El retorno de los inmigrantes

Viajar en patera desde Marruecos a la Pen¨ªnsula cuesta 200.000 pesetas. Volver en un ata¨²d de zinc sale por unas 500.000. Dos de las seis funerarias del Campo de Gibraltar localizan a los familiares de los inmigrantes que mueren ahogados y negocian con ellos las condiciones del retorno. Los deudos, en su mayor¨ªa campesinos de miserables aldeas del Atlas, ya se hab¨ªan entrampado para pagar la tr¨¢gica aventura de sus hijos.

Pero recaudan el dinero entre sus vecinos y acuden a Algeciras con los arrugados billetes metidos en bolsas de basura. Aseguran que no disfrutar¨¢n de paz hasta que los muertos descansen en su tierra.

Jos¨¦ Dur¨¢n, encargado de la empresa funeraria La Nacional, ha recibido a muchos de estos desesperados: 'Nos dicen: esto es lo que he podido conseguir. A veces no alcanza para cubrir nuestras tarifas, pero les atendemos por motivos humanitarios'. Tambi¨¦n ?ngel Zamora, empleado de Sefuba (Servicios Funerarios de Los Barrios), la compa?¨ªa rival, apela a la caridad para describir su trabajo: 'Empezamos a ocuparnos de los inmigrantes porque vimos que hab¨ªa negocio. Pero, poco a poco, ha ido pesando m¨¢s la compasi¨®n'.

Dos funerarias de Algeciras se disputan el negocio de la repatriaci¨®n

Los precios de La Nacional oscilan entre 450.000 y 550.000 pesetas por muerto. Los de Sefuba rondan las 350.000. Entre ambas empresas, la competencia es feroz. Se habla veladamente de supuestas amistades en el Consulado de Marruecos (cuyos responsables no han querido hacer declaraciones), esc¨¢neres para intervenir las comunicaciones de la Guardia Civil y llegar los primeros al lugar en que aparece un ahogado, pago de comisiones a individuos dedicados a localizar a los familiares de las v¨ªctimas...

En el antiguo Cementerio Municipal de Algeciras abundan los nichos tapados con cemento y se?alados con una gran D (desaparecido), un n¨²mero de expediente y la fecha del entierro. As¨ª fueron sepultadas 22 personas el a?o pasado. S¨®lo nueve nichos han sido marcados con la D este a?o, porque el camposanto est¨¢ saturado y ha habido que construir uno nuevo en las afueras de la ciudad. En ¨¦ste han sido enterrados otros nueve inmigrantes desde mayo.

Javier Vald¨¦s, responsable t¨¦cnico de Parque Jard¨ªn, la empresa que gestiona los dos cementerios, afirma que, en lo que va de a?o, 26 cad¨¢veres han sido retirados del camposanto y devueltos a Marruecos.

'En la mayor¨ªa de los casos, la operaci¨®n ha corrido a cargo de la funeraria Sefuba. En algunos, ha actuado como intermediario un individuo llamado Hassan Mansur, que se presenta como miembro de una fundaci¨®n marroqu¨ª llamada Al Magreb-Al Hassan¨ªa, dedicada a ayudar a los inmigrantes', explica Vald¨¦s.

Mansur, un tipo corpulento conocido como El Coleta, se dedicaba hasta hace poco a buscar en Marruecos a los familiares de los ahogados. Tanto los responsables de La Nacional como los de Sefuba admiten haber tratado con ¨¦l. Ambas empresas afirman que rompieron relaciones cuando sus exigencias econ¨®micas se volvieron inadmisibles. 'Nos ped¨ªa el 20% por localizar a los parientes', asegura Jos¨¦ Sampalo, director de La Nacional.

La repatriaci¨®n de los cuerpos que aparecen flotando en las playas del Campo de Gibraltar no despert¨® el inter¨¦s de las funerarias hasta hace poco m¨¢s de tres a?os. En esa fecha irrumpi¨® en el mercado una nueva empresa radicada en el municipio de Los Barrios (10.000 habitantes): Sefuba. Hoy el tel¨¦fono de esta funeraria es conocido en los lugares m¨¢s rec¨®nditos de Marruecos y m¨¢s de un inmigrante lo trae oculto en la cinturilla de su pantal¨®n. La polic¨ªa de aquel pa¨ªs atiende sol¨ªcita las necesidades de su empleado m¨¢s popular de Sefuba: ?ngel Zamora, m¨¢s conocido como El Rubio. Este murciano de 40 a?os, hermano del fundador de la sociedad, asegura haber llevado 150 cad¨¢veres a Marruecos.

Su celo es legendario. En 1999 naufrag¨® una patera. La Guardia Civil y la Cruz Roja lograron recuperar 12 cad¨¢veres. Al poco tiempo se present¨® en Algeciras un marroqu¨ª para comprobar si su hermano estaba entre los fallecidos. Por ¨¦l se enter¨® Zamora de que la mayor¨ªa de los que viajaban en la lancha proced¨ªan de Beni Mellal, una comarca miserable situada al pie del Atlas.

'Decid¨ª aprovechar la repatriaci¨®n de aquel difunto. Consegu¨ª que el juez me autorizara a numerar la ropa que tra¨ªan siete de los fallecidos y llevarla a Marruecos, por si alg¨²n familiar la identificaba. El Consulado no puso problemas', recuerda.

Cuando llegaron a Beni Mellal, Zamora sac¨® aquellos andrajos, los colg¨® de unos alambres junto a la casa del difunto e hizo correr la voz. 'Comenz¨® a llegar gente de todas las aldeas', agrega. 'No exagero si digo que m¨¢s de 1.500 personas examinaron las ropas. Identificamos a cinco de los siete'.

A partir de entonces, El Rubio comenz¨® a viajar a Marruecos al volante de una furgoneta blanca preparada para trasladar cuatro cad¨¢veres. Se convirti¨® en una figura popular. Generalmente duerme en casa de los familiares de los fallecidos: 'Me ofrecen lo mejor que tienen. Los padres me dicen: 'Ahora t¨² eres mi hijo'.

La proximidad de la desgracia no desanima a los candidatos a la emigraci¨®n: 'Rara es la vez que, cuando me dispongo a volver, alg¨²n habitante de la aldea no me pide que le introduzca ilegalmente en Espa?a'.