La fortuna y la tradici¨®n
Si no fuera por la sospechosa tradici¨®n de Espa?a en el arranque de los Mundiales, el sorteo s¨®lo puede calificarse de feliz para la selecci¨®n, que se enfrentar¨¢ a tres discretos rivales y no se encontrar¨¢ con Brasil, Argentina y Francia en la hip¨®tesis de una larga aventura. Por tanto, no hay obst¨¢culos insalvables en el horizonte. La selecci¨®n nunca tendr¨¢ mejores argumentos para asumir el protagonismo que tantas veces le ha faltado en los Mundiales. Ahora s¨®lo falta creerse lo que proclama Camacho: Espa?a est¨¢ en la obligaci¨®n de asumir el papel de los favoritos. Este enunciado representa un cambio con respecto al mensaje de los ¨²ltimos tiempos, en los que el seleccionador y los jugadores se quejaban de las inapropiadas expectativas generadas por la prensa y los aficionados.
Por razones t¨¢cticas o por pura convicci¨®n, Camacho ha variado el discurso y ha arrojado sobre el equipo un compromiso de primer grado: Espa?a es alguien en el f¨²tbol y est¨¢ en la obligaci¨®n de demostrarlo. Queda por ver el efecto de este argumento sobre una selecci¨®n demasiado vulnerable en los ¨²ltimos tiempos. Y, sobre todo, queda por ver su efecto sobre una selecci¨®n bajo sospecha. Excepto por la progresi¨®n de Trist¨¢n -dato optimista cuando se trata de afrontar un Mundial-, nada invita a pensar que Espa?a tenga mejores jugadores que en el Mundial de Francia. Entre los defensas, Hierro, Nadal y Sergi han dejado atr¨¢s sus mejores d¨ªas. Lo mismo ocurre con Luis Enrique en el medio campo, donde Helguera y Valer¨®n no s¨®lo tendr¨¢n que confirmar su calidad, sino su temperamento para soportar la exigencia del torneo. Y est¨¢ Ra¨²l, jugador competitivo donde los haya y con ¨¢nimo de revancha despu¨¦s de su decepcionante actuaci¨®n en Francia.
No se puede hablar de un equipo superior al que defraud¨® en el ¨²ltimo Mundial, y eso arroja alguna duda sobre la capacidad de la selecci¨®n para superar dificultades parecidas. Las mismas consideraciones que se hacen ahora sobre Sur¨¢frica y Eslovenia se efectuaban entonces sobre Nigeria y Bulgaria. Paraguay no ha cambiado. El recuerdo de aquel fracaso pesa demasiado como para desestimarlo alegremente. Por fortuna, no se repite un factor que alter¨® el rendimiento del equipo. Clemente convirti¨® aquel Mundial en una lun¨¢tica campa?a contra la prensa, con un efecto devastador sobre la selecci¨®n, que termin¨® enredada y distra¨ªda en el fragor del conflicto. No existe un problema de estas caracter¨ªsticas ahora, pero hay otra dificultad que Espa?a tendr¨¢ que superar para acreditarse en el Mundial. Se trata de su capacidad para aceptar con convicci¨®n la iniciativa frente a tres adversarios que no dudar¨¢n en conced¨¦rsela.
Por historia, la selecci¨®n siempre se ha sentido inc¨®moda en este papel, carencia que tumb¨® el prestigio de Espa?a tanto en el Mundial de Francia como en la ¨²ltima Eurocopa. Ser¨¢ la asignatura que le exigir¨¢n aprobar Eslovenia, Paraguay y Sur¨¢frica. Y la tradici¨®n dice que no ser¨¢ sencillo.
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