?Toca?
Conoc¨ª a funcionarios con tan buena fortuna que cada dos por tres obten¨ªan un gordo de Navidad o un pleno de quiniela. A semejantes sonrisas del azar atribu¨ªan el disfrute de chal¨¦s o barcos de tron¨ªo, y acud¨ªan a la oficina cabalgando coches de muchas v¨¢lvulas. Pasado un tiempo, algunos resultaron empapelados administrativa o judicialmente por haber hecho juegos malabares con los balances.
Como casi todos los comerciantes con tienda al p¨²blico, mis abuelos eran asiduos clientes de los loteros ambulantes. Tras un golpe de suerte pudieron ampliar la casa familiar, aunque luego el pellizco resultara s¨®lo pr¨¦stamo y acabara regresando cada semana a las arcas de Hacienda en forma de d¨¦cimos no agraciados. Tambi¨¦n s¨¦ de loter¨®patas (no digo lud¨®patas porque verdaderamente no parece mucha juerga comprar un billete) que mueren sin haber catado un premio en su vida, mientras que otros, por el contrario, engordan las ganancias dej¨¢ndose meter en un mercado negro que ofrece dos kilos de propina por cada 10 que se puedan justificar (puede que ahora m¨¢s, por el euro).
Salvo para los enemigos ideol¨®gicos de tales apuestas, ya llevamos tiempo de reparto de participaciones, invento diab¨®lico que socializa la tentaci¨®n, y nos pone -y ponemos- en el compromiso de a ver qui¨¦n niega una ayudita para el viaje de fin de curso o las fiestas patronales. Papeleta que suele acabar caducada en un caj¨®n, o tan m¨ªnimamente remunerada que desistimos de reclamarla para regocijo de los emisores-beneficiarios.
Pero en poco tiempo, y tras larga trayectoria de absolutos chascos o diminutas pedreas, he visto caer a personas muy cercanas unos cuantos millones, y tambi¨¦n un par de coches, as¨ª que al final va a ser verdad que todos los n¨²meros est¨¢n en el bombo.Y por si no, observen la publicidad de una empresa de recursos humanos convenci¨¦ndonos de que necesitamos un buen empleo: al chico le advierten que la posibilidad de que sea el hijo del jefe es ¨ªnfima; a la chica, que es nula la probabilidad de que un millonario quiera casarse con ella.
En cambio, trabajando siempre toca. Cuando no un pito, una pelota.
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