Un chico subversivo
YO ANTES no hablaba espa?ol. ?se es mi secreto, la explicaci¨®n de todos mis tropiezos, la piedra angular desde la cual me transform¨¦, acaso sin querer, en un escritor. Me cri¨¦ en California, viv¨ª ah¨ª mis primeros 12 a?os, todo era ingl¨¦s, sin subt¨ªtulos. Mis padres eran chilenos y ten¨ªan la idea de que se iban a quedar el resto de sus d¨ªas en Estados Unidos; nos protegieron de la cruz de ser inmigrantes omitiendo de nuestras vidas el espa?ol.
Fastforward, resumo, me adelanto: Chile, 1975, la ¨¦poca m¨¢s oscura. Ahora vivo en Santiago y no s¨¦ hablar espa?ol. Debo aprenderlo r¨¢pido. Hablarlo no es tan complicado, s¨®lo est¨¢ el tema del maldito acento. Leerlo y escribirlo, en cambio, me parece sencillamente canallesco. Entro a un colegio. Prefiero no recordarlo. Me hacen leer novelas que no entiendo, novelas que transcurren en tiempos inmemoriales, en un lugar llamado Espa?a donde hablan el espa?ol de una manera m¨¢s rara y, lo que es acaso peor, lo escriben a la antigua. Hasta que cay¨® en mis manos Papelucho, de Marcela Paz, una novela corta, de unas 125 p¨¢ginas, supuestamente infantil, ilustrada y con letra grande, que todos mis compa?eros hab¨ªan le¨ªdo cinco a?os antes. La novela me impact¨® por mil lados, ninguna de ellas intelectual. Yo ten¨ªa 12 pero, sin idioma, me sent¨ªa de 7. Yo tampoco entend¨ªa este mundo-freak, raro, atroz, en blanco y negro, llamado Chile. Papelucho (el narrador bautiza su novela con su nombre, a lo Tom Sawyer) se transform¨®, de inmediato, en mi ¨¢lter ego. Pero hab¨ªa algo m¨¢s, algo no menor: Papelucho hablaba (en rigor, escrib¨ªa) en un espa?ol cre¨ªble que, por eso mismo, me permit¨ªa, a su vez, creerle todo lo que me confidenciaba. Marcela Paz y su Papelucho me reconcili¨® con el idioma en un momento clave. Me hizo darme cuenta de que no era una lengua muerta, una lengua mentirosa, una lengua dif¨ªcil y cerrada en s¨ª misma. Papelucho hablaba como todos hablaban en la calle; hablaba exactamente como yo quer¨ªa hablar.
Papelucho bien puede ser una de las voces m¨¢s subversivas de la literatura chilena. Es un personaje precursor, fisurado, contestatario, irreverente, rockero, punki, lleno de olfato y percepci¨®n, que lo ve todo, que enfrenta cada situaci¨®n que inventa o con la que se topa con una curiosidad definitivamente existencial. Papelucho es un personaje que siente tanto que a veces esa misma emoci¨®n lo supera y lo da?a. Papelucho es un libro cl¨¢sico pero, sobre todo, precursor. Se adelant¨® a su ¨¦poca. Naci¨® antes de tiempo. Mucho antes. Papelucho naci¨® en 1947. De esa fecha data la edici¨®n pionera de Papelucho que despu¨¦s origin¨® el resto de la serie. Para tener un poco de contexto: la novela de Marcela Paz apareci¨® cuatro a?os antes que el famoso Holden Caulfield de El guardi¨¢n entre el centeno, de Salinger.
El personaje volvi¨® al ataque unos a?os despu¨¦s con Papelucho, casi hu¨¦rfano, una de las mejores segundas partes de la historia. El chico, en un momento inspirado, reflexiona: 'Resulta que no he sido feliz m¨¢s que una vez en mi vida y no me acuerdo cu¨¢ndo fue'. Pero no todo es lucidez, sino tambi¨¦n hay distancia, humor, cinismo y franca ambici¨®n. Un editor se acerca al chico y le dice que ¨¦l encontr¨® el diario y que ¨¦l fue el que lo public¨®. Despu¨¦s le pregunta si sigue escribiendo. Papelucho le dice que no. El editor le ofrece entonces diez mil pesos. Papelucho 'se vende' y, de ese modo, la saga continu¨® hacia adelante, sumando un opus de 12 novelas imprescindibles que, en clave infantil, reflejan la transformaci¨®n de Chile de un pa¨ªs inocente al fratricidio del golpe militar (el ¨²ltimo libro data de 1974). Papelucho nunca ha pasado de moda y nunca ha dejado de venderse. La saga ha vendido tanto que se ha llegado a perder la cifra oficial. Se especula acerca de un mill¨®n por novela. Marcela Paz obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1982 aunque, la verdad de las cosas, nunca fue considerada como una escritora a la par del provinciano establishment intelectual. Marcela Paz (en rigor, Esther Huneeus) falleci¨® en 1985. Su obra, por cierto, se niega a morir por estar inyectada de vida y buena fe. Papelucho tendr¨¢ una nueva vida con una serie de ediciones modernas e ilustradas que, me informan, est¨¢n por aparecer. Harry Potter tendr¨¢ un rival, sin duda. Respetando absolutamente los textos y el esp¨ªritu de la obra, los herederos est¨¢n desarrollando un ambicioso plan que devolver¨¢, con m¨¢s fuerza que nunca, al chico con el remolino capilar. Papelucho regresa, aunque, en rigor, para m¨ª al menos, nunca se hab¨ªa ido. Siempre ha estado conmigo y siempre lo estar¨¢.
Alberto Fuguet (Santiago de Chile, 1964) es autor de libros como Tinta roja (Alfaguara) y Dos hermanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.