?ntrax y sida, ricos y pobres
El poder y la riqueza son admirables por los nobles sentimientos de solidaridad que generan en instituciones de coraz¨®n aparentemente gran¨ªtico.
Un ejemplo reciente lo tenemos con el asunto del ¨¢ntrax, que tanta alarma ha producido entre la poblaci¨®n norteamericana.
Cuando se produjeron las dos o tres primeras v¨ªctimas, el Gobierno de Estados Unidos lleg¨® a un r¨¢pido acuerdo con el laboratorio que explotaba la patente del medicamento que lo combate, pudiendo ser fabricado y distribuido urgentemente por toda la geograf¨ªa de este gran pa¨ªs.
En cambio, el problemilla ese del sida que extermina a la poblaci¨®n del continente africano, lo m¨¢ximo que ha provocado en tantos a?os de padecimiento ha sido el reparto gratuito de preservativos; los f¨¢rmacos para el tratamiento del sida resultan absolutamente inaccesibles para los enfermos africanos.
Obviamente no son equiparables ambos casos: mientras que en ?frica mueren anualmente por sida m¨¢s de dos millones de seres humanos, en Estados Unidos la lista de muertos por ¨¢ntrax se ha disparado y alcanza ya la terrible cifra de ?cinco v¨ªctimas!
Nos escandalizamos con el burka que impide la visi¨®n de las pobres mujeres afganas, pero peores son los burkas con que cubrimos nuestras conciencias.
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