El adelanto de las elecciones auton¨®micas entra en la previsi¨®n de todos los partidos catalanes

La especulaci¨®n sobre el calendario electoral ha entrado ya en las conversaciones de los diputados y los c¨¢lculos de los partidos. La aprobaci¨®n de los presupuestos de la Generalitat para 2002 podr¨ªa ser, en opini¨®n de muchos diputados, el ¨²ltimo gran servicio del PP a CiU en esta legislatura. A partir de enero, los conservadores y los nacionalistas comenzar¨¢n a pensar tanto en la estabilidad parlamentaria del Gobierno de Jordi Pujol como en sus respectivos intereses electorales. La cuesti¨®n est¨¢ en si a CiU y al PP, o a una de las dos fuerzas, les conviene un adelanto electoral en Catalu?a.

A estas alturas, esta pregunta no tiene respuesta concreta. La legislatura vence en oto?o de 2003. Si hubiera adelanto electoral ser¨ªa para la primavera de 2003, o para antes. Pero en la primavera de 2003 habr¨¢ elecciones municipales y auton¨®micas en 13 comunidades y el criterio de Jordi Pujol ha sido siempre no hacer coincidir las elecciones catalanas con las de otras autonom¨ªas.

Hay opiniones para todos los gustos, tanto a favor del adelanto como de agotar la legislatura. Pero hay tambi¨¦n algunas coincidencias. Una de ellas es que tanto para los conservadores como para los nacionalistas llega ya la hora en que puede interesarles marcar las diferencias, se?alar los respectivos perfiles propios tras una colaboraci¨®n de seis a?os que ha tendido a configurarles como un bloque, sobre todo en cuestiones sociales y econ¨®micas, y ha relativizado extraordinariamente sus diferencias en clave nacionalista.

Entre los convergentes, el maridaje CiU-PP causa incomodidad desde el primer momento, el a?o1996, a una parte del partido. Muchos diputados y dirigentes no ocultan el repel¨²s que les provoca el pacto con el PP. Y han presionado, en p¨²blico y en privado, para que Pujol sustituyera esa alianza por otra con Esquerra Republicana (ERC).

En la otra parte, los dirigentes catalanes del PP estiman que se llevan la peor tajada en la asociaci¨®n con Pujol. Aunque han procurado obtener contrapartidas que les permitieran presentarse en Catalu?a como una fuerza influyente en el Gobierno de la Generalitat, son conscientes de que han carecido de margen de maniobra suficiente.

El compromiso reiteradamente sostenido por Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz es, no obstante, que los 12 diputados del PP garantizar¨¢n la estabilidad del Gobierno de CiU hasta el final de la legislatura. La direcci¨®n catalana del PP tropieza con el obst¨¢culo, sin embargo, de que no puede tomar por su cuenta decisiones tan importantes como la de provocar la ca¨ªda del Gobierno de Pujol.

CiU y PP comparten el deseo de proceder a una paulatina separaci¨®n, pero sin poner en riesgo la estabilidad del Gobierno. Para ello har¨ªa falta el concurso de los dem¨¢s partidos, o de alguno de ellos. Los dirigentes de CiU piensan que ERC se prestar¨¢ f¨¢cilmente a apoyar algunas iniciativas legislativas de los nacionalistas, no en vano los republicanos han convertido la equidistancia entre CiU y PSC en la gu¨ªa para esta legislatura.

En cualquier caso, 2002 ser¨¢ un a?o distinto al actual porque la posibilidad de un adelanto electoral figura entre las previsiones de los partidos. Ser¨¢ ya un a?o preelectoral.