De la quiebra a la gloria
El Racing de Avellaneda acaricia el triunfo en el torneo Apertura de la Liga argentina tras haber estado a punto de desaparecer
Los aficionados se preguntaban entre s¨ª: '?Te imaginas el d¨ªa que el Racing salga campe¨®n nuevamente?'. Ve¨ªan crecer a sus hinchas, multiplicarse en el grito, alimentar esperanzas que se deshac¨ªan... Pasaron casi 60 entrenadores y algunos repitieron; cientos de futbolistas y decenas de pibes de la cantera luego traspasados. Todo parec¨ªa in¨²til. Uno de sus ¨²ltimos presidentes convoc¨® a un acto de exorcismo del campo. Y... nada. Todo iba a peor: derrumbe futbol¨ªstico, quiebra econ¨®mica, liquidaci¨®n de bienes y desaparici¨®n anunciada.
Treinta y cinco a?os despu¨¦s de conseguir su ¨²ltimo t¨ªtulo argentino, en 1966, el hist¨®rico Racing de Avellaneda est¨¢ al borde de ganar el torneo Apertura de la Liga. Seguido por una multitud que no para de cantar y pintar las calles de celeste y blanco, sus colores, el equipo responde jug¨¢ndose la vida en cada partido. Sin figuras destacadas, salvo el media punta Chatruc, pero con un t¨¦cnico inteligente que sabe administrar sus recursos, Carlos Mostaza Merlo, recordado caudillo del River Plate en los 70, el Racing resiste y no cede.
Se saben limitados. Pero all¨¢ van, muerden, acosan, se tiran de cabeza a los pies del rival...
Considerado el tercer club m¨¢s popular del pa¨ªs, tras el River Plate y el Boca Juniors, y uno de los cinco grandes junto al San Lorenzo y el Independiente, dos a?os atr¨¢s era el mal ejemplo nacional al que se recurr¨ªa para dar cuenta de la corrupci¨®n que carcome al f¨²tbol argentino. 'Miren lo que han hecho del Racing', se dec¨ªa.
Devastado por sucesivas juntas directivas que terminaron de saquearlo y desfondarlo sin rendir cuentas, amparadas en las sociedades sin fines de lucro bajo la que se agrupan los clubes, el Racing deb¨ªa m¨¢s de 60 millones de d¨®lares cuando la justicia decret¨® su quiebra y orden¨® su liquidaci¨®n para repartir los pocos bienes que le quedaban entre sus acreedores. La resistencia en la calle de miles de fan¨¢ticos demor¨® la ejecuci¨®n y surgi¨® entonces una propuesta de salvaci¨®n: entregar la gesti¨®n a una empresa que ofreciera hacerse cargo del pasivo.
Cualquier otro seguidor se sentir¨ªa tranquilo y confiado, pero no el del Racing. 'Nacimos para sufrir', dice. El equipo no es un l¨ªder indiscutido. Al contrario, se trata de un conjunto de jugadores de mediana calidad, pero destacados por la entrega y el esfuerzo. Persiguen el bal¨®n como si alguien arrojara huesos con carne a una banda de perros hambrientos. All¨¢ van, muerden, acosan, se tiran de cabeza a los pies del rival... Con tres centrales de base, Maciel, Loeschbor y ?beda, aunque son seis en la defensa cuando retroceden los laterales Vitali y Arano y el mediocentro Bast¨ªa o el colombiano Bedoya. Con el mellizo Gustavo Barros Schelotto, que regres¨® de una breve temporada en el Villarreal como todo terreno; Chatruc y dos delanteros, Milito y Est¨¦vez, que pas¨® tambi¨¦n fugazmente por el Racing de Santander, ninguno goleador, aguantan y aprovechan sus oportunidades.
Se saben pocos y limitados. ?sa es la virtud. Cuando recuperan la pelota, tocan de primera. El l¨ªder es el entrenador, Merlo. Sus decisiones le permitieron salvar partidos que parec¨ªan perdidos. Levant¨® un 2-0 ante el Estudiantes y un 3-1 frente al Nueva Chicago. El Racing s¨®lo perdi¨® el partido que adelant¨® con el Boca, en La Bombonera, por 1-3. Su esfuerzo y el apoyo de sus forofos es impresionante. Todo el pa¨ªs est¨¢ pendiente del instante -anoche le bastaba un punto ante el River para preparar ya su fiesta- en que se confirme la conquista y explote la alegr¨ªa: '?Qu¨¦ har¨¢n el d¨ªa que salgan campeones?'.
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