Los ¨²ltimos de Canillejas
El Ej¨¦rcito de Tierra despide a los reclutas forzosos
Salieron por la puerta grande, como los toreros, y lanzaron al aire las gorras igual que otros se cortan la coleta. Llevaban en el bolsillo el papel m¨¢s preciado: la blanca, la licencia del servicio militar.
Casi una reliquia de museo, como la peseta, a partir del 1 de enero. El coronel Carlos Guerrero Garralza, jefe de la Agrupaci¨®n de Transporte n¨²mero 1, en Canillejas (Madrid), no se resisti¨® a la comparaci¨®n en sus emotivas palabras de despedida: '?ste es el fin de la peseta, de la mili y hasta de los Beatles'.
Porque al coronel le gustaban los Beatles. Un gusto seguramente no compartido por sus antecesores que, desde una hilera de retratos progresivamente descoloridos hacia el sepia, asist¨ªan al momento hist¨®rico. Ellos tambi¨¦n mandaron a reclutas de reemplazo, tal vez los padres, abuelos o tatarabuelos de los actuales, a lo largo de m¨¢s de dos siglos salpicados de guerras civiles y coloniales.
'El ¨²ltimo de verdad soy yo', reclama el soldado Peral, cuya mili se ha prolongado por culpa de un arresto
El coronel record¨® a los ¨²ltimos de Filipinas. Pero los tres reclutas -Antonio Candela, de Madrid, 19 a?os, fontanero; Manuel Infantas, de Villafranca de Barros (Badajoz), 20 a?os, ganadero; y Luis Rodr¨ªguez, de Madrid, 23 a?os, aspirante a bombero- no estaban para historias, sino para recoger el petate y marcharse cuanto antes a casa.
Eran los ¨²ltimos de la mili, o en todo caso los ¨²ltimos del Ej¨¦rcito de Tierra, junto a los otros 800 que ayer se licenciaron en el resto de Espa?a. El d¨ªa 12 lo har¨¢n los 677 marineros de reemplazo que quedan y el 21, casi 400 soldados forzosos del Ej¨¦rcito del Aire.
Al menos eso es lo que cre¨ªan los 28 periodistas acreditados para la ocasi¨®n. Casi diez informadores por cada recluta.
'Pero no es verdad, el aut¨¦ntico ¨²ltimo soy yo', reivindicaba desde una esquina del patio, lejos de los fot¨®grafos, Fernando Peral, madrile?o de 19 a?os, que deb¨ªa licenciarse con el anterior reemplazo pero ha visto ampliada su mili hasta ma?ana por un arresto. 'Me escap¨¦ cuando ya estaba arrestado', confiesa.
En cambio, Luis no ha tenido ninguna sanci¨®n, lo que le ha valido un t¨ªtulo de buen comportamiento, adem¨¢s del certificado y la metopa (el escudo de la unidad chapado en metal sobre madera) que tambi¨¦n se llevan de recuerdo sus compa?eros. Reconoce que no ha hecho ninguna guardia, ni ha tenido que aguantar novatadas de los veteranos. Una mili casi de lujo, como cartero, que no se le ha hecho larga (nueve meses) y recordar¨¢ con cari?o. Sin embargo, no se plantea alistarse como soldado profesional porque, 'con lo que pagan, es muy dif¨ªcil vivir de esto'.
Tampoco lo har¨¢ Manuel, aunque debe ser uno de los pocos partidarios que le quedan a la mili obligatoria. 'Aqu¨ª llegas de ni?o y te haces un hombre. Te espabilan', argumenta.
La ausencia de los reclutas forzosos se notar¨¢. En el cuartel de San Crist¨®bal hay 410 soldados profesionales (54 mujeres), de los 700 que figuran en plantilla. Y no es de las unidades menos atractivas, ubicada como est¨¢ en el casco urbano de Madrid.
Antonio pasaba cada d¨ªa por delante, camino de su trabajo, y fue la curiosidad por conocer lo que ocurr¨ªa detr¨¢s de esos muros la que le impuls¨® a hacer la mili, a pesar de que, como ayer reconoc¨ªa el coronel, hab¨ªa muchas maneras legales de evitarla. Ahora que lo conoce, no se arrepiente. Tampoco repetir¨ªa. Como experiencia, dice, es suficiente.
El primer ministro franc¨¦s, Lionel Jospin, recibi¨® el pasado d¨ªa 28 a representantes de los ¨²ltimos soldados franceses forzosos en su despacho oficial. El ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, anunci¨® ayer que organizar¨¢ un acto para 'despedir de la forma m¨¢s entra?able' a los quintos espa?oles. Si quiere estar seguro de que son realmente los ¨²ltimos, deber¨¢ indultar a todos los soldados Peral que queden en los cuarteles.
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