Los salvadores
Como era el d¨ªa de protecci¨®n a la mujer, los guardias asaltaron un local de alterne (es decir, nadie est¨¢ con la misma pareja: se pasa de una a otra, se alterna); agarraron a 57 mujeres que trabajaban (de putas) y a sus 57 novios, a los que llamaron mafia. A ellas, carentes de documentos, las expulsan de este pa¨ªs. Hab¨ªan venido porque es mejor ser puta aqu¨ª que pura all¨ª, y quiz¨¢ los golpes que se llevan, si se los llevan, son menos fuertes.
Van al desastre: pero Espa?a habr¨¢ cumplido con su labor de protecci¨®n. Hay que temer mucho a los protectores. La Inquisici¨®n fue un invento descomunal en ese aspecto de la bondad. Qui¨¦n sabe cu¨¢ntas almas habr¨¢ salvado del contagio, la perversi¨®n, la mala doctrina, quemando a quienes les pod¨ªan influir. Pero el bello caso es que tambi¨¦n a ¨¦stos los salvaba: dado que el cuerpo no es m¨¢s que una c¨¢scara, se trata de salvarles el alma, y la tortura y el fuego la salvaban separ¨¢ndola del ruin.
Me preocupaba, cuando esas cosas me preocupaban, que el cuerpo bestia y tonto pudiera comprometer al alma, que es un soplo divino (hasta para los alemanes: 'Freude und sch?ne Gotterfunke', cantamos desafinando la novena de Beethoven). Pronto descubr¨ª que todo eran palabras, palabras, palabras; y que los protectores no ten¨ªan m¨¢s m¨¦rito que utilizarlas para mentir (a m¨ª me protegi¨® el 'ej¨¦rcito salvador', me trajeron 'la liberaci¨®n'. Comprend¨ª todo. Los otros, los rojos criminales, mataban sin utilizar palabras ni mentiras: se quer¨ªan quitar de en medio a sus enemigos, o a sus verdugos, o a sus amos. Les faltaba mucha teolog¨ªa).
El arte de la palabra pol¨ªtica es lindo. Salva medio centenar de chicas escondidas devolvi¨¦ndolas al hambre de muerte y a las palizas: ellas quiz¨¢ no lo agradezcan, pero el alegre y hermoso destello de la Divinidad se lo pagar¨¢ a Rajoy. Vean estos muchachos asesinados, estos guardias de la polic¨ªa vasca: los salvadores est¨¢n acusando a gritos a sus jefes, al Gobierno vasco. No se preocupan, como en otras ocasiones, de los asesinos etarras, sino de quienes les mandan su trabajo de polic¨ªas. Ya est¨¢ otra vez Mayor Oreja en acci¨®n, diciendo aquello que le llev¨® a la ruina. ?Ruina? Dos dulces y sabios compa?eros me explican que es el hombre que va a sustituir a Aznar en las elecciones. Pero, digo, no votar¨¢ nadie a quien no supo luchar contra el terror y en cambio meti¨® a su partido y al otro en un berenjenal. Ellos creen que s¨ª le votar¨¢n: los salvadores.
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