemos aproximadamente la del mayor, convirtamos la radiola en un potente lector de CD, troquemos la m¨²sica que sonaba en ella -de mucho amor- por otra de Kortatu, acompa?emos la cerveza con kalimotxo, a?adamos, al olor, el del humazo, el de la bebida derramada, el de Hugo Boss y el de meada que se cuela de la calle por la puerta abierta. Imaginemos que se pueda hablar con tanto ruido.
?Qu¨¦ oir¨ªamos? Ante todo la contundencia. Las afirmaciones brotar¨ªan de la boca joven con el aplomo de la verdad revelada. Poco importa que no haya le¨ªdo en su vida un libro -no desde que le hac¨ªan leer en el cole aquellos cuentos con demasiada letra-, ni que tampoco haya abierto por su cuenta un peri¨®dico, lo sabe todo. Y de manera que no se presta a discusi¨®n. La tribu le ha impregnado de las cuatro ideas necesarias para vivir dentro de la tribu y permanentemente enfrentada -ay, boca joven- a cuanto queda al margen. Fuera de la tribu s¨®lo est¨¢n quienes quieren destruirla. Para eso cuentan con una polic¨ªa -si no es que polic¨ªa y no tribu no resultan la misma cosa- que detiene sin ton ni son, que carga contra las manifestaciones impidiendo la libertad de expresarse, que tortura utilizando palos, psicolog¨ªa, ba?era, bolsas de pl¨¢stico y, c¨®mo, no, electrodos. ?Dan picana!, aunque no sepa qu¨¦ significa la palabreja ni conozca que quema y deja marcas.
La boca vieja le rebate concediendo que puede que haya polic¨ªas infractores pero que existe un Estado de derecho que los juzga y castiga. La boca joven salta a otra cosa como si hubiera o¨ªdo llover, ha visto con sus propios ojos -boca que ve- a un chaval magullado en comisar¨ªa, luego torturan y torturan con todo y a todos. De nada vale arg¨¹ir que si ha visto a uno podr¨¢ decir que han pegado a uno, pero es como si hubiera visto que maltratan a todos, ya que todos los detenidos -sostiene, boca ingenua- denuncian haber sido torturados. ?No ser¨¢ que lo hacen para encubrir la flaqueza -por otra parte humana- de haberse ido de la lengua sin que nadie les haya puesto la mano encima? Pues conoce -vuelve a saltar, boca saltarina- a quien le pegaron un pelotazo a bocajarro y a quien han detenido y soltado porque no hab¨ªa hecho nada; ?eso no es fascismo?
Es in¨²til explicarle en qu¨¦ consiste el fascismo y en qu¨¦ el totalitarismo, y c¨®mo ni uno ni otro hubieran dejado suelto a quien detuvieron por nada. Es in¨²til explicarle los derechos que le asisten -boca ingrata-, incluido el de oponerse al Estado que le ampara, es in¨²til intentarle hacer comprender que los asesinos de ETA se convierten en juez y verdugo y matan sin que la v¨ªctima pueda defenderse pero que, en cambio, son los primeros en acogerse a las ventajas de la sociedad supuestamente antidemocr¨¢tica. Es in¨²til porque siempre conoce a alguien que le ha dicho que ninguna de esas cosas es as¨ª. Bueno, tampoco comulga con la muerte, pero no alcanza a comprender que est¨¢ inmersa en los hilos que la posibilitan y justifican. Sabe que hubo vascones y que Euskadi tiene por lo menos 4.000 a?os. 4.000 a?os en que se le han venido negando unos derechos que le corresponden como pueblo y que hay que conseguir incluso por la fuerza de las armas, en una violencia de reacci¨®n contra la que est¨¢ utilizando un Estado que tortura y mata a los familiares de los presos en accidentes de carretera. Y eso es as¨ª y no puede ser de otra manera, sentencia la boca joven sellando a la boca vieja.
?En qu¨¦ fase de las nanas esencialistas y de los cuentos y arrumacos ancestrales empieza la mutaci¨®n que hace que la boca no tenga o¨ªdos ni ganas de tenerlos?
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